Capítulo 8: "La prima"

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"La prima"

Aunque este era por lejos el mayor acercamiento que había tenido con Wesley, aún me sentía incómoda en la posición en la que estaba. Sí, el tío era muy guapo y todo pero habíamos cruzado par de palabras y ya me tenía encima de él.  Lo que menos quería era que el huerito me tomará por una niña que fácilmente se bajaría las bragas sí así él lo deseaba pero cabe resaltar que, según todas las manifestaciones que había tenido conmigo yo a él no le despertaba ningún tipo de interés y aunque suene ilógico, prefería mantener la relación así mientras yo no quisiera lo contrario. Aunque nunca lo hubiera dicho ni siquiera para mí misma en voz alta, cada vez que lo miraba a los ojos lo imaginaba a él conduciendo ebrio directo a accidentarme.

  — La cuestión es así, sí el imbécil de Jamie no gana hoy todas mis inversiones están pérdidas. 

¿Ganar? ¿Ganar qué?

  — Eh, eh, no digas eso. Yo tengo fe en mí, sin embargo preferiría que lo hicieras tú. 

— ¿Hacer qué? —  Las miradas se plantaron en mí ante mi interrogante, pero de ninguno recibí respuesta más que de Wesley, quién precisamente tampoco me hablaba a responder lo que había preguntado puntualmente. 

— No lo sabrás hasta que no lleguemos pero eso sí, lo que veas hoy se queda entre nosotros. Una sola palabra a alguien, si quiera a Colton y juro que puedo convertirme en un completo imbécil contigo —  Tomó mis mejillas con una sola mano, comportándose algo rudo —  ¿Entiendes bonita? 

  Con ambas manos, tomé su antebrazo y lo aparté de mi algo cabreada. 

 — En tu puta vida me vuelves a coger así — Exclamé, recibiendo una mofa de los tripulantes —   No diré nada, de igual forma no creo que puedas ser más imbécil de lo que ya eres.

—   Pero sí soy un caballero contigo —  Afirmó y no pude evitar reír con ironía —  Yo soy un caballero con todas las mujeres del mundo. 

  — El problema es que la estás cogiendo muy duro Wes, hazle pasito a la cría y verás como se amansa. 

Dijo quien se hacía llamar el ruso, destilando doble sentido en cada una de sus palabras. Luego de eso, los chistecitos y debates sobre que tan rico cogía Wesley y que tan caballero era continuaron por largo rato haciéndome cuestionarme si realmente la cría de 19 aquí, era yo. Todo era risas, hasta que la pregunta de Jacobo arruinó el ambiente. 

  — Venga, ¿como te has roto la pierna? 

Para ese momento, pude sentir el cuerpo de Wesley tensionándose debajo de mí. Nunca habíamos hablado el tema, era algo que debíamos hacer pero aún no se había dado el momento. Por lo tanto, no sabía quién sabía de esto y quién no pero en el instante en que Wesley alejó la mano de la puerta y la puso sobre mi espalda supe que debía guardar discreción incluso con quienes el llamaba amigos. 

  —  Me caí por las escaleras de mi casa. 

Mi respuesta tan corta y concisa lo dejó sin palabras. No había nada que él pudiera añadir o comentar al respecto, por lo que asintió y se reincorporó en su asiento satisfecho con mi respuesta. 

—  ¿Y vosotros dos que relación tenéis? ¿Por qué estas viviendo en la casa de Wesley?

Ahora quien preguntaba era este chico Koko, sin embargo consideré que esa no era una pregunta que yo podía responder por lo que mire a Wesley esperando que el tomará la palabra.

 —  Es mi prima.

La vieja confiable. 

— Ha venido de visita, mientras se recupera. 

— ¿Tu prima? —  Cuestionó Jacobo incrédulo pero Wesley se mantuvo en su posición. 

— Sí, mi prima y es por eso que ninguno de ustedes se la puede coger. ¿Vale?

Esa respuesta me dejó atónita. De alguna manera había percibido un recelo en sus palabras pero con él nada era seguro a menos de que se tratara de alcohol, del cual por lo que había visto, era grande fan y lo ponía en un ambiente más abierto conmigo.  

El camino en el auto no se hizo más extenso, en cuestión de cinco minutos la calle llegó a su fin pero sin importar aquello avanzamos un par de kilómetros por un baldío hacia donde la vibrante música nos guiaba. Aunque mi miopía no me permitiera ver con nitidez que era lo que a lo lejos se asomaba, si podía distinguir entre las sombras, la noche y los grandes reflectores a centenares de personas bailando y bebiendo alrededor de sus extravagantes y lujosos carros. Esta camioneta, al lado de los otros no era nada. 

  — ¿A qué clase de fiesta me has traído Wesley?

Le murmuré atontada y mientras más nos acercábamos, más intimidada me sentía. Esto se sentía a otro voltaje.

  — A la mejor de tu vida. 

Susurró en mí oído rozando sus labios contra mi lóbulo lo que ocasionó que la piel se me pusiera de gallina. Su cercanía comenzaba a agradarme pero si me disgustaba el hecho de que se comportará así conmigo sólo porque tenía alcohol encima. Entonces el auto se detuvo y como una banda de chicos malos, comenzaron a bajarse uno por uno de la camioneta. 

  — Levántate, yo me bajo y te recibo. 

Indicó y así lo hicimos. Una vez me sacó del auto, me puso en el suelo y en ese momento pude ver a detalle a que había venido. Entre sudor, alcohol, cigarro y marihuana el viento del baldío se hacía espacio y chocaba contra mi cuerpo haciendo que el frío de la noche me estremeciera, sin embargo con la música a todo volumen, las mujeres hermosas paseándose en sus diminutos vestidos y los hombres rudos destilantes de testosterona en sus autos, mi frío era el último punto de mi atención. Todos los autos estaban aparcados formando una especie de circulo en el centro, y de ahí para atrás se formaba el resto. Si levantabas la mirada al cielo, grandes reflectores iluminaban el trozo de tierra que ocupábamos y alrededor de ellos habían carpas repletas de alcohol y sustancias, con chicos muy guapos atendiéndoles.  

  — Wesley...

Murmuré y me aferré a su brazo. No voy a mentir y siendo honesta, comenzaba a sentir temor por el lugar al que habíamos llegado y con la gente con la que habíamos dado. No me gustaba el tipo de atención que estaba recibiendo, muchas miradas lascivas recorrían mi cuerpo y uno que otro tipo no se guardaba el piropo y lo murmuraba  muy cerca a mí. Wesley estaba muy elevado en la conversación con los amigotes que se había encontrado como para enterarse de ello, pero de alguna manera notó la tensión en mi cuerpo y levantó su brazo rodeándome con el y acercándonos. Lo que, sin poder negarlo me brindó una sensación de seguridad.

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Estoy subiendo seguidisimo, porque la verdad estoy disfrutando del escribir esta historia así que si le gusta esto y quieren que suba más capitulos piquenle a la estrallita. 

Besos.

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