La gente se esfumó al ver llegar al Ser Oscuro. Otro como tantos, que estaba destinado a crear luz y se vio sumido en la oscuridad. El niño lo acompañaba. Lo sujetó, hasta que la gente se hubo alejado lo suficiente.
-¡Mamá! ¡Mamá, no! ¡Mamá, levantate!- Suplicó el chico. -¡Mamá!-
Gold apretó sus dedos al cuello de la salvadora, y bajó la mirada negando con la cabeza. Se lo había advertido. Y el niño lloraba.
-¿Mamá?- Puso sus manos sobre la espalda de la morena, intentando despertarla, pero no se movía, y sus ojos se llenaban de lágrimas. -Vamos, mamá...-
El hombre frunció el ceño y colocó sus dedos en el cuello de la mujer. -Maldita sea...-
Cargaron a la morena en el coche, y a toda prisa condujeron hacia las afueras de la ciudad. Henry hizo caso de su abuelo, y vació una botella de agua en el cuello y el pecho de su madre. También dejó caer algunas gotas entre sus labios. Gracias a dios pronto dieron con la ambuláncia. Habría sido más fácil llevarla al hospital de la ciudad, pero también más peligroso.
Los sanitarios no tuvieron ningún reparo en decir que estaba muerta, que no había nada que ellos pudieran hacer para salvarla. De todos modos, aun le quedaban fuerzas para llevarles la contraria, y tras varios días en coma, despertó. Fue Rumple quien le explicó lo sucedido. Siempre había sentido algo por esa joven dulce e inocente que un día conoció. Lástima, tal vez. La suficiente para haberse molestado en salvarle la vida, pero no tanta como para quedarse. Era como un padre fugaz. Volvía a ponerse la coraza. La dejó sola para que llorara. Sus pulmones estaban dañados, y apenas podía respirar. No le importó dejarla sola para ahogarse con sus lágrimas. Era esa inocencia dulce la que permitía que le hicieran daño. No era habitual que alguien así sobreviviera demasiado tiempo. Pero Regina tenía algo por lo que luchar, algo que la abrazó y se aferró a ella con todas sus fuerzas mientras luchaba por respirar. Nunca estaría sola.
Mandó traer algunas cosas para los dos, principalmente de la casa de la alcaldesa, y le entregó a la mujer un maletín con dinero para que pudieran salir adelante. Le habría pedido que fuera con ellos, que volviera a por Bella y salieran de aquel infierno, pero Emma no estaba. No tenía nadie a sus espaldas dandole fuerzas, y todas las que tenía las necesitaba para cuidar de su hijo.
Ahora sí, esa mirada sí. Rumple se dio cuenta. Había perdido la esperanza, la inocencia. Había ardido con ella aquel día. Se había desangrado con Emma. Solo quedaba el silencio. Y culpa.
-Regina...- Dijo el hombre, no muy seguro. -Tal vez no lo necesite, pero...quería que supiera que Henry la llamaba a usted. Salió corriendo a por usted. Él la necesita. Fue el único que conservaba la esperanza. Tenía fe en que usted no le abandonaría. No le defraude. Que siga creyendo en la luz mientras pueda...-
La morena asintió, sin despegar la vista del suelo, cogió el maletín y lo metió en el coche. Se giró hacia su hijo, y él se la quedó mirando. No funcionaba, ninguna coraza era lo suficientemente gruesa para no dejarle atravesarla y llegar a su corazón. Besó su frente, y la sintió a ella en él. Arrancó el motor, y siguieron la carretera, sin un lugar a donde ir, sin ningún plan...sobre la marcha.
(fin)
LO SIENTO
