Su risa era contagiosa, ni siquiera yo entendía el porqué me reía
Se supone que Annie era mi amiga, crecimos juntos, demonios, su madre preparaba mis pasteles de cumpleaños cada año.
Pero ahí estaba ella con el uniforme del instituto cubierto de almuerzo escolar. Asimismo, yo reía de ella junto con otros doscientos alumnos.Sus ojos se fijaron en mí, tal vez tenía la vaga esperanza de que yo la defendiera. Pero no podía, no con todos viéndonos.
Malorie me miro expectante al igual que el resto en la cafetería.
Y lo odié, igual que siempre. Todos esperaban algo de mí, todos querían advertir mi reacción para reaccionar de misma manera.—Lo siento, pero sabes que a Mal no le gusta la salsa de tomate.—le dije a Annie con una sonrisa cínica.—Debes poner más atención para no recibir un castigo.—me encogí de hombros.
La chica en el suelo solo asintió mientras se ponía de pie, la mire atentamente. Su ropa sucia, cabello desordenado y ojos cristalizados...
Y entonces la rabia se apoderó de mí.
¿¡Por no se defendía!? ¿Acaso era tan débil?La chica que tenía ahí frente a mí no se parecía en nada a la que había conocido a los doce años.
No era nada de aquella que me tiro de mi bicicleta y se la llevó mientras corría detrás de ella.
Esa chica había desaparecido y lo que podía apreciar no era más que un despojo humano.—Ve a cambiarte.—le ordené, pero no pareció oírlo y, en cambio, se quedó ahí postrada frente a nuestra mesa.
—Vamos Annelise, ve a tu dormitorio y regresas para que comiences con el proyecto de física.—Mi orden pareció sacarla de su trance, pero aun así no se movió.
Malorie suspiro cansada y hasta hastiada del comportamiento de la chica frente a nosotros.—¡Vete!—le grito.—arréglate, que así le das pena a cualquiera.
La chica sin pensarlo ni un momento salió de la cafetería a paso lento, todas las miradas estaban puestas en ella y mientras unos solo se dedicaban a cuchichear, otros más se reían descaradamente.
Los miré a todos impasibles y apenas el timbre sonó, salí disparado hacia el salón de clases.
Al cabo de una hora de clases me preocupe, Annie no volvió de su dormitorio y cuando para al final del día no regreso mi pecho se encontraba apretado.
Ahí estaba, ese sentimiento que no sentía por nadie más, la culpa.Salí del salón con dirección al dormitorio de Annie, no me detendría, le pediría disculpas.
—¡Kendall!—me llamo Zac.—Por fin ese imbécil va a decirnos lo que necesitamos.—me comunicó haciendo que mi humor cambiase de sobre manera y mis intenciones también.
Para cuando termine de hacer lo que debía hacer mi mal humor había regresado.
Ese bastardo solamente me había hecho perder mi tiempo y no cooperó en nada.
Obviamente, había recibido su merecido, pero eso no me quitaba el enojo.Necesitaba algo que me calmara y sabía donde encontrarlo.
Toque un par de veces la puerta y cuando se abrió no le di tiempo de hablar.
Mis labios se posaron en los de ella y sin darle tiempo a nada la empujé dentro de la habitación cerrando la puerta detrás de mí.Annie intentó resistirse, pero igual terminé consiguiendo mi cometido de la misma forma que siempre.
Ella lo quería igual que yo, siempre había un recuerdo, un dolor o un sentimiento de su lugar en palacio que le impedía sentir que lo que hacíamos estaba bien.Sus besos me tranquilizaban, pero no tenía la más mínima idea de lo que se vendría.
Yo pensaba que ella era un despojo humano, pero nunca note que el único culpable de eso era yo.
Y entonces todo ocurrió...N/A:¿Qué les parece? ¿Les está gustando? Los capítulos irán uno y uno actualizaré todos los viernes, espero contar con su apoyo :)
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Príncipe Sádico
JugendliteraturKendall Mason es el heredero del imperio millonario más grande de todo el país, tiene fama y poder, ya que también es el futuro heredero al reino de Romanova. Sin contar el hecho de ser el chico más intimidante y popular de todo el colegio, es tanta...