Capitulo 16| La corte de las eminencias

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Cuando mis ojos se abren respiro el perfume en la almohada y sonrió

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Cuando mis ojos se abren respiro el perfume en la almohada y sonrió. Estoy en su habitación, otra vez en el lugar donde había jurado no volver a estar.
Mi mente no deja de gritarme que soy una idiota, que me he dejado embaucar por todos.
Y si, tal vez tiene razón el odio y los celos se mezclaron y me deje llevar hacia mi propia perdición.
Romanova nunca fue un lugar para mí, yo amaba mi vida antes de todo esto y lo que comenzó como una maldita estupidez de niños termino en una propuesta de matrimonio y en mi hermana postrada en una cama.

Y ahora, cuando descubro aquella verdades que habían estado ocultas ante mi, que por fin salí de la sombras dispuesta a hacer justicia a mi voluntad y a vivir.
Simplemente, me veo en la necesidad de morir nuevamente, de ceder mi voluntad ante alguien más, no soy una rebelde, mucho menos una anarquista, ni siquiera me puedo catalogar como alguien libre.

No en Romanova, no mientras tenga que seguir a merced de todo esto.

La noche anterior no se cómo hice para dormir, un sueño horrendo me aquejaba. Una amenaza a mi vida como la conozco.

Soñé con un funeral.
Mucho más grande que el de los reyes, mucho más ruidoso y por supuesto mucho más triste por los féretros en el centro del lugar.
Las lágrimas rodaban por mis mejillas pues sabía que eran ellos. Los que heredarían el trono. Mi hermana gemela y el chico que más me ha importado en esta vida y sin embargo no podía verles, no podía acercarme.
Mis manos estaban atadas mientras todos los ojos llenos de odio me miraban y sus manos me acusaban.
Y más allá del lugar había un conejo, uno que reía de manera burlona y que en sus manos sostenía una corona empapada en sangre.

Cuando era una niña, una más del montón no creí que terminaría con una vida llena de incógnitas como ahora.

Me siento asfixiada y atada de manos, miro la habitación y las prendas de ropa que cubren mi cuerpo y mi corazón comienza a latir de manera errática.

¿Sería capaz de traicionarlo? Al principio creí que era tan capaz que si era necesario yo misma le clavaría la espada en el corazón.
Pero ahora no lo sé... Nada en mi razón parece seguro desde que el accedió a contarme algunos de sus secretos.
Admitió el daño que me hizo y es que siempre creí que no era conciente de lo que hacía.
Pero su confesión de ayer me ha hecho pensar más en las palabras de Andrew, Kendall también era solo un niño cuando ocurrió el accidente de Aly, lo más probable es que sus intenciones solo fueran dejar un poco en vergüenza a mi dulce hermana.

Pero ... ¿Por qué hacerlo? La incógnita se sumerge en mi cabeza hasta que alguien toca la puerta de la habitación.

-An, ¿No tienes hambre? He preparado el desayuno.-la voz de Kendall me saca de mis pensamientos.-¿Te sientes bien?-me pregunta e intento recomponer mi desconcertado rostro.

-Si... Es solo que...-intento preguntarle sobre aquel día pero no me atrevo.-No importa, solo tengo algo de frío, pero vamos a desayunar, luego buscaré algo de la ropa que deje aquí al inicio del año.

Príncipe SádicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora