Capitulo 14|La corte de las maravillas.

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La vida siempre me quito en la misma medida que me dió

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La vida siempre me quito en la misma medida que me dió.
Cuando era niña solía créer que la vida era perfecta, mi padre tenía un bonito restaurante en New York, tenía una gemela con la que solía divertirme todo el tiempo, un hermano mayor que era la envidia de todas mis amigas.
Pues él nos amaba y cuidaba mucho.
Una madre que nos anteponía ante todo y siempre nos quiso dar todo lo que podía.
Sin embargo conforme fui creciendo me di cuenta de una realidad muy triste.
El dinero es el principal combustible de los sueños y sin el, nada es tan bello como parece.
Mi padre perdió su restaurante, había gastado más de lo que podía todo para darle gusto a mi madre.
Quien al verse casi en bancarrota olvidó el supuesto amor que tenía por su familia.
Se volvió fría y malhumorada siempre exigiendo todo a lo que ella había estado acostumbrada.
Mi padre ya no sabía que más hacer y en cuanto mi madre tuvo la oportunidad le dió un ultimatum.

Si mi padre no aceptaba vender lo poco que teníamos y mudarse a Romanova mi madre se divorciaría y nos llevaría con ella.
Mi padre termino aceptando y el resto es historia.

La niña de doce años que era nunca habría terminado de comprender en lo que me había convertido.
Primero una princesa con lujos sin par, luego en el cascarón, en una chica rota, una princesa sin corona y para finalizar en una chica renaciendo de las cenizas que el viento no pudo eliminar, un ser sediento de venganza y verdad.

Miro nuevamente el salón atestado de estudiantes de élite.

Algunos los reconozco de mis clases comunes a otros apostaría haberlos visto en la fiesta del conejo.

—Annie, necesitamos que vengas con nosotros.—la voz de Kelsey me saca de mis pensamientos y me hace mirarla detenidamente.—Es parte de tu sorpresa.—se explica.

Luce tan diferente a la chica que conocí, ahora Kels luce más radiante y llena de vida.
La chica asustada y con inseguridades parece estar esfumandose y eso me alegra aún más.

Asiento y sin decir más voy detrás de ella y Elliot hacia el ascensor que da a los dormitorios.

Y justo como lo pensaba terminamos en el último piso, justo en el penthouse de Andrew Whitman, el conejo blanco.

Al entrar en el salón descubro que también parece haber una fiesta un poco más privada pues chicos y chicas portan las máscaras tan distintivas del cuento de Lewis Carroll.

Estoy apunto de comentar algo a los chicos a mi lado cuando descubro que Elliot se a puesto su distintiva máscara del gato sonriente y Kels deja ver qué su maquillaje es fosforescente y lleno de colores alusivos al sombrerero.

—Vaya parte de la sorpresa.—Me burló y Kelsey sonríe abiertamente.

El chico conejo se pone de pie y comienza a aplaudir en cuanto nos ve.
Todos los presentes dejan lo que sea que estén haciendo y lo imitan mientras mis amigos y yo nos abrimos paso hacía el chico.

Príncipe SádicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora