Capítulo 3

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Kate sale de su casa aún trastornada por su amanecer, se ha puesto unos jeans ajustados, una blusa blanca y una chaqueta de mezclilla, con su mochila negra y sus converse negras, el pelo recogido en una coleta desenfadada y un poco de rímel en sus espesas y largas pestañas. Cuando dispone a caminar por la acera hacia la escuela, Allie entrelaza su brazo con el suyo y le sonríe radiante, Kate abre los ojos como platos y con expresión de asombro abre y cierra la boca para reclamarle.

- Hola. ¿Te gustan las manzanas? Traigo dos. – y suelta una risita nerviosa, le entrega una manzana a Kate y ella muerde la suya, sin soltar el brazo de Kate ni perder la sonrisa.

- Gracias. – se come la manzana y una sonrisa tímida se extiende en su rostro.

- ¡Has sonreído! – grita Allie y comienza a dar aplausos y a chillar de emoción, Kate pone los ojos en blanco.

- No es para tanto. – y Allie sonríe más, de la nada comienza a cantar una canción que Kate no conoce y hace gestos y muecas.

- Hemos llegado. – aplaude otra vez y de pronto se pone seria y la mira con expresión asustada.

- ¿Qué pasa? – le pregunta Kate desconcertada.

- Te tengo que advertir sobre algo, más bien alguien.

- Vale, dime.

- Esa es Lindsey, la presidenta de la clase de casi todos los años, también la reina de cada año del festival de primavera y la capitana del equipo de porristas. – Kate enarca una ceja y voltea hacia donde Allie señala con la barbilla.

- ¿Esa rubia de ahí? – Allie asiente y aparta la vista, se queda sumida en sus pensamientos, recordando aquella vez, cuando ella llegó. Sus ojos se llenan de lágrimas y sus pupilas se dilatan con terror cuando voltea a ver a Kate.

- ¿Y por qué debes advertirme? – le acaricia la mano con una ternura impropia de ella.

- Le gusta hacer novatadas. – dice Allie con un hilo de voz, comienza a temblar y Kate le rodea los hombros con un brazo, Allie se aferra a ella y poco a poco se calma.

- ¿Te hizo algo? – Kate la mira con empatía y compasión, Allie asiente y mira sus manos entrelazadas.

- Cuando me mudé aquí tenía 8 años, mi cabello era algo que yo adoraba, lo cuidaba muchísimo y siempre lo andaba tocando, cuando ella se presentó pensé que quería ser mi amiga, pero no, se portó muy grosera y me dijo que le gustaba mi cabello y que debía dárselo. – hace una pausa y toma aire con dificultad.

- ¿Te lo cortó? – Kate siente la ansiedad de su nueva amiga y se revuelve.

- No, me hizo bromas pesadas por años, 4 para ser exactas, cada día yo venía con miedo, nunca olvidé su amenaza, fue en la graduación de sexto, mi mamá me peinó, era un peinado hermoso y yo estaba muy feliz, pues fue un error demostrarlo, me abordó en los baños y me insultó, me gritó, me golpeó, y finalmente me obligó a cortarme yo misma el cabello, se apiadó de mí y dejó que fuera solo hasta los hombros. Pensé que con eso iba a dejarme en paz, qué tonta, no ha dejado de hacerlo. – Kate tiembla de rabia, se ha puesto roja y aprieta los puños.

- ¿Por qué has permitido que te haga eso? – trata de hablarle con dulzura, aunque por dentro está hirviendo.

- Me da miedo.

- No debería. No es más que una cobarde, impotente, presuntuosa y falsa. – Allie sonríe y se limpia las lágrimas de las mejillas.

- Gracias, Kate. – Kate niega con la cabeza.

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