Capítulo 5

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Caminan dos calles en silencio, con sus manos aun en contacto, cada uno pensando en que, efectivamente, Liam es el nuevo objetivo de Lindsey, quien es una chica caprichosa que, si quiere algo, lo consigue.

- Kate. – Liam se detiene y le acaricia los nudillos.

- Auch. – murmura Kate, quien tiene los nudillos rojos y un poco hinchados, ya que dos puñetazos en un día, puede dar ese resultado.

- Te lastimaste... – susurra Liam, se lleva su mano a los labios y le da suaves besos, sus ojos se encuentran y Kate siente algo revolotear en su estómago.

- Eso parece. – susurra, sin perder el contacto visual. Él sonríe lentamente, ella le mira los labios. Se acercan casi imperceptiblemente, cuando sus narices se rozan, suena un claxon, haciendo que ambos den un brinco y un paso atrás, cuando Kate encuentra el coche, uno bastante lujoso, que, cómo no, pertenece a Lindsey.

- ¡Cuídalo bien, Katy, pronto será mío! – sus amigas se ríen y salen disparadas calle abajo. Liam gruñe con enfado y Kate pone los ojos en blanco.

- Yo... - comienza a decir Liam, pero Kate lo interrumpe.

- No digas nada y caminemos. – al parecer otra vez está enojada, caminan en silencio hasta llegar a la casa de Kate.

- ¿Dónde vives? – murmura ella cuando se detienen frente a su casa. La madre de Kate los mira desde la ventana de la cocina, con una taza en las manos y una sonrisa.

- A unas dos cuadras y luego a la derecha, en la casa de color naranja. – le responde Liam, mientras recorre su rostro con la mirada, Kate lo mira con arrepentimiento.

- Lo siento. No suelo ser así de gruñona...bueno sí, pero no tanto... hoy fue un día horrible por esa bruja de Lindsey, y lo cierto es que no tuve un buen despertar... - Liam le sonríe, la mira a los ojos y Kate se maravilla al no encontrar reproche en aquellos pozos color miel...

- No te disculpes. No importa. Te veo mañana, ¿vale? – le da un beso fugaz en la mejilla, muy cerca de los labios, Kate abre los ojos como platos.

- Vale. – susurra, Liam da media vuelta y se va.

Kate suspira, una sonrisa se extiende por su cara, lentamente, avanza hacia su casa, entra y saluda a su madre.

- Hola, mamá. – le da un beso en la mejilla y su madre sonríe con amor.

- Hola, cielo. ¿Cómo fue tu día?

- ¿Es tu forma sutil de preguntarle a tu hija adolescente quién era el tipo que la trajo a casa? – Susan se ríe, asiente y le tiende una taza con café.

- Vale, vale. Al parecer no fue tan sutil como debería. Pero contesta mi pregunta no tan implícita. – Kate sonríe abiertamente sin darse cuenta, mira por la ventana y suspira, Susan no pierde ningún detalle.

- Es Liam. Que es primo de Allie, quien es mi nueva amiga. – Su madre la observa y enarca una ceja.

- ¿No llevabas otra blusa? – Kate se tensa visiblemente.

- Eh... sí, ya ves que a los chicos les gusta hacer novatadas y así... llevé una extra por eso. – Susan hace una mueca.

- Kate, si alguien te lastima puedes....

- Decírtelo, lo sé. – Susan suspira al escuchar su tono cansado, le sonríe con pesar y sale de la cocina, dejando a una Kate arrepentida y culpable.

Susan sube las escaleras con lágrimas en los ojos, un nudo en la garganta y un peso enorme en el alma. Cuando llega a su cuarto cierra la puerta con seguro y se derrumba en la cama. Hace menos de un año que perdió un pedazo de sí misma, un ser que vivió dentro de ella 9 meses y luego lo vio crecer y madurar en su lecho, con cuidados y atenciones, para que 24 años después, la vida se lo arrancara sin aviso, sin advertencia, sin darle la oportunidad de decirle un adiós más que cuando su ataúd era metido a 3 metros por debajo de la tierra... Toda su vida cambió, sus hijos se traumatizaron, su esposo se pasmó tanto que no volvió a ser el mismo, ahora es distante y parece estar en cualquier otro lado menos enfrente de ella, y ella se va desintegrando poco a poco, derrumbándose lentamente...

Kate, al principio, no hablaba, no comía, ni siquiera está segura de que durmiera, bajó de calificaciones, se encerró en sí misma para no salir nunca; Cooper quiso hacer lo mismo, pero su pasatiempo era la escuela así que subió su promedio y se refugiaba en Kate; Trina se refugió en ella y en su novio, pero luego las cosas se torcieron y terminó con él, para después buscar su remplazo en un chico diferente cada mes; Miller se había vuelto frío, era como si su alma se hubiera ido con Will y solo quedara la carcasa vacía que era su cuerpo, ya no había flores cada semana, ya no había cenas cada tercer día, no había notas románticas pegadas al refrigerador, su matrimonio se tambaleaba, aunque nadie decía nada, era como si Miller siguiera ahí más por costumbre y comodidad que por gusto y amor...

Susan suspira, se pone en pie y se acerca a su tocador, donde hay una foto de toda su familia, unas horas antes del accidente, con Will cargando a Cooper en los hombros, Kate y Trina abrazadas a muerte, Miller y ella a los lados pero mirándose con amor, con pasión en la mirada, con su vida justo en medio de ellos, reflejados los años difíciles y felices en esas 4 personitas que eran sus hijos; recorre la cara de Will con un dedo, preguntándose: ¿Por qué su hijo, con toda una vida por delante, con un futuro brillante a la vuelta de la esquina, tuvo que irse ese día, en ese momento? ¿Por qué Will? ¿Por qué no otra persona? Sin respuestas a sus preguntas internas, va al baño y se da una ducha larga, para olvidar por un momento todo lo rápido que su vida ha cambiado, sin previo aviso...

Kate suspira, mira con arrepentimiento las escaleras, luego mira la puerta y decide que es mejor salir un rato. 

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