6."...halando con su dedo su blusa y dejando un poco de escote a su vista..."

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*No me van las notas pero esta es para agradecer enormemente a MGrabriella, quien me ha ayudado con las imágenes que iremos poniendo a lo largo de las 2 historias.*
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Emma se despertó aquel lunes por la mañana, después de un domingo por la tarde con Sophia, de dos días llenos de Sophia, que todavía no podía creerse. Fue entonces, a partir de ahí que Emma Pavlovic decidió cambiar muchas cosas sobre ella, que tal vez no necesitaba cambiar por ser quien era, por tener la autoridad que tenía, pero, por Sophia, cambiaría desde su actitud conservadora, hasta su manía por planearlo todo; diseñar, construir, entregar.

Tal vez todo estaba sucediendo muy rápido, Emma no sabía qué pensar, más porque sabía que Sophia tenía razón; si lo pensaba mucho, se sentiría culpable, pero en realidad Sophia le gustaba, pero no podía caer de nuevo en un juego amoroso, no podía enamorarse de nuevo, no quería que le volvieran a romper el corazón, le costaría demasiado volver a recoger cada pieza.

Todo lo hizo como siempre; se duchó con agua tan caliente como pudiera soportar, sirvió un poco de Granola en un tazón y le vertió un poco de yogurt simple y unas cuantas fresas, lo devoró mientras se aplicaba la misma cantidad de maquillaje de todos los días; delineador negro en ambos párpados, mascara en las pestañas superiores, un poco de brillo para encandecer un poco sus labios y listo. Llegó a su clóset y decidió dejar de ser aburrida para ir a trabajar, entonces, en vez de ponerse gris y negro, decidió arrojarse, por primera vez, una blusa roja manga larga de botones, un blazer blanco, pantalón de denim ajustado a sus piernas y una botas Manolo Blahnik que nunca había tenido el valor de ponerse; de cuero genuino y café oscuro, tacón de aguja y correa a lo largo de la funda que se extendía hasta por debajo de la rodilla. Encima se arrojó su Altuzarra negro y su Hobo Bag de YSL.

- Buenos días, David- saludó Emma al entrar al estudio, lo vio coqueteando con la nueva secretaria de la Trifecta.

- Emma, ¿por qué tan...casual?

- Este estudio necesita un poco más de...playfulness, ¿me explico

- Arquitecta, ¿qué le hicieron durante el fin de semana?- se acercó David a Emma, tomándola por el hombro mientras Emma revisaba su caja postal. – A caso... ¿le hicieron el amor?- susurró a su oído.

- David, de verdad que usted sólo tiene la cabeza puesta en el sexo...- rió Emma, habiendo tenido piel de gallina desde que David pronunció aquellas tres palabras, pues una película mental de su fin de semana le pasó por su cabeza. – Por cierto...no sé si ya le dijo Volterra, pero...no, olvídelo, no me corresponde a mí decírselo- bromeó Emma, sabiendo que con eso se lo quitaría de encima y le provocaría estrés por el resto del día hasta que Volterra le dijera que todo estaba bien. – Buenos días, Gaby, ¿alguna novedad?- saludó a su secretaria, pasando a David por el olvido.

- Buenos días, Arquitecta. A las diez tiene reunión con Miss Roberts, a las tres con Mrs. Hatcher

- Perfecto. ¿Ya vino la Licenciada Rialto?

- Sí, hace diez minutos...se ve diferente, Arquitecta

- Gracias, Gaby. Hazme un favor, tengo que planear unas cosas de Boston con la Licenciada, no me pases llamadas ni personas, por favor, te aviso cuando esté libre
Gaby asintió y vio cómo Emma cerraba la puerta de su oficina con una vibra diferente a la de los años anteriores. Arrojó su bolso y su abrigo en el perchero de la entrada y caminó lentamente hacia Sophia, que estaba sentada en su escritorio y dándole la espalda a la puerta.

El lado sexy de la ArquitecturaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora