32. De "Pan, Pancito, Pan de Dios" y los antojos de Sophia Rialto

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Y bueno, es que he estado nerviosa desde aquella conversación en Roma, pues, es que es el cumpleaños de Sophia, de mi Sophia, y , desde nuestra pequeña plática en el avión de regreso a casa, mis nervios han empeorado en un cien por ciento, si no es porque en un mil por ciento, y creo que es porque no sé qué quiere en realidad. Me dijo que le gustaría pedirme algo, pero que, hasta cierto punto, le da pena y, con sólo ver la información codificada cayendo por detrás de sus celestes pupilas, sé lo que quiere aunque, ahorita que lo pienso, a las seis-veintidós de la mañana del veinticinco de marzo, no es algo tan ligero de pudor, pues en Roma me lo dijo como si nada...y mi error fue decirle, durante el vuelo de regreso, un amable: "Darling, just say it out loud over your birthday dinner and I'll do it". Tal vez no fue un error pero quién sabe con qué revolución sexual/mental/gastronómica/etc. va a resultar, pero bueno: lo que sea por darle a Sophia el cumpleaños que se merece; un cumpleaños perfecto. The perks of being the Studio's Co-owner/Anarchistic Boss/Careless and Fearless Girlfriend? Pues, es fácil, manipulo a mi gusto y a mi gana mi horario de entrada y, con mis amistades, o sea Natasha, lograré distraer a Sophia de llegar temprano a la oficina, o sea, compré tiempo con una falsa asesoría secreta, una petición de una opinión de parte de Natasha para Sophia. Y es por eso que me ha dado la gana no despertarla todavía, que a esta hora ya estamos despiertas, o al menos yo ya lo estoy, porque Sophia tiene la habilidad de la pereza más grave que yo; requiere de tres veces "cinco minutos más", y es por eso que no desayuna, motivo de eterna pacífica discusión, y toma un taxi todos los días, sino llega tarde. El punto es que estoy acostada en mi cama con Sophia, en nuestra cama, rezando por que la madre naturaleza de las feminidades haya decidido abortar su plan de hemorragia y, si me concede ese deseo, donaré los dos mil dólares que le gané a Phillip en la apuesta que hicimos en Mýkonos junto con el resto de mi fondo filantrópico.

Después de aquel episodio con Pan, Pan de caja, Pan dulce, Pan duro, Pan de muerto, Pan de Dios, Pan de papa, Pan de mierda, Sophia y yo pudimos resolver nuestras "diferencias" tras unos cuantos Martinis en la barra del hotel en Mýkonos. Me preguntó si estaba enojada por ella haberse ido con Pan de mierda, y no, le dije que no, que era cierto, pues, al principio me ofendí que se fuera con la copia barata de David Beckham, el tal "Jefe de Recolección de Especias Marítimas" y no conmigo, pero después la ofensa se me terminó cuando me puse a pensar, mientras bebía mi segundo Martini, a solas porque Sophia no había llegado, y escuchaba "Funky Martini" en honor a la bebida, que Sophia estaba conmigo, yo era con quien se iba todas las noches a dormir, yo era con quien gritaba con una almohada en la cara cuando estaba estresada por algún cliente incoherente, que me daba risa pero la apoyaba, y, lo mejor de todo, con quien hacía el amor cada vez que se le antojaba. Aunque eso del antojo es engañoso porque "tener ganas" no es sinónimo de "poder", pues, después de que le expliqué que no estaba enojada y ella me preguntó por qué y le recomendé leer "Emma" de Jane Austen para que me entendiera el por qué, que se resume a mi ego y a lo que acabo de mencionar, intentamos irnos a la cama para reconciliarnos por algo que no teníamos sobre qué reconciliarnos, todo para que, cuando Sophia metiera sus dedos entre mis labios mayores, la madre naturaleza, que con razón es en género femenino, me había hecho el milagro mensual de hacerme saber que no estaba embaraza, pues, ¿cómo carajos voy a estar embarazada estando con Sophia? Anyway, gracias, muchas gracias por la puntualidad...lo detesté en ese momento. Más cuando me di cuenta que me había durado más de mis cuatro reglamentarios días, pues era el día cinco y no se me quitaba, y ahora es día siete y espero que se me haya quitado.

Ah, sí, Pan, Pancito, Pan de mierda, fue a buscar a Sophia al hotel al día siguiente, encontrándola en bikini en el área de la piscina, en su hermoso Missoni, que yo, Emma Pavlovic, su novia, le estaba embadurnando la espalda con aceite bronceador, el muy estúpido, que heterosexual sí es, no dejaba de verme el par de curvas que mamá tan graciosamente me heredó vía genética, tal vez era la posición en la que estaba. En fin, llegó a pedirle disculpas a Sophia y como la noche anterior nos habíamos sentado los cuatro a verborrear con dos botellas de vino tinto y Sophia había hecho público lo que Pan de mierda le había dicho, Phillip se acercó a él, sin camisa, todo tonificado con su altísima estatura y su mejor cara de furia, a decirle a Pan de mierda que por favor se retirara, que dejara de molestar a su "hermana", que fue motivo de polémica, pues Pan de mierda no entendió que era en sentido fraternalmente figurado, y armó un escándalo sin sentido sobre siendo adoptada por la familia de "ese", o sea Phillip. Pues, yo decidí sentarme a ver el espectáculo de Pan de mierda, lo deberían contratar para hacer el ridículo, y me reía de sus palabras, lo que terminó por molestarle y como que hizo lo que no debía; no sólo le dijo a mi novia que le daba asco que fuera lesbiana, la noche anterior, sino también me gritó y eso no se hace conmigo, pues ni yo me grito, y no me quedó más remedio que callarlo, no con un golpe físico, sino con un golpe visual y emocional al halar a Sophia hacia mí y decirle: "tus gustos de verdad han mejorado" y la besé, no sólo frente a Pan de mierda, sino frente al público espectador, que Sophia me siguió el beso, no sé si porque le gustó o porque quería joderlo igual que yo, que fue cuando Seguridad llegó y lo sacó del hotel. Claro, a nosotros nos pidieron, muy amablemente, que no diéramos muestras de afecto en público. 

El lado sexy de la ArquitecturaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora