17."...Ah, las mujeres...somos tan complicadas..."

12.6K 383 87
                                    




- ¿Quieres algo de tomar?- murmuró Emma, dándole otro Kleenex a Sophia mientras se sentaban en el desayunador. - ¿Algo de comer? Estás muy pálida...¿has comido algo?- acarició su mejilla mientras Sophia se negaba con la cabeza. Sophia seguía llorando.

Emma puso un poco de agua a calentar y sacó del congelador un tubo de Buttermilk Biscuits, que golpeó suavemente contra el pantry y lo abrió, sacando una bandeja para poner aquellos Biscuits y meterlos al horno por quince minutos. Sophia la veía, sólo veía y lo único que podía pensar era: "¿Por qué está tan amable conmigo cuando no me respondió ninguna llamada? ¿Merezco yo que me trate así de bien después que le grité?" y Emma le sirvió un té de vainilla, para que se relajara con el olor y calentaba sus manos.

- Tenemos dos opciones, dos puntos: 1. Al grano o 2. Tranquilo y despacio, ¿qué prefieres?- murmuró Emma, tomando a Sophia por las manos y besándole sus nudillos.

- ¿Cómo te sientes?

- Herida, sí...los peores doce días de los últimos seis años debo decir...¿y tú?- y Emma seguía besando las manos de Sophia, besaba sus dedos, sus palmas, sus nudillos, una y otra vez.

- Mal, nunca me he sentido así de mal...ni con este miedo...

- ¿Miedo? ¿A qué le tienes miedo?

- A perderte...¿no te parece suficiente?

- Pero aquí estoy, besando tus manos, sintiéndome mejor sólo con verte... no sé qué me ha matado más, si que me gritaras o no saber nada de ti por tanto tiempo

- ¿No vas a poder perdonarme, verdad?- Sophia cerró los ojos, como si la respuesta sería un tiro de gracia.

- I already did...¿have you?- sonrió Emma. Ah, si, la madurez juega un papel importante aquí, más la calma y el arrepentimiento.

- En el momento en el que cerraste la puerta...perdóname, por favor...me cuesta entenderte en ese sentido, trato y no puedo, no logro acostumbrarme...perdóname- y Emma acariciaba sus mejillas y Sophia besaba las manos de Emma, apoyándose en sus manos, acariciando las manos de su todavía-novia con las suyas.

- Cuando me preguntaste qué era lo que a mí me movía...te dije que de qué servía tener dinero si no tenías alguien con quien compartirlo...y no trato de convertirte en algo que no eres, porque me enamoré de una Sophia que no quiero cambiar...quiero que dejes de sentir que no encajas en mi mundo, por eso hago lo que hago, quiero darte toda la seguridad que pueda... además, mi amor...- susurró, topando su nariz a la de Sophia. – la economía está demasiado mal como para que yo tenga todo mi dinero guardado en el banco, esa es de las principales razones de las fugas de la economía doméstica...y si con dinero puedo hacer que tú te sientas cómoda conmigo y que pases una hermosa navidad a la par de tu mamá, y que viajes cómoda, y que la vida se te haga más fácil, créeme que lo haré...- y Emma la besó, un beso tierno y desesperado por la ausencia de esos labios por doce mediocres días. – El dinero no compra la felicidad, eso lo sé...pero quita muchas preocupaciones de encima; no quiero que pases hambre, ni frío, ni que te sientas sola, ni que tengas deseos de pasar Navidad con tu mamá y no puedas...

- Emma...yo...no sé qué decirte...siento que me estás comprando...a un precio muy caro- susurró, con sus ojos cerrados para no ver a Emma, le daba miedo.

- Lo que menos quiero es que te sientas así, no te quiero comprar, te quiero ganar...quiero complacerte...¿nadie te ha consentido tanto antes, verdad?- Sophia se negó con la cabeza.

- ¿Qué te hace tan perfecta? Es ilegal que seas así de perfecta...- murmuró entre besos, tomando a Emma por el cuello con sus manos.

- No soy perfecta, de serlo no me habrías gritado, no te habrías enojado...pero es un error del que voy a aprender...no me gustó que me gritaras...

El lado sexy de la ArquitecturaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora