18."...Estas son en las cosas en las que puedo consentirte,.."

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Sophia se despertó por el frío y por la soledad de la cama de Emma. Buscó a Emma entre las sábanas frías y no la encontró, se estiró, rozando el nogal del respaldo de la cama, sintiéndolo igual de frío que las sábanas. Se sentó y se sintió como si estuviera ebria, la habitación le daba vueltas aún en lo oscuro. Puso sus pies y sintió fría hasta la alfombra y, en la oscuridad, buscó algo para ponerse encima, su camisa de botones, apenas abotonada era suficiente. Salió de la habitación de Emma y se dirigió a la cocina a buscarla para no encontrarla, sólo había un lugar en el que podía estar. Contempló, desde la cocina, mientras se servía un vaso con agua, cómo caía la nieve a plenas dos de la madrugada, inundando Nueva York de algo frío pero mágico para muchos. Le preparó a Emma un vaso con fresas, miel y Pellegrino, y le arrojó una rodaja de lima. Se paró enfrente de la habitación aquella, en donde estaba el piano y, concentrándose, logró ver el rayo de luz que salía por debajo de la puerta. Empujó la puerta para luego halarla y ver a Emma tocando el piano, quien la volvió a ver con una sonrisa.

- ¿Te desperté?- preguntó, haciéndose a un lado en su banquillo para que Sophia se sentara. Sophia, un poco más despierta ya, se negó con la cabeza.

- ¿Te sientes bien?- le alcanzó su vaso.

- Sí, ¿por qué?- sonrió, abrazándola por los hombros con su brazo derecho.

- No estás durmiendo- rió, apoyando su cabeza en el hombro de Emma.

- No quise despertarte, te veías demasiado linda durmiendo...y, pues...después de un rato de estarte viendo dormir, me catalogué como una acosadora y me vine a tocar un rato, tal vez me daba sueño

- ¿Me estuviste viendo dormir?- Sophia se sonrojó, abrazándose para no ceder al frío a pesar de la calefacción.

- Sí, pero sólo un rato...me gusta verte dormir- se sonrojó, bebiendo un poco de su Pellegrino. – Sabes...Pellegrino es la estafa más grande del mundo

- Cuéntame...- murmuró Sophia, cerrando sus ojos aunque intentaba no ceder.

- Es simplemente agua de grifo, que la ponen en una botella un tanto elegante y te la venden como si viene de la saliva de algún Santo...lo mismo Evian...son estafas

- ¿Por qué la tomas entonces?

- Porque tiene mucho gas, mi amor, y no tiene sabor como la mayoría de las naturales...además, toda mi vida tomé agua de grifo- rió un tanto en silencio. - ¿Quieres que regresemos a la cama?

- No, no ahorita...tócame algo, ¿si?- murmuró, todavía con los ojos cerrados.

Y Emma, siempre complaciendo a Sophia, decidió tocarle la primera pieza que aprendió a tocar sin partitura; una melodía repetitiva pero suave, con notas complementariamente suaves y dulces, quizás no trataba sobre amor, pues no sabía exactamente de qué trataba, pero, guiándose por la melodía, Sophia comprendió que ese era el objetivo de Emma, como si estuvieran flotando, sin preocupaciones, sólo ellas dos. Sophia sentía el brazo de Emma moverse con rapidez, igual que su izquierdo aunque no lo estuviera tocando, y, lo mejor de todo, era que Emma tarareaba la melodía al compás del piano, como si le trajera buenos recuerdos; porque le traía buenos recuerdos y la utilizaba para empacar los mejores recuerdos, como su himno de felicidad.

- Mendelssohn...Songs Without Words...- murmuró Emma, notando que Sophia estaba casi dormida.

- Es hermosa...- balbuceó en aquella voz casi vencida.

- Come, let's get you into bed...- y Emma se olvidó por completo de su piano, levantó a Sophia, era casi peso muerto, y, con un poco de esfuerzo, apagó la luz y la guió hasta su cama, en donde la acostó suavemente y la acobijó con su pecho y las sábanas, abrazándola y dándole besos en su cabello. – I'm most alive since I fell in love with you...- susurró Emma a su dormida novia, que la abrazaba por el abdomen y reposaba su cabeza en su pecho.

El lado sexy de la ArquitecturaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora