15."... ¿Qué quieres hacer al llegar a tu apartamento..."

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- ¿No me vas a decir?- Emma frunció su ceño.

- No sé si fuiste tú o Natasha quien dijo "la información es un flujo cíclico...no lineal"...entonces creo que si tú no compartes información conmigo, no tendrás tus respuestas- sonrió, acariciando la mejilla de Emma.

- Tengo que admitir...la manera en la que me sacas información personal es excepcional- rió, intentando no enojarse. – Pregunta lo que quieras- dio un sorbo a su taza de té.

Era viernes por la noche, después de magia, colores y gritos en la ducha de Emma, bebían un poco de té de manzanilla. Al fin Sophia sentía un poco de ordinario en Emma, ¿un té de manzanilla? Sí, a Emma se le antojaba un vil té de manzanilla con miel, y no sólo una taza, sino una jarra de dos litros. La vibra entre ellas había cambiado para bien desde el miércoles por la noche, desde aquel episodio con el vibrador y que no habían emitido ni una palabra más frente a la chimenea, sólo abrazos y besos inundados de Pomerol hasta que Emma había cedido sus fuerzas y había quedado rendida en los brazos de Sophia, quien la había observado dormida hasta que su cansancio se apoderó de ella; se veía tranquila, como si no tuviera preocupaciones, como si su cerebro y su corazón fueran una sola cosa, sin confusiones, sin categorías, con una leve sonrisa en sus labios.

- ¿Lo que quiera? Ten cuidado, Emma- bromeó Sophia, aunque no bromeaba del todo. Desde aquella foto en su walk-in-closet, preguntas sobre su familia habían surgido, habían bombardeado su curiosidad, eran preguntas personales, muy íntimas.

- Sí, Sophia...me puedes preguntar lo que quieras, pero me tienes que responder mis preguntas...y sólo una pregunta a la vez, así me aseguro de tener lo que necesito y tú también- sonrió, destapando su pluma y abriendo su agenda mientras daba otro trago a su té.

- Quiero saber de tu familia- murmuró, viendo aquel líquido amarillento en su taza que exhalaba vapor.

- Esa no es una pregunta. Pierdes tu turno- sonrió. Sophia se hundió en sus manos arrepentida. - ¿Qué colores te gusta usar?

- Me gustan los colores Emma, tú sabes, gris, negro, blanco, azul marino, beige, café, ese rosado que te pones que se te ve tan bien...y me gusta el rojo, el amarillo y el verde, y el violeta...me gustan todos los colores, Emma...- Emma asintió, escribiendo algo en su agenda. - ¿Por qué eres tan cerrada en cuanto a tu relación con tus papás?- Emma subió su mirada un tanto nerviosa, oh, tema incómodo.

- Tengo dos hermanos, soy la de en medio...es un principio psicológico, el de en medio no es el más ventajoso...al mayor lo admiran por lograr todas las "primeras veces" y porque no tienen una referencia, al menor lo adoran por ser el menor... ¿al de en medio? Tiene la presión del mayor, la sombra del menor, de alguna manera busca sobresalir y no siempre lo hace de manera correcta- fue una respuesta un tanto evasiva, pero algo decía, más cuando Sophia sabía que hablar de algo tan personal no era fácil para Emma, prefería hablar de por qué los patos de Central Park eran tan gordos. - ¿Largo de falda?

- Lo más corto medio muslo, lo más largo por debajo de la rodilla, no soy una monja- sonrió, dándole un trago a su té mientras Emma apuntaba. ¿Para qué quiere saber todo eso?. - ¿Por qué te llevas mejor con tu mamá que con tu papá?- Oh, esa es una pregunta profunda.

- Porque mamá nunca me ha puesto una mano encima más que para abrazarme o acariciarme- suspiró. "Holy shit" pensó Sophia. - ¿Prefieres straight skirt, A-line skirt, sheath, sarong o wrap-around skirt?

- Me gustan todas, mi amor- sonrió, mordiendo su labio inferior, tratando de no preguntar lo inevitable. – ¿Me estás diciendo que tu papá si te ha...pegado?

El lado sexy de la ArquitecturaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora