20."...Si gimes, me detengo...-No estoy gimiendo...shhh...sigue..."

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- ¿Emocionada?- preguntó Emma, tomándole la mano a Sophia mientras veía que se acercaban a la casa de los Robinson, o de los Roberts, como lo prefieran.

- ¿Debería estarlo?- murmuró en un tono bastante a la defensiva, pensando en lo nerviosa que estaba por la conspiración que había concretado con Phillip, ¿qué pasa si a Emma no le gusta? ¿O si Emma se desmaya de tanto alcohol? ¿O si yo me desmayo? Pues es que de la ansiedad no puedo estar tan sobria, ¿o si?.

- Señorita Gruñona, ¿qué sucede?- Emma subió la ventanilla entre ellas y el conductor, algo que no habían necesitado porque parecían realmente unas amigas.

- ¿Estás segura que vine bien vestida?- improvisó, pues no podía arruinar la sorpresa.

- Creo que te verás más elegante que Margaret...¿eso te tiene con ese mal humor?- dijo, y le dio un beso en su mejilla, viendo que cruzaban las puertas de hierro; eran casi las once de la noche.

- Sabes, ahora estaba revisando mi contrato...y tendré que pagar una especie de multa porque me voy de improviso...

- ¿Te diste cuenta ahora o ya lo sabías y no me habías dicho?- Sophia sonrió apenada, bajando su mirada y viendo sus dedos entrelazados con los de Emma. – Bueno, sólo me hubieras dicho antes...ahora no importa, sólo las pagamos- dijo Emma, levantando la cabeza de Sophia con sus manos.

- Me quedo sin comer como dos meses- rió, que de gracioso no tenía nada. Emma levantó su ceja derecha, frunció sus labios e inclinó un poco su cabeza hacia Sophia. – Está bien, pero sólo como préstamo...- murmuró Sophia, distanciándose un poco de Emma con su cabeza. – Emma inclinó su cabeza un poco más y levantó más su ceja. – Está bien, te daré el número de la cuenta de la Administración, ¿sí?

- La quiero para hace dos semanas,¿entendido?- exhortó, como si la relación fuera entre Jefe y Súbdito. Sophia asintió, sonriendo y sin saber por qué, a lo mejor le gustaba eso de Emma, no le molestaba tanto, después de todo; ¿A quién no le gusta que lo consientan y le resuelvan un problema en tres palabras?- ¿Te parece algo gracioso?- sonrió Emma, todavía con su ceja levantada.

- Sí...cómo logras quitarme toda la soberanía- rió, dándole un beso a Emma en esos labios fruncidos que logró aflojar, por sonrisa y por beso.

Emma y Sophia se bajaron del auto, expulsando vapor de sus bocas, estaba haciendo frío. Se abrazaron por el costado, pareciendo todavía un par de amigas sonrientes. Entraron a la casa después de haber dejado sus abrigos con uno de los recibidores en un Closet improvisado que a Emma le molestó por estar fuera de lugar, tanto obstruyendo el paso, como de una mala mano. Sophia, en efecto, se veía más elegante que Margaret dentro de lo casual, aunque Margaret, extrañamente, se había arrojado sólo negro, como si estuviera de luto, aunque quizás eso no era lo impresionante, sino más bien que, desde lejos, se le notaba cansada hasta la muerte, cero maquillaje.

- ¡Em!- gritó Natasha, corriendo hacia ella en el look más casual que existió jamás y la embistió en un abrazo.

- ¿Borracha tan temprano?- susurró Emma al oído de su amiga, casi muerta en risa.

-Margarita está enojada y hay mucho alcohol para que bebamos- murmuró, chasqueando sus dedos para que llegara un mesero. - ¿Qué tomarás?- sí, Natasha era potencial ebriedad personificada, se le sentía el humor.

- Dos Martinis, por favor- murmuró Emma y Natasha sonrió groseramente al mesero, quien agachaba la cabeza para recibir la orden.

- Sophie...bienvenida a la familia- sonrió Natasha, abrazándola, sí, estaba ebria, sin duda alguna.

- Nate, un gusto verte de nuevo- sonrió Sophia, un tanto incómoda, no, tal vez era el momento el incómodo. Y Natasha pellizcó el trasero de Sophia, incomodando a Sophia, pues ni Emma había hecho eso, nunca, y sabía que a Emma no le caería en gracia.

El lado sexy de la ArquitecturaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora