Capítulo 26: Problemas y más problemas

458 6 0
                                    

Jared le puso el pijama a Dominic tratando de no despertarlo, el pequeño estaba profundamente dormido antes de llegar a la ciudad, al igual que Luc después de pasarse todo el camino jugando, sin embargo antes de que se quedara completamente dormido su sobrino protestó y le hizo prometer a Jared que irían el próximo domingo a cenar.

Su hermana y su cuñado poseían una bonita casa cerca de su padre, la cual estaba siendo remodelada provocando que ellos vivieran con Leandro, claro que por fin les sería entregada esa misma semana.

Evangeline le dio un beso en la frente a su hijo, se aseguró de que estuviera bien arropado antes de retirarse de la habitación.

—Hice que movieran tus cosas a mi habitación —dijo Jared en cuanto estuvieron afuera. Evangeline se volvió a mirarlo muy lentamente, después de aquella semana creía que ella confiaría un poco más en él, pero la manera en que lo fulminó con la mirada dejaba en claro que no estaba para nada feliz con la decisión—. Somos esposos, solo compartiremos la cama —gruñó porque había notado que era la única forma en que ella escuchaba a alguien más—. Yo jamás te obligaría a hacer algo que no quieres —musitó y ella le dirigió una mirada insegura. Finalmente se fue a la habitación que ahora era de ambos sin protestar. Jared la siguió.

Evangeline analizó todo antes de ponerse a revolver los cajones en busca de su ropa, ella nunca se atrevió a entrar, aunque Dominic más de una vez se deslizó en su habitación después de tener una pesadilla. Jared frunció el ceño al escuchar el timbre de la casa, era tarde y había empezado a caer una ligera llovizna que obligaría a cualquier miembro del barrio mantenerse alejado de las calles.

Miró por la ventana antes de abrir la puerta y empezar a soltar palabrotas.

Anthony estaba apoyado a duras penas en el hombro de Amelié, la camiseta negra de seda estaba rasgada y manchada, el pantalón no estaba en mejor estado, el ojo empezaba a ponerse morado, tenía sangre en la sien y un montón de arañazos en la cara. Jared lo ayudó a llegar hasta el sofá antes de arrodillarse frente a él y empezar a examinar las heridas. Evangeline se apresuró al baño en busca del botiquín de primeros auxilios.

—Esto es tú culpa ¿verdad? —preguntó a Amelié. Ella le observó con una expresión angustiada y rota. Era claro porque Anthony estaba «estupidizado» por ella. Amelié con su cabello rubio, la piel tan pálida y aquellos ojos azules obtenía la imagen de una muñeca. Pero era una muñeca engañosa y traidora, a ella no le importaba irse con cualquiera que tuviera dinero, ni siquiera tenía que acostarse con ellos para conseguir lo que quería, pero más de una vez Anthony la sacó de problemas por meterse con la persona equivocada, siempre era él quien terminaba mal—. Siempre estas cosas son tu culpa —exclamó furioso—. Siempre lo estás metiendo en tus problemas.

—No las regañes, estoy lo suficiente grande como para tomar mis decisiones…

—Cállate —cortó Jared con mal genio. Cogió la caja de primeros auxilios que le tendía Evangeline, sacó el alcohol y mojó el algodón con él—. Eres un imbécil. Si fueras tan grande como dices te alejarías de ella por tu bien. —Anthony emitió un quejido cuando Jared presionó con más fuerza de la necesaria sus heridas.

—Menos mal que yo soy el doctor —protestó.

—Vas a tener que pagar la limpieza del sofá —replicó fulminándolo con la mirada.

—No me hagas eso, tengo que reponer todo lo de mi casa —bufó haciendo muecas por el dolor.

—¿Qué le pasó a tu casa? —inquirió dirigiéndole otra mirada de reproche a Amelié, tenía el maquillaje corrido por las lágrimas y la lluvia, pero eso le daba una apariencia de muñeca rota con la que engatusaba a cualquiera, a todos menos a Jared.

El problema eres túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora