Capítulo 5: El contrato

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La próxima semana llego demasiado lento para Jared, el viernes que George habló con Evangeline había sido la última vez que vio a Dom, Raúl casi nunca estaba en el restaurante cuando ellos iban a almorzar, si no estaba demasiado ocupado como para atenderlos. Tenía cierto mal sabor de boca sobre la desaparición del pequeño y el contrato. Había esperado semanas por ese día y ahora no podía hacer más que mirar por la ventana mientras su abogado revisaba que todo estuviera en orden con los antes dicho y lo que agregaron.

—¿Qué clase de bromas es esta, Montagne? ¡Lo que pide es una locura! —exclamó Daniel sobresaltando a los presentes—. Este contrato carece de seriedad.

—¿Qué sucede, Daniel? ¿Qué pide? —preguntó impaciente.

Jared tomó el papel al ver a su abogado pálido y balbuceante, tanto que era incapaz de responder. Leyó rápidamente buscando aquello que tanto alarmaba a Daniel y lo había tenido con el corazón en un hilo durante semanas.

Cuando lo encontró lo releyó cinco veces antes de poder creerlo, se pasó la mano por la cara.

—¡¿Está usted loco?! —gritó alterado.

—No grites —gruñó George tranquilamente.

—¿Cómo rayos quiere que no le grite? —preguntó irritado blandiendo los papeles y dejándolos a un lado como si quemaran—. Creí que usted estaba en sus cabales, pero veo que me he equivocado —farfulló recogiendo la chaqueta.

—No veo porque te alarmas tanto, tú más que nadie ganaría si aceptas —replicó sacando un puro y jugando con él entre sus manos.

—¿En serio? —dijo con sarcasmo—. ¿Dígame que ganaría? —inquirió poniéndosela.

—La empresa completa. Al fin y al cabo no tengo más familia que mi hija y será ella quien acabara quedándosela, nunca le ha interesado, ella no se quiere la presidencia. Lo más probable será que la venda—comentó con tono distraído, pero su mirada decía que aquella idea no le gustaba—. Claro, si no existe alguien que la persuada de lo contrario

—El matrimonio no es juego, mucho menos un negocio, debe estar basado en algo más que un acuerdo de ganancia —acotó frustrado—. No se puede jugar con las personas de esa manera, si algo llegara a salir mal más que solo su hija y yo saldríamos heridos, hay un niño en medio —reprochó.

—Un niño que no tiene padre —comentó—. Dominic más que nadie saldría ganando. ¿Tú le tienes bastante cariño o no? Vienes de una familia estable, deberías saber cuán importante es tener ambos padres —siguió.

—¿Dónde queda el amor, la confianza…? —interrogó porque con Dom lo había dejado fuera de juego.

—Basura —protestó. Jared se irritó más ante eso.

—Esto es una locura —repitió Daniel levantándose con su portafolios. Jared hizo un asentimiento de cabeza y abrió la puerta. Daniel salió primero.

—Tienes un mes para pensarlo, Jared. Si tú no estás dispuesto estoy seguro de que habrá alguien más que no se corte por los valores morales —refunfuñó. Jared se retiró cerrando la puerta tras él.

George sonrió de medio lado y encendió el puro.

—¿Está seguro de lo que está haciendo señor? —preguntó el abogado que hasta entonces se había mantenido en silencio—. El negocio con los O’Conell era bastante importante —murmuró preocupado.

—Claro que sí, no me aseguré en vano de qué su padre se cansara para que lo enviara y así conocerlo —contestó después de una gran bocanada de humo—. Él aceptará —agregó muy seguro de sí mismo—. La forma en que ha reaccionado me lo confirma. —Otra bocanada de humo y el abogado se fue—. Amor… —bufó con desdén.

El problema eres túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora