Capítulo 34: Solo un poco de tiempo

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Dom se tapó los oídos con las manos, el estruendo de sirenas, golpes y vidrios al quebrarse acosaba las cuatro paredes en que estaba encerrado con Amélie. Amélie dijo que sus padres llegarían pronto por él, pero no le creyó porque era una mentirosa que traicionó a Anthony, además Dom sabía que a su padre no le caía bien. Su papá era Jared sin importar lo que Gustave dijera. Jared lo abrazaba, le daba besos, le contaba cuentos y jugaba futbol con él. 

La puerta se abrió y el pequeño alzó la mirada al reconocer la voz de André. El hombre hizo una mueca al verle la mejilla, pero antes de que dijera algo el niño estaba siendo abrazado por Jared. André los dejó tranquilos y le cogió el brazo a Amélie, a la cual Jared le lanzó una mirada de desprecio cuando pasó por su lado.

Amélie le avisó a George del lugar, pero no impidió que le hiciera daño a su hijo. Aun así tenía un auto que la llevaría a donde quisiera, la promesa de un lugar seguro y un trabajo estable. 

—¿Y mamá? —susurró Dom en su oído. Jared le dio un beso en la mejilla y le limpió las lágrimas, no quería explicarle al niño que George decidió que Lin armaría un alboroto y le echó un sedante en el agua. Su mejor amigo estaba en el hospital, su hijo asustado y con el labio partido, su esposa drogada y George sonreía. 

—Podemos irnos —declaró el anciano dándose por satisfecho después de hablar con la policía, desde su punto de vista todo estaba arreglado.

Jared sintió el irrefrenable deseó de matar a su suegro, pero solo se metió al auto en silencio. «Dom está bien» repitió mentalmente. Gustave iría a la cárcel, cuando George estuviera anciano y no pudiera valerse por sí mismo lo enviaría a un psiquiatra, desgraciadamente George era esa clase de anciano que aún tenía demasiado por dar.

Evangeline arrancó a Dominic de los brazos de Jared en cuanto salieron del auto. Le lanzó una mirada furibunda a su padre, que se dirigió a la casa con el paso elegante y arrogante que de niña la intimidaba.

—Te quiero, mamá. —Sintió que el aire le volvía a los pulmones cuando el niño se abrazó a su cuello.

—Yo te amo —replicó apretándolo contra su cuerpo y le dio un beso en la frente. Jared le había limpiado la cara, así que no quedaba rastro de la sangre, pero sí de donde salió. Su madre le acarició la mejilla y entró a la casa donde todos estaban esperando. 

Jared estaba hablando por teléfono. Raúl, André y Paloma charlaban, pero cuando vieron al pequeño esbozaron tal sonrisa que Dominic volvió a sentir que estaba a salvo. George no estaba por ningún lado, así que supuso que se encontraba en el estudio.

Después de que Jared le avisó a su familia que todo estaba bien, que Dominic llamará a Gregory y le contara lo ocurrido, Evangeline convenció a Jared de irse. Lo único que querían era estar solos con el pequeño, así que al llegar a casa pusieron una película, Jared hizo palomitas y cuando la película se acabó Dom se acostó con ellos. Evangeline tardó mucho en dormirse. Su corazón estaba hecho un lio, tenía un nudo en la garganta y el calor la estaba sofocando, pero si se quitaba las cobijas se congelaría. Que Jared tuviera abrazado a su hijo no le ayudaba. 

—¿Qué? —reclamó Jared mirándola empacar desde el borde de la cama. Evangeline suspiró y se pasó la mano por los ojos. Se encogió de hombros, sintiendo que una parte de sí se rompía, estaba cansada y deseaba alejarse de todo. Las notas de Dom reposaban en la mesita de noche, con dos meses de vacaciones por delante tenía la oportunidad de salir de viaje—. No puedes irte —masculló.

—Pase mi carta de renuncia hace una semana, así que mi contrato con tu empresa ya está acabado —musitó cerrando la maleta.

—El trabajo no importa —replicó irritado y la siguió hasta la habitación de Dominic. El niño estaba en casa de Gregory ya que no se verían por semanas—. Lin, ¿estás escuchando? —inquirió impaciente.

El problema eres túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora