Capítulo 28: Pasado

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—No —negó Evangeline enjuagando los platos. Jared emitió un suspiro frustrado y continuó secando los que ella terminaba de lavar.

—No puedes estar huyendo siempre de él —replicó—. Además estaré contigo.

Evangeline volteó a mirarlo con los brazos cruzados, apoyándose en el mesón de la cocina, dirigiéndole aquella mirada de «No me digas» que descubrió le lanzaba a Raúl bastante a menudo. Jared sonrió y le metió un mechón de cabello detrás de la oreja, la desarreglada coleta muy pronto se soltaría. Lin arrugó la nariz y comenzó a meter los platos en la alacena.

—No iré —declaró ignorando el tamborileo impaciente de Jared ante su actitud. Evangeline esbozó una sonrisa descarada y salió de la cocina con la frente bien alta. Jared rodó los ojos.

—Creí que enfrentabas todo lo que te venía por delante —musitó siguiéndola.

—No cuando se trata de George, lo evito todo lo posible. Es peor que un dolor de muelas —farfulló haciendo una mueca. Aquello no era la verdadera razón, la verdad era que sentía un insano dolor en el pecho y el estómago se le revolvía de solo pensar en estar en esa fiesta, pero eso Jared no tenía que saberlo. Evangeline empezó a subir las escaleras, con la intención de ir a la habitación de Dominic.

—Estás siendo completamente infantil —protestó cogiéndola por la cintura. Evangeline se retorció, lo fulminó con la mirada y le dio un pisotón cuando no la soltó. Jared la agarró más fuerte—. Quédate quieta ¿no has escuchado de los accidentes de escaleras?

—No iré. No me importa lo que digas ni lo que pienses —masculló intentando zafarse. Bufó al no obtener los resultados deseados—. No voy a pasarme una noche entera entre un montón de viejos que solo hablan de dinero, estadísticas y más dinero —habló medio alzando la voz.

—¿Mami? —inquirió Dominic apoyándose en la barandilla, parpadeó confundido y apretó al Sr. Orejas contra sí, preguntándose si debía estar preocupado o no. Llevaba un pijama de naves especiales y estaba descalzo—. ¿Qué están haciendo?

—Solo estamos hablando —dijo dándole un empujón a Jared, esta vez él no se resistió, subió las escaleras de dos en dos ganándole a Evangeline.

—Ah… —balbuceó Dominic como si no les creyera, pero tampoco supiera que decir.

—¿Quieres quedarte en casa de Suzanne mañana mientras vamos a una fiesta en casa de George? —interrogó cogiéndole la mano para llevarlo de nuevo a su habitación. Dom pegó un saltó emocionado, con los ojos muy abiertos y una sonrisa de oreja a oreja. Evangeline lo fulminó con la mirada, Jared respondió con una sonrisa burlona y llena de petulancia—. Podrías mostrarle a Luc las fotos de tu actuación —comentó aguantándose la risa al ver a Evangeline de reojo. Lin golpeó el piso con el talón como si fuera una niña que se negaba a irse del parque. Ella iba a saltarle encima e intentar cortarle la cabeza cuando entrara a la habitación que ambos compartían.

—No voy a dejarte sola —prometió antes de entrar. Lin suspiró al sentir su mano en la parte baja de la espalda, lo vellos del cuello se le erizaron, pero su estómago se retorció al dar un paso adelante. Se obligó a caminar a paso lento al lado de Jared, con aquellos tacones que odiaba ponerse, muchos más desde que trabajaba para Jared y no se sentía obligada a colocárselos.

El primer día fue bastante raro, sobre todo porque los otros empleados la reconocieron, el rumor de que el presidente fue cacheteado en medio de una reunión incluyó una foto proveniente de las cámaras de vigilancia del pasillo. Todos cuchichearon y la miraron con curiosidad, Jared se deshizo de ellos mostrándoles las manos unidas con el anillo reluciendo en su dedo, la presentó con la jefa de la sección de recursos humanos, le dio un beso rápido y desapareció hasta el almuerzo. Todos se hubieran abalanzado sobre ella si no fuera por la mirada fulminante de su jefa.

—Me alegra que hayan venido —declaró George como buen anfitrión, estrechó la mano de Jared e hizo una ligera inclinación de cabeza a Evangeline. Los llevó a que saludaran el resto de los invitados y presentó a Jared como su yerno.

Evangeline empezó a impacientarse después de una hora de mantener la sonrisa fingida. Los intentos de Jared por relajarla fueron en vano, quería salir corriendo.

—Vámonos —pidió inquieta. Jared asintió y se dirigió a la salida. Evangeline dejó de respirar antes de llegar a la puerta. Gustave estaba ahí, no podía creer que se atreviera a cruzar aquella puerta después de haberla abandonado, aunque era mucho peor pensar que George lo hubiera invitado, buscó a su padre entre los invitados, sus ojos se cruzaron y ella dirigió la mirada a Gustave. George frunció el ceño, en cuestión de segundos su padre estaba a su lado con André—. ¿Qué pasa? —susurró Jared en su oído al ver que no se movía. 

—Dom —respondió simplemente.

Evangeline apretó los labios y negó con la cabeza en dirección a Gustave.

Él estaba agarrado del brazo de una rubia que no hacía más que jalarlo, parecía más viejo de lo que debería, su cabello rubio estaba amenazado con canas prematuras, los ojos tan oscuros parecían un agujero negro. Agradecía profundamente que Dominic no hubiera sacado ningún rasgo de él, mucho menos los ojos que estaban llenos de resentimiento, avaricia y odio. George se encargó de que Gustave entregara la custodia incluso antes de haber visto al niño, cuando lo hizo pareció aceptarlo mucho mejor al ver que tenía los ojos tan azules como él. La aceptación de George no era algo que la desvelara, pero ahora parecía un punto clave en su vida y la de su hijo.

Jared la rodeó con un brazo completamente y caminó tranquilo hasta la puerta.

—¿Cómo está mi hijo? ¿Don…? —preguntó Gustave entre dientes, tanteando porque no recordaba el nombre del niño, cuando pasaron por su lado. Evangeline estuvo a punto de voltear y recordarle que era solo suyo, pero Jared no la dejó, volteó él mismo y fulminó con la mirada a Gustave antes de decir:

—Es mi hijo y más te vale que te mantengas alejado de él.

George y André caminaron detrás de ellos, logró escuchar que George le espetaba a Gustave que no era bienvenido en su casa mientras esperaban el auto, la mujer chilló algo, pero no tuvo tiempo de oír más. Jared le abrió la puerta y se fueron de ahí.

—¿Cómo se llama? —inquirió Jared cuando estaban los suficiente lejos de la casa.

—Gustave —contestó consciente de a quién se refería. Apoyó la mejilla contra el vidrio y cerró los ojos, quería olvidarse de él. Jared buscó su mano y se la apretó. A veces era bueno que estuviera con él. Dejó que los dedos de Jared se enredaran con los suyos.

Jared nunca creyó llegar a conocer al padre biológico de Dominic, sobre todo después de que Lin le dijera que fue echado de su familia y sobornado por George. Había algo en Gustave que no le gustaba, se preguntaba qué rayos vio Lin en él, no le parecía el tipo de persona en que ella se fijaría, pero bueno ella misma dijo que fue error.

El problema eres túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora