No hay forma de justificar algo así

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Después de aquella escueta e inusual presentación, Izuku se dedicó a reparar la puerta principal, la del dormitorio podía esperar, su pobre cerebro aún no asimilaba lo que acababa de suceder, esa mañana era un estudiante completamente normal y antes de que llegara la tarde un extraño sujeto se  había metido a la fuerza en su casa clamando estar ahí por motivos que el no terminaba de creerse.

En cuanto a su invitado, este se hayaba bastante decepcionado, Izuku era japonés y aún no le había ofrecido ni siquiera una taza de té, el rubio se había tomado la molestia de quitarse los zapatos al entrar, lo mínimo que esperaba era una miserable taza de té, en lugar de eso el pecoso sólo le había indicado que se quedara en la habitación mientras reparaba la puerta que Deku lo había obligado a destruir, el Deku que el recordaba era mucho más atento, sin intención alguna de bajar y ayudar a su anfitrión, Katsuki simplemente se tiró sobre la cama y decidió tomar una siesta.

No habían pasado ni 10 minutos cuando un grito de dolor lo saco de mala manera de sus dulces sueños, en dicho sueño el era Dios y su primera acción como tal era enviar a la tierra una inofensiva lluvia de fuego y sangre, de algún modo había que demostrar quien mandaba y el creía firmemente que el dolor y la disciplina van de la mano, a los humanos no los podía obligar a hacer nada, pero darles un sutil recordatorio de su existencia no iba contra las reglas, trató de volver a dormir pero un segundo grito se lo impidió, fastidiado, no le quedó más remedio que bajar a ver qué sucedía, encontrándose con una escena que casi lo hace reír.

Izuku no tenía idea de como reparar esa puerta, era demasiado torpe para su propio bien, de algún modo  se las estaba arreglando para quitar las bisagras rotas, lo que culminaba en dedos astillados, en cierto punto Katsuki tuvo pena de el y con un chasquido de dedos arregló la dichosa puerta ante la desolada mirada de Izuku.

—¿Desde un principio pudiste hacer eso?— El peliverde no se molestó en ocultar su cabreo.

—Claro que si, pero verte fallando era demasiado divertido—  Respondió Katsuki con una sonrisa que le sacudió el estómago a Deku, el ángel le resultaba conocido.

—Tengo hambre, prepárame algo comestible de cenar— Katsuki era como un gato, esa no era su casa pero mandaba como si de verdad lo fuera.

—¿ Y tu que piensas hacer mientras tanto?—.

—Voy a inspeccionar tu casa y a deshacerme de cualquier objeto que incite al pecado ¿Alguna objeción?— La pregunta era sólo formalidad, no estaba pidiendo permiso de todas formas.

—Esta bien, pero... Después de eso ¿Podría hacerte algunas preguntas? — Una sonrisa nostálgica  adornó el rostro de Katsuki, Deku no cambiaba ni siquiera como humano.

—No garantizo que pueda responder todo— Había información que los humanos no podían conocer y a pesar de que Deku en principio es un ángel, Katsuki no quería arriesgarse.

—Esta bien, no planeo preguntarte los secretos del universo o algo asi— Fue lo último que dijo
antes de desaparecer con rumbo a la cocina.

Katsuki por su parte no perdió el tiempo y se dirigió al dormitorio de Deku, si había algo malo o pecaminoso en esa casa, debía estar ahí.
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Katsuki empezaba a cuestionarse seriamente que clase de persona era Izuku, contrario a lo que creyó en un principio el dormitorio del pecoso era un monumento a la ñoñez, el Nerdvana podríamos decirle, el creía que el dormitorio donde lo había acorralado era el suyo, pero no, ese era el de invitados, Katsuki se sentía un poco incómodo, a donde quiera que miraba había un sujeto musculoso de traje ajustado observándolo.

Estaban en todas partes, cómics, pósters y figuras, todas ellas de superheroes, en los libreros, sobre la mesa, bajo la cama, cosas y mas cosas de nerd, en determinado momento casi se olvida de su objetivo y se pone a leer alguno de esos pequeños libros, al darse cuenta de lo que había estado a punto de hacer se alejó de golpe, no iba a convertirse en uno de ellos.

No podía tirar ninguna de esas cosas, no importaba lo que los insufribles pastores evangélicos dijeran, no había nada de malo con esas revistas, estuvo a punto de dar por concluida su labor en ese cuarto cuando un armario que no había notado antes llamo poderosamente su atención, dudaba encontrar algo comprometedor pero no perdía nada con revisar.

El pobre ángel se arrepintió de ello nada más al abrir la puerta, allí sólo había disfraces de superheroes, ropa que era un insulto al buen gusto, unos diez pares de zapatos rojos, cajas con contenido desconocido y lo que pudo identificar como álbumes fotográficos, como pensaba, no había nada incorrecto ahí, no era un pecado que le gustara el cosplay y muy a su pesar la ropa fea tampoco lo era, decidió que sólo revisaria las cajas y que eso sería todo, era casi un hecho que Midoriya Izuku era un santurron mojigato.

Después de revisar un par de cajas que no contenían más que basura según el, procedió a revisar la última, a Katsuki le pareció extraño que pesara tanto, menuda sorpresa se encontró al abrirla, ropa interior escandalosa, condones, lubricantes, juguetes sexuales y revistas pornográficas de temática sadomasoquista, lejos de sentirse asqueado, Katsuki no pudo reprimir la risa que esto le causó, era el doble de gracioso cuando consideraba el hecho de que Deku aún apestaba a vírgen, era una pena que no tuviera una cámara a la mano, así cuando Deku estuviera en el cielo nuevamente, podría divertirse avergonzandolo.

Estuvo riéndose un rato hasta que un olor desagradable llegó a su nariz, dicha peste provenía de la caja de la vergüenza, olfateo el contenido más de cerca, ese olor le era conocido, aunque no podía recordar de donde lo conocía.

Sin pensarlo demasiado tomó una de las tantas tangas de elefantito que contenía la caja y la pego a su nariz inhalando profundamente, allí fue donde lo recordó, ese repulsivo olor correspondía a Mineta, un Incubo famoso en el infierno por llevar más de 300 años de virginidad, no importaba en quien se transformara o que palabras dijera, eventualmente las mujeres lo hayaban repelente, impidiendo así cualquier contacto con ellas, ya ni hablar de algún acto sexual, eso sin duda preocupó a Katsuki ¿En qué momento habían contactado a Deku?.

Tan concentrado estaba en sus asuntos que no se dió cuenta  de que Deku lo observaba desde la puerta, con una expresión de total desconcierto, reacción totalmente normal, después de todo, no todos los días te encuentras a tu ángel de la guarda oliendo una tanga con expresión seria, sentado frente a un montón de juguetes sexuales, ya luego explicaría de donde salió esa caja, pero por el momento, pretenderia que no vio nada y volvió sobre sus pasos a la cocina.

Angelito de mi guarda ¿Mi dulce compañía?  [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora