Está en mis genes

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Meses atrás, frente a la puerta del infierno

Era de noche y en la entrada del Tartaro un pequeño sujeto de singular peinado trataba afanosamente de forzar la cerradura de la puerta de entrada, el pequeño Mineta estaba decidido a volver al inframundo, viéndose ignorado por Satanás se vio forzado a tratar de entrar de otra forma, por lo que ahí estaba él, con la frente sudorosa y un imperdible en la mano tratando de abrir la cerradura.

Lo que él pequeño incubo ignoraba era que desde que había sido enviado a la tierra, el infierno se había modernizado por lo que sus acciones conllevaron a un masivo corto circuito, dejando inutilizables todas las puertas que funcionaban con el mismo mecanismo, por culpa de ese descuido los demonios no podían entrar ni salir hasta que arreglaran el desperfecto y las almas hacían fila frente a las puertas, antes de que los técnicos llegarán a reparar la avería, Mineta salió corriendo, había más de una entrada al infierno.

Mientras tanto, dentro del inframundo Todoroki Shoto hervía de ira dentro del mismo, aunque su rostro parecía tranquilo su lado izquierdo del cuerpo, el lado demoníaco, ardía en intensas llamas.

¿La razón?

Alguna idiota había averiado los cerrojos electrónicos de las puertas de entrada y salida, por lo tanto estaba atrapado allí, justo cuando había reunido el valor para subir y buscar a su querida madre, las reparaciones serían lentas y tardadas, era el infierno después de todo, tendria que buscar rutas alternas, pero estando en el infierno eso sería difícil.

Se dirigió a la orilla del río aqueronte, con la esperanza de que Caron lo llevará al otro lado, encontrándose la desagradable sorpresa de que el barquero se habia ido a la huelga, exigía algunos ayudantes y días de descanso o al menos una lancha de motor, una eternidad remando a cambio de una simple moneda le había comenzado a pasar factura.

Sin muchas ganas se dirigió a su única opción viable "El Agujero de Mel".

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Actualidad

La tarde caía en aquella tranquila ciudad y un joven caminaba con porte de monarca por las calles, arrancando varios suspiros de las jovencitas inocentes que lo veían pasar, no era para menos, Todoroki Shoto resaltaba entre los mortales como un digno hijo del rey del inframundo.

A su lado y de una presencia no menos discreta, Yoarashi Inasa se erguía con su gran estatura, observando uno a uno los  enormes edificios como si estuviera buscando algo.

¿Por que estaban juntos? ¿Eran amigos, amantes, o una relación de amo-esclavo?

Ninguna de las anteriores, Shoto dejó una puerta abierta e Inasa se salió, siguiéndole como un cachorro llegó junto a él a la tierra,

¿Que hacía en la tierra?

Fácil, buscaba a su madre.

Después de cierto incidente, la madre de shoto había renunciado a su vida como Ángel y había bajado de forma permanente a la tierra, siempre reencarnando en doctoras, enfermeras y similares, su especialidad eran los departamentos de quemaduras  en areas de pediatria, la dulce mujer ocupaba cada vida otorgada en aliviar el dolor de niños inocentes, el único niño al que le negaba su amor de madre era a su propio hijo y aunque Shoto sabía muy bien la razón de aquella actitud a su persona, no tenia odio o rencor contra ella, todo lo contrario, su único objetivo era volver a verla y que ambos pudieran reconciliarse, ni más ni menos.

—¿Alguna idea de dónde pueda estar su señora madre, príncipe?—Preguntó Inasa curioso.

—Ninguna... la única pista que tengo es que se encuentra trabajando como enfermera en alguna escuela... Por cierto Inasa, aquí puedes llamarme Shoto —.

—Entendido... Príncipe Shoto—Todoroki suspiró exhausto—Entonces ¿Cuál es el plan?—Inasa no esperaba que fuera algo tan exhasperante, aun así parecía algo divertido, era su primera vez en aquel lugar.

—Espera—Shoto se detuvo repetinamente—Siento algo, una presencia familiar—.

—¿Se trata de su madre?—.

—No, es una sensación desagradable pero terriblemente familiar... Sígueme—Shoto hecho a andar con Inasa siguiéndolo de cerca.

Inasa no sabía bien a qué se refería su señor, pero mientras más avanzaba sus dudas se iban despejando, una desagradable presencia angelical inundaba el ambiente, e Inasa acostumbrado al constante olor del azufre no pudo evitar arrugar el entrecejo ante el dulce olor del caramelo que ese angel emanaba, de inmediato se puso en guardia listo a proteger a su príncipe.

Ambos se adentraron a un lugar que Todoroki reconoció como una universidad, la presencia era muy fuerte aún así no podían ver al angel en cuestión, pero si lo sentían acercarse.

—Ahí...— Shoto ya lo había localizado— ¡No te muevas, Inasa!—.

Sentado bajo la sombra de un árbol se encontraba un joven humano de ojos verdes y pecosas mejillas, irradiaba la clásica aura de los humanos de buen corazón, Shoto sabía que los angeles los frecuentaban y que tenían simpatía por éstos, aún así intuía de quien era la presencia que sentia y no podía creer que precisamente "él" estuviera revoloteando alrededor de un humano.

No le tomó mucho localizarlo, una ardilla rubia y de ojos rojos observaba intensamente al humano que permanecía ajeno a su pequeño y peludo acosador, el muchacho vio su reloj y se levantó dispuesto a irse, acción que provocó que la ardilla desapareciera quedando en su lugar una pequeña ave que se dio a la tarea de seguir al muchacho.

Shoto reconoció a Bakugo de inmediato y un cosquilleo apareció en su estómago producto de la emoción y la adrenalina que su viejo conocido despertó en él, no quería entrometerse, de verdad que no quería hacerlo, después de todo una de sus mitades era un ángel y quería llevar las cosas en paz con sus parientes lejanos, además tenía algo mucho más importante en que ocupar su tiempo y esfuerzo.

—"¡Vamos, solo un poco!"—Gritaba su lado demoníaco—"¡Aunque sea una sola vez!".

Shoto a duras penas podía resistir el impulso de ir y arrancarle un par de plumas al ave que revoloteaba en torno al muchacho, Inasa no se encontraba mejor, lo único que lo detenía era su fuerza de voluntad y la orden de Shoto por lo que no movia un solo músculo.

—"¿Dejaras que esa gallina se vaya? ¡Vamos, un insulto aunque sea!"—Shoto no podía evitarlo, las pequeñas travesuras a los angeles eran algo que venía ya programado en su ADN.

Shoto sonrió con un pequeño toque de malicia, no tocaría una sola pluma de las alas de Katsuki, no sabía si una agresión, por pequeña que fuera, ocasionaría una pelea entre el cielo y el infierno, pero nada le impedía acercase al humano que Katsuki, obviamente, protegía, sin demora se apresuró a seguir al par que se perdía entre la multitud, olvidando por completo a Inasa, quien se quedó quieto como una estatua durante varias horas más.
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No se ilusionen los demonios tendrán un papel muy pequeño.

Angelito de mi guarda ¿Mi dulce compañía?  [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora