Todo es mas simple de lo que parece

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Izuku se hayaba en el comedor terminando de acomodar los cubiertos sobre la mesa, una parte de él esperaba que al subir a su habitación ese ángel ya se hubiese ido, le avergonzaba el hecho de que hubiera encontrado la caja de la vergüenza, pero había una explicación totalmente válida para su existencia. 

Un par de meses atras tuvieron lugar un montón de encuentros por demás extraños, al igual que ese día un tipo raro y con cara de pervertido tocó su puerta clamando tener en sus manos la clave de la felicidad acto seguido y como si fuese castigo del propio Zeus, una serie de rayos comenzó a caer en torno al hombrecillo provocando que pusiese pies en polvorosa y huyera despavorido, dejando perplejo y preocupado a Izuku.

—"Ni siquiera está nublado ¿De donde salió eso?"—.

Dichas visitas se repitieron varias veces más, pero la naturaleza actuaba de maneras misteriosas, diferentes fenómenos naturales se ponían en medio para evitar que ambos hicieran contacto, ya sea una fuerte corriente de aire o un trueno ensordecedor que parecía más una advertencia que un fenómeno real.

Tiempo después los intentos de aquel hombrecillo por contactarlo cesaron por completo, en lugar de eso cada semana un regalo aparecía en su puerta, obsequios por demás desagradables e indeceados que decidió ocultar en el fondo de su armario, amontonandolos hasta llenar una caja completa, no es que planeara utilizar alguna de esas cosas, pero moriría de vergüenza si alguien llegase a asociar esos objetos a su persona al verlos en su basura.

Sin que Izuku lo supiera, todos esos presentes albergaban las ilusiones y esperanzas de un pequeño Incubo fracasado que vivía creyendo que lo dejarían volver al infierno si pervertia al ángel predilecto de Dios, pero no importaba lo mucho que lo intentara, Enji nunca apareció frente a el con la noticia que tanto anhelaba oír, sin importar cuanto intentara contactar a Satán, sus rituales no funcionaron, las cartas nunca llegaron y sus Whatsapp jamás fueron respondidos, Enji le había dado la espalda, sus poderes estaban confiscados y eventualmente desistió de su plan inicial, más que nada por temor a Aizawa y los letales rayos que con trabajo esquivaba, un par de intentos más y los molestos presentes por fin terminaron.

Tan ensimismado se encontraba en sus pensamientos, que fue incapaz de esquivar una caja de condones de talla extra pequeña, probablemente a la medida de Mineta, volando directo a su nuca.

—¡Auch! ¡Que diablos pasa contigo, ángel psicopata! Y por favor ¿Puedes guardar tus alas? ¡Estas haciendo un desastre!—Izuku estaba molesto, no es como si el hubiera buscado que cosas tan extrañas estuviesen pasándole, además ese recién llegado le daba la sensación de que planeaba convertirlo en un sirviente en su propia casa.

—¡¿Se puede saber de donde mierda sacaste ésto!? ¡Explícate, te doy 10 segundos maldito nerd!—Katsuki, completamente furioso, agitaba un dildo y un tubo de lubricante frente a su rostro, provocando que Izuku enrojeciera de la cabeza a los pies.

—¡Puedo explicarlo!—Izuku puso sus brazos al frente a modo de escudo, en un vano intento de protección.

—¡Se acabó el tiempo!—Hecho una furia Katsuki se abalanzó sobre su protegido, provocando que ambos cayeran al suelo, sin perder tiempo, el rubio se apresuró a introducir el dildo en la boca ajena, ignorando los gritos y gemidos de Izuku, quien luchaba por respirar.

—Ya... Mmgh, basta, ngh... Katsuki— Izuku pronunció esas palabras jadeando y sonrojado por la falta de aire, provocando que el mencionado rubio se detuviera al instante—Puedo explicarlo, lo juro—.

La visión del rostro sonrojado de Izuku, encendió en el una llama que creía extinta, si a la ecuación le agregaba una delgada línea de saliva que salía de la boca del pecoso, los ojos medio abiertos y la ropa desarreglada, daban como resultado un tren de pensamientos que cualquiera catalogaria como sucios y pecaminosos.

Angelito de mi guarda ¿Mi dulce compañía?  [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora