Tercera carta:

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“Buenos días:

Voy a admitir que quizás haya estado divagando en la carta anterior, que quizás quería tranquilizarte, porque uno no puede soltarse sin antes asegurarse de que quien lo lee es consciente. Y, por otro lado, no tengo apuro por contarte lo que tengo para contar. Ni siquiera estoy preocupada ni interesada en saber cuánto seré capaz de escribirte, y no quiero pensar en que siempre quedará algo.

Lo que he dicho en la primera carta es verdad: algún día dejaré de estar entre ustedes. Pero tú y yo desconocemos el día que aquello sucederá. La diferencia es que cuando sea el momento, yo lo sabré, y tú quizás, luego, descubrirás quién soy.

Yo sé que estás pensando en el suicidio, y quiero que sepas que yo también lo pienso.

Como te he dicho antes, hay millones de motivos para dejar esta vida. Para dejar la vida que tú llevas, o para dejar la vida con la que cargo yo. Creo que la vida, al final, se resume en vivir o no vivir. Desde el principio, respiramos porque no sabemos cómo dejar de hacerlo, porque lo hacemos por inercia, lo hacemos para seguir al montón, lo hacemos porque todos lo hacen. Pero cuando crecemos empezamos a ser conscientes de que respirar es toda una decisión, porque al fin y al cabo lo es.

Pero a pesar de todo, seguimos respirando. Quizás porque todavía lo hacemos por inercia, quizás porque tememos dejar de hacerlo, o quizás porque nos recordamos que la vida puede ofrecernos un maravilloso combo de buenos momentos, mezclados amargamente con lágrimas. Quizás nos decimos todas las noches que el día siguiente será mejor, o quizás caminamos por nuestros senderos porque no tenemos nada mejor que hacer. Quizás amamos respirar y nos entretenemos con las circunstancias que la vida, diariamente, crea para nosotros. O al menos eso hago yo: observar y cuestionar millones de cosas que sé que son incuestionables, porque simplemente son así y el dudar de ellas no las cambiaría jamás.

Quizás pienso demasiado en lugar de simplemente aceptar lo que la vida me da. Quizás debería dejar de cuestionarla, pero no lo haré porque todos tenemos derecho a cuestionar el motivo por el que estamos aquí. Y todos tenemos el derecho de decepcionarnos, porque, querido amigo, estamos aquí por ningún motivo más que intentar, caóticamente y sólo con el fin de mezclar las cosas y complicarlas, darle sentido a la vida.

Que tengas un lindo día.

Seguiré escribiéndote.

Con cariño, problemas existenciales

O sólo problemas

O simplemente dudas.

Una chica ordinaria.”

Cartas de una chica ordinariaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora