Duodécima carta:

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“Buenos días:

Estoy perdida en lo transparente, y me pregunto si tú también lo has estado en algún momento.

La verdad está en frente de mis ojos, y soy capaz de tomarla sin más, pero por alguna razón, no soy capaz de sacar la venda de mis ojos. Me está tapando todo. Es extremadamente sombría, y yo estoy harta de la oscuridad. Quiero sentir la verdad, incluso si su transparencia resulta completamente opaca.

La verdad es que estoy sola. No, no sólo yo: Toda la humanidad lo está. Tú lo estás, amigo mío, y lo lamento tremendamente. Pero, oye, es hora de aceptarlo. No podemos contar con nadie. No podemos mostrarnos cómo somos, porque eso nos destruiría. Quizás por eso este mundo está lleno de falsedad. Y quizás por eso formo parte de aquello de lo que nunca quise ser parte.

Me pregunto por qué nos hacemos todo esto, por qué nos hacemos esto a nosotros mismos. Quizás sea para tratar de entender a los otros. Quizás sea para tratar de no sentirnos tan solos. Sin embargo gastamos en ignorarnos, pero ninguno se atreve a hablar. Tal vez tenemos miedo de preguntar, y hay distancias que insisten en apartarnos. Pero entonces ¿por qué hacemos con los otros aquello que no queremos hacernos a nosotros? Quizás para tratar de entenderlos. Quizás para sentirnos parte de ellos.

Yo no me siento parte de nadie, ni siquiera de mí misma, y eso, querido amigo, es desgarrador.

Que tengas un lindo día.

Seguiré escribiéndote.

Con cariño, problemas existenciales

O sólo problemas

O simplemente dudas.

Una chica ordinaria.”

Cartas de una chica ordinariaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora