“Buenos días:
Nuevamente, me pregunto qué es lo que las personas pensarían de estas cartas si pudieran leerlas. Me pregunto en si alguien, dentro de muchos años, las leerá, y supongo que ésa sería la consecuencia de escribir: que se quedará por más tiempo del que los pensamientos, que rigen en tu cabeza, lo harán. Y también reflexiono acerca del suicidio, del dolor, de la felicidad, y de aquella cosa letal que llamamos amor.
En primer lugar, quiero explayarme acerca del suicidio. Yo creo que todo el mundo piensa que quitarse la vida es algo estúpido, y estoy de acuerdo en que todo aquel que repita constantemente que se suicidará, no lo hará. Y eso me hace sentir hipócrita, y eso me hace sentir mal conmigo misma, porque la hipocresía no es algo que me agrade, pero sé que siempre se será, aunque sea un poco, hipócrita. Volviendo al tema, sé que debes pensar en que quitarse la vida es algo tonto, que es algo que sólo puede asociarse con personas de baja autoestima y de bajo coeficiente intelectual. Querido amigo, yo creo todo lo contrario: aquel que se suicida sabe lo que está haciendo. Porque, vamos, motivos no nos faltarían jamás, porque así como puedes encontrar motivos para quedarte, puedes encontrar motivos para dejar de existir.
En segundo lugar, está el dolor. Todos lo sentimos alguna vez, porque el dolor está para sentirse y para reinar, irremediablemente, en tu corazón por períodos desgarradores. He pasado cosas horribles en mi vida, y sé que habrán muchas más, pero para mí el peor dolor es la pérdida de un ser querido. Y aunque he perdido a personas realmente importantes, sé que aún no he llegado al punto de forzar sonrisas. Yo sí creo que las personas rotas lo hacen, pero no comprendo cómo. Si yo no estoy en condiciones de sonreír, simplemente no lo hago. Y cada vez que sonrío, lo hago en serio, lo hago porque puedo y porque hay motivos suficientes.
Luego, está la felicidad. O al menos debería estar, porque si existe el dolor, ¿no debería existir la felicidad? Sin embargo, hasta ahora, no he tenido el placer de sentir una felicidad total, porque cada vez que la tuve no sabía realmente que la estaba teniendo. Sólo pude darme cuenta cuando todo estaba perdido. Y esta felicidad incompleta sólo me hace pensar en lo injusto que la vida es, porque dolor sí hay. Aunque tal vez cabe razonar que quizás ningún dolor o tristeza sea completo, por lo que la felicidad tampoco tiene que serlo.
Me reservaré el tema del amor para otro momento.
Que tengas un lindo día.
Seguiré escribiéndote.
Con cariño, problemas existenciales
O sólo problemas
O simplemente dudas.
Una chica ordinaria.”