“Buenos días:
Todo tiene un final, amigo mío. Creo que he intentado no llegar a este punto, pero el final es inevitable en todos los sentidos, así que ésta será probablemente la última carta.
Todo este tiempo he sido objetiva y egoísta; sólo escribí por mí, temiendo que tú cambiaras algo en mí. No puedo negar que te he estado observando desde la primera carta. Y sé que tú también has querido observarme a mí, y que el único problema que tenías era que no sabías quién era. Sé que intentas descubrirme. No sé si realmente quieres saber quién soy, o si sólo estás interesado en poner un rostro a unas cartas. No sé si quieres decirme algo, o si estás perfectamente bien así.
Ya sabes que me gusta pensar acerca de lo que las demás personas piensan o sienten, así que se podría decir que estoy tremendamente interesada en todo lo que piensas sobre mí. Quiero saber si estás de acuerdo con mis palabras, y qué te ha hecho la vida para opinar de una manera similar a mí.
Estuve leyendo, nuevamente, todo lo que te escribí, y como en todo final, hay algunas cosas que se deben aclarar, algunas preguntas que deben ser respondidas, y otras que deben ser creadas.
Amigo mío, te mentí.
Lo lamento pero así es: te mentí. Y no me arrepiento de haberlo hecho, sino que me arrepiento de dejar que todo llegara tan lejos y tan profundo. Me arrepiento de haber dejado que me conocieras tanto. Me arrepiento de haber hecho de estas cartas algo tan real, y lamento si alguna vez te asusté o te sorprendí de alguna mala manera.
Espero no te sientas mal por mis mentiras. No fueron muchas, pero si te pones a pensar en todo el tiempo que hubiéramos podido tener de haber dicho la verdad, con todas sus letras y sin cambiar palabra alguna, te sentirías triste por el desperdicio. Yo, a veces, lo hago, de hecho.
Cada vez que te escribí sobre del amor, me refería ti. Tú eres a quien le regalo mi último pensamiento antes de dormir. Tú eres quien me obligó a escribir poesía, y a desear conocerte. Tú eres por quien sentí dulce el cariño, y por quien sentí quemarme con la necesidad.
Tú eres quien ansío y temo conocer. Todavía no sé si te amo o si sólo te quiero un poco, pero ¿realmente importa?
Me gustas desde hace tiempo, y cuando dije que nunca pensé escribirte todo esto a ti, mentí. Siempre imaginé lo que sería escribirte estas palabras, y lo que sería que tú las leyeras. Siempre me ilusioné pensando que, si alguna vez te decía que me gustabas, inexplicablemente yo te empezaría a gustar. Quizás porque querrías aprovechar mi amor. Quizás porque simplemente te dejarías amar por mí, y eso te haría sentir mejor. Y para mí, amigo mío, eso hubiera sido maravilloso. Nunca me importó realmente que me quisieras, porque en verdad estoy bien queriéndote en silencio, y deseándote suerte en cada cosa que hagas.
Temo conocerte porque quizás nunca llegues a darme la oportunidad de ser tu amiga. Yo quería ser esa persona con la que siempre podrías contar, y al final, tú lo terminaste siendo. En ti, encontré el refugio perfecto para mi alma, y no quiero descubrir si también eres perfecto para mi cuerpo.
No quiero saber que sería de nosotros, en la vida real me refiero. En mis sueños, somos todo y nada a la vez. Somos alegría y eternidad, consumidas en un segundo.
Solía creer que te estabas perdiendo de todo el amor que yo podía darte, sólo por no ver que te quiero, pero sé que no es así. La única que pierde aquí soy yo, supongo que por no saber acercarme a ti. Pero, ¿quién me puede culpar por temer acercarme y que todo se evapore y me haga preguntarme si alguna vez todo existió en primer lugar?
¿Qué hubiera pasado si te hubiera hablado y me hubiera dado cuenta de que no eras lo que yo creí que eras? Porque no te conozco lo suficiente como para saber que me agradara todo lo que encontraré, y aunque sienta que podría amarte de la forma que seas, no puedo asegurarte eso.
¿Qué hubiera pasado si en ti encontraba todo lo que alguna vez deseé? ¿Podría superarte alguna vez? ¿Podría recordarte sin una pizca de amor?
Siempre me sentí a salvo entre lo que sentía, que nunca fue demasiado profundo. Siempre lo vi como una pequeña necesidad de sentir algo diferente, como algo que marcaba mi vida por un momento. Yo no quería que tú fueras más que un momento. Pero ya ha pasado tanto tiempo que, aunque no te conozca, te recordaré como si hubieras sido la persona más perfecta que jamás llegué a conocer por miedo, o por injusticias de la vida.
Ahora me conoces demasiado bien, y no hay manera de que yo entre a tu vida. Estoy feliz con sólo haber entrado en la tuya. Espero haber logrado que me recordaras durante toda tu vida, aunque quiero que sepas que nunca fue mi intención contarte tanto sobre mí.
No me busques, amigo mío, porque lo nuestro acabó. Nunca había sentido que algo que ni siquiera llegó a empezar, haya acabado. Probablemente te seguiré queriendo, pero en la boca siento el agridulce sabor del final. No importa si logré lo que soñé, porque logré decirte todo lo que necesitaba, y este asunto lo doy por acabado.
Que tengas una buena vida, amigo mío. No insistas en reabrir la herida y no me busques. Intenta olvidarme, así como yo intentaré. Quizás algún día nuestros caminos se junten y el destino nos haga saber que nuestra historia no había acabado, incluso aunque se hubiera sentido así.
Eso es lo sorprende de la vida: No sabes cuándo algo está acabado, hasta que ya no queda nada en lo absoluto.
Quizás te sientas mal por no saber quién soy, pero, lo digo en serio, no me busques, porque sólo lograras confundirme con alguien más. Y eso me dolería infinitamente, amigo mío. No debes confundirme. Cuando me veas, lo sabrás, y no habrá necesidad de decir nada.
Que tengas un lindo día.
Con todo el cariño de mi corazón,
Una chica ordinaria.”
