“Buenos días:
Creo que tú y yo ya hemos llegado a la conclusión de que pienso demasiado, y espero que sepas que eso no es necesariamente bueno. Todo este tiempo me he estado imaginando qué sería lo que tú piensas de mí, y me he estado deleitando con el conocimiento de que cualquier opinión que tengas sobre estas cartas, son respecto a mi verdadero yo.
Aunque, valga la redundancia, puedo llegar a tener demasiados verdaderos yo. Porque las personas actuamos de diferentes formas, según cada ocasión, pero yo creo que nuestro verdadero yo es lo que hacemos sin reflexionar acerca de lo que realmente estamos haciendo. Por ejemplo, yo realmente no sé qué estoy escribiendo, ni qué estoy haciendo con mi vida, y admito que estoy improvisando todo, así que supongo que ésta soy yo.
Hay una frase que me encanta, que dice así: “Quizás no te conozca, ni me conozcas, pero podemos conocernos o desconocernos más si quieres. Eso sí, yo no te mentiría si no te conociera, porque contigo puedo ser yo mismo y tú ni siquiera lo sabrías.”
Todas estas cosas me hacer dudar acerca de si soy realmente yo cuando conozco a alguien, porque me conozco a mí misma lo suficiente como para admitir que me gusta agradarle a los demás, y eso me hace preguntarme qué tan lejos llegaría para caerle bien a alguien, especialmente si ese alguien es al que realmente quiero agradarle.
Quitando todas estas dudas, sé que debería empezar a ser yo misma, o al menos a dejar de intentar agradarles a todos. Aunque ésa soy yo, y no lo podría cambiar aunque quisiese.
Espero caerte bien a ti también.
Que tengas un lindo día.
Seguiré escribiéndote.
Con cariño, problemas existenciales
O sólo problemas
O simplemente dudas.
Una chica ordinaria.”
