Undécima carta:

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“Buenos días:

Soy una persona cerrada, amigo mío. Si nos conociéramos personalmente, no conseguirían ninguna de mis palabras mágicas, pero tengo el privilegio de poder expresarme aquí, lo cual es una bendición cuando todo lo que alguna vez tuve fue un archivo de la computadora que temía que alguien leyera.

Oh, amigo mío, otra advertencia: el temor al descubrimiento es lo que hace de las palabras, más mágicas. Porque, verás, si supieras quién soy y hubieras hablado conmigo alguna vez, temería que leyeras todo esto que te he estado escribiendo por todos estos meses. Pero, si fueras mi familia o alguno de mis amigos, temería tremendamente que obtuvieras todas estas palabras, porque todo esto soy yo y, cuando te ocultas bajo mi máscara, descubrir todo esto es impactante.

Amigo mío, me pregunto cuántas veces te has sentado en un lugar a simplemente observar a las personas. Pero no a mirar qué tan lindo es su cuerpo, o qué tan brillantes son sus sonrisas, sino a mirar más allá de toda apariencia. Me pregunto si alguna vez notaste tristeza en una sonrisa, o si alguna vez te enteraste de lo mal que alguien lo estaba pasando, y por un segundo que se sintió muchísimo más liviano de lo que debería, te pusiste en su lugar.

Tengo una última cosa que admitir que, como siempre, me destroza un poco mucho: Tengo una vida afuera de estas letras mágicas, una vida llena de vacías y simples palabras que no me satisfacen, y no soy capaz de pretender que estoy bien con ello. Tanto vacío me hace sentir irremediablemente vacía e imposible de llenar. Tanta vida me hace sentir muerta, y quizás la muerte me haga sentir viva.

Que tengas un lindo día.

Seguiré escribiéndote.

Con cariño, problemas existenciales

O sólo problemas

O simplemente dudas.

Una chica ordinaria.”

Cartas de una chica ordinariaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora