–Buenos días, Kano– Saludó el Akabane mayor al ver a su hijo entrar a la sala de la casa.
–Buenos días... – respondió este algo extrañado de que su padre actuara como si nada hubiera pasado.
–¿Cómo te sientes?– preguntó quitando la vista de los papeles que leía y se levantaba para ir a donde estaba su hijo y poder tocar su frente en busca de alguna alta temperatura.
–Bien– volvió a responder mientras miraba al mayor.
–Por suerte... Bueno, yo debo ir a llevar unos papeles a tu escuela y luego volveré por si me necesitas– informó volviendo a donde estaba antes y tomaba dichos papeles –Por favor, desayuna. Vuelvo en una hora– finalizó caminando a la puerta para abrir esta y luego irse para nada tranquilo.
El menor, una vez solo, suspiró y sin más subió nuevamente las escaleras hasta su habitación.
[°°°]
"Eres un idiota Kano...".
El pelirrojo quitaba lentamente las vendas que cubrían sus brazos.
"Tan idiota como para no lograr algo tan simple... ".
Sus brazos estaban llenos de aquellas marcas, al igual que unas pequeñas manchas de sangre. Había una que era más larga y que resaltaba de las demás.
Un fuerte suspiro logró escapar de sus labios. Dejó caer su cabeza sobre el escritorio de su habitación. Se sentía mal, pero no se lo diría a su padre, o a nadie.
Escuchó unos suaves toques en la puerta, para después escuchar como abrían esta, sin embargo no se molestó en levantar su rostro o hacer algún movimiento.
Un par de segundos después sintió como acariciaban su cabello lenta y suavemente, un simple tacto que logró tranquilizarlo.
–Kano... – logró escuchar una suave y tranquila voz femenina hablarle.
Sólo se quedó callado. Levantó la cabeza divisando aquella señora mayor de la casa con una pequeña pero linda sonrisa.
–¿Cómo te sientes?– Le preguntó mientras seguía acariciando sus suaves cabellos.
Solamente hizo una mueca mientras que desviaba la miraba.
La mayor luego de soltar un suave suspiro dirigió su vista al brazo que el menor tenía extendido sobre el escritorio, sintiendo un punzante dolor en su pecho al ver aquellas marcas.
Tomó un par de vendas nuevas que estaban sobre la mesa y comenzó a enrollarlas por el brazo del pelirrojo con sumo cuidado.
Una vez terminó miró al chico con los ojos cristalizados.
–Al menos haz un esfuerzo, ¿esta bien? Por tu padre... – A pesar de que sus ojos reflejaban dolor y su voz estuviera al límite de quebrarse su sonrisa seguía intacta en su rostro.
Kano la miró por un momento algo preocupado, pero sin cambiar mucho su seria expresión.
[°°°]
–Me estoy muriendo–.
–Vamos, Nagisa. No exageres, no es el fin del mundo–.
–Sí lo es, no quiero tener que cursar todo el año devuelta–.
El peliblanco suspiró, si bien el peliceleste era alguien quien muy pocas veces se rendía, siempre lograba sacarle el lado bueno a las cosas, pero esta vez no.
Observó detenidamente el fuerte de sabanas en el que se encontraba sepultado el peliceleste. Parecía un niño pequeño cuando hacía eso.
Estaba a punto de hablar cuando el teléfono del menor comenzó a sonar por toda la habitación, por un momento tuvo la pequeña esperanza de que si escuchaba su canción favorita se sentiría mejor, pero para su mala suerte no fue así.
Tomó el aparato para ver quién se atrevía a molestarlo en tal estado.
–Dile que no existo–.
–Irina Jelavić– Con sólo oír ese simple nombre dejó todas sus sabanas a un lado para luego tomar el teléfono de las manos de su amigo mientras que aclaraba su garganta.
–¿Hola?– contestó una vez tuvo el aparato en su control.
El peliblanco rió ligeramente ante el cabello suelto y despeinado del menor.
–¿Habla en serio?– El mayor levantó una ceja –Pero... ¿Quién le...?– La pregunta quedó a medias siendo reemplazada por una pequeña sonrisa en sus labios –Esta bien, hasta luego– finalizó la llamada tirando el teléfono a un lado callendo sobre las sabanas.
Una torpe sonrisa se mantuvo en su rostro un momento hasta que recordó la hora y salió disparado de la cama para ir hasta su armario y buscar qué ropa ponerse.
Por su lado su amigo lo miraba con una expresión confusa.
–¿Qué pasó?– preguntó viendo como el menor salía del baño ya vestido con algo más decente.
–Tengo que ir a hacer mi examen– contestó de forma rápida mientras peinaba su cabello y lo ataba en sus típicas coletas.
Una vez las terminó tomó la mano de su amigo y lo arrastró hasta la puerta donde la abrió y ambos salieron.
–¿Me llevas a la Academia?– preguntó de forma suplicante.
–... Esta bien, pero luego me dices qué pasó– puso como condición mientras que ambos caminaban hacia la motocicleta del peliblanco.
El peliceleste por su parte no quitó la sonrisa de su rostro en todo el camino.
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Hijo Suicida •Karmagisa•《Cancelada.》
FanfictionNo querrás que tu padre sepa que tiene un hijo suicida. 《25/12/2017》 《21/05/2020. Cancelada. 》