.:Capítulo 18:.

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Mientras ambos caminaban hacia la casa del pelirrojo a este de vez en cuando le daban un par de mareos, por los cuales debía detenerse y cerrar sus ojos un momento, estos eran algo normales para él, pero para el "rubio" no tanto, ya que debía controlarlo a cada rato, no quería meterse en problemas por culpa suya.

Ya después de un par de largos minutos habían llegado a su destino, el más alto había quedado con la boca abierta debido a la gran casa que su acompañante tenía, es que, era muy similar a una mansión, por no decir que era una. Venía bien el apodo que le tenía.

-Ya puedes irte- habló el menor viéndolo de reojo mientras abría las rejas que recorrían completamente el frente de la casa.

El mayor suspiró bufando, tenía bastante curiosidad de saber cómo era aquel lugar por dentro, claro que no debía rebajarse y mantener su postura, según él.

-Bien, adiós- llevó ambas manos a sus bolsillos desviando la mirada hacia cualquier parte menos al pelirrojo -cuídate, niño- dijo por último antes de dar media vuelta para irse a su casa...

¿En serio? ¿Acababa de decirle "cuídate, niño"? Ahora sí que quería golpear su cabeza con lo primero que encuentre, ¿Desde cuando era tan... "amable" con ese torpe mocoso? Debía pensar al menos quince veces antes de hablar, o quizás más.

Por su lado, Kano sólo entró a su casa, ignorando por completo lo que había dicho el rubio fresa. Subió directamente a su habitación y levantando sus mangas empezó a quitar las vendas que recorrían sus brazos con una pequeña expresión de dolor, sus brazos estaban sangrando de nuevo.

Suspiró rendido, de nuevo sentía que estaba cayendo, quería llorar, odiaba ver esos cortes, pero no podía volver el tiempo atrás y cambiar todo. Se sentía tan solo en ese momento, bueno, siempre se sentía así, aún si tuviera a millones de personas caminando junto a él, podría sentirse la persona más sola y abandonada del mundo. Una sensación horrible.

De nuevo aquellos pensamientos de querer desaparecer completamente volvieron a hacer eco por toda su mente.

¿Es que acaso nunca sería feliz?

Su respuesta claramente era no.

Se dirigió hacia el baño de su habitación, para limpiar sus brazos sin tomarle demasiada importancia al increíble ardor y dolor que sentía en estos, después de todo, prefería aquel dolor antes que el emocional que siempre está presente en él.

De nuevo colocó aquellas vendas alrededor de sus brazos, sin hacerlo tan fuerte esta vez.
Se recostó en su cama viendo su teléfono, buscando cualquier cosa que lo distraiga, aunque aquello también dejaba de funcionar con el tiempo.

[°°°]


-Señor Akabane... Aquí tengo los papeles que pidió- habló una chica con cabello color vino, grandes anteojos redondos y un claro nerviosismo mientras que entraba a la oficina del pelirrojo con un pequeño montón de papeles en sus manos.

-Ah, gracias, Meilin- respondió este suspirando y pasando una mano por su cabello acomodándolo en el proceso, miró la hora en su reloj -¿Aún estás nerviosa?- preguntó mientras se paraba de su lugar y acomodaba un par de cosas en su escritorio.

-¿Eh? ¡Sí! Bueno, es que... Nunca trabajé en un lugar como este... - respondió jugando con el borde del vestido que llevaba puesto. Levantó de nuevo su cabeza divisando al pelirrojo ahora parado frente a ella -ah, ¡Disculpe si hice algo mal!- exclamó inclinándose ligeramente hacia él, este simplemente la veía con una divertida sonrisa.

-Tranquila, es cuestión de tiempo hasta que te acostumbres- una vez que se enderezó la tomó por los hombros y empezó a caminar normalmente fuera de aquella oficina -además, no es como que fuera a matarte si cometes algún error- la más bajita rió algo nerviosa, le habían dicho que Karma era el mismo demonio si se enojaba, algo que era bastante notorio.

Por otro lado, un pequeño peliceleste caminaba en dirección a la gran empresa del padre de su alumno más destacado, habían acordado verse luego de que las clases y horario de trabajo terminaran. Únicamente se verían para hablar sobre cómo le había ido al hijo del pelirrojo en la escuela, claro que ambos sabían que no era solo para eso. Ambos estaban encantados uno con el otro, pero ninguno lo admitía, aún.

Una vez llegó a su destino esperó frente a la puerta acomodando su suave y largo cabello atado en dos perfectas coletas. A lo lejos, había logrado divisar la característica cabellera rojiza de su amigo, pero junto a él había una más bajita color vino, casi con su mismo peinado, sólo que un poco más largo, sintió una pequeña punzada en su corazón al notar que Karma venía hablando muy animadamente con una adorable chica.

No pudo seguir viéndolos debido a que alguien había chocado con él, en ese momento se preguntó quién estaba más distraído.

-Lo siento mucho, no veía mi camino- se disculpó un hombre casi tan alto como Karma pero con el cabello color rubio casi salmón, aquel color se le hacía tan familiar, bajó un poco su vista notando dos ojos color morado tan bonitos pero a la vez agotados. De cierta forma sentía familiar a aquel "desconocido".

-está bien, no se preocupe, fue mi culpa, yo fui el que estuvo parado en medio del pasillo, lo siento- por alguna extraña razón se sentía nervioso en ese momento.

-Ya no importa, ah, ¿Está buscando a alguien? ¿Necesita que le ayude en algo?- pudo llegar a notar que en una de sus manos llevaba un maletín, mientras que su ropa estaba muy bien arreglada, algo raro, normalmente a esas horas se encontraba con muchas personas con el uniforme mal arreglado, después de todo era la hora en que alguna empresas cerraban.

-uhm, no, solo espero a un amigo, a Karma Akabane- por un momento se había olvidado del antes mencionado, el hombre frente a él tenía cierto encanto que lo hipnotizaba.

-Oh, el jefe, debe salir dentro de poco, hoy estuvo ayudando a una nueva empleada- el tono del más alto sonaba algo divertido, aunque de igual forma algo retador -dime ¿qué hace alguien como él para tener a alguien tan lindo como tú de amigo?-

Las mejillas del más bajo se pusieron algo rojas por un momento, aquello le había parecido algo extraño pero no pudo evitar avergonzarse por el cumplido.

Mientras tanto Karma veía seriamente en silencio aquella "escenita" que ambos se montaban, claramente estaba molesto, y sabía exactamente el porqué.

Hijo Suicida •Karmagisa•《Cancelada.》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora