Prólogo Elisa

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Elisa Edwards

Miraba por última vez la plataforma de la universidad, y corroboraba con sus propios ojos que había terminado el ciclo de estudio. Estaba feliz y a la vez triste, debía retornar a Valdivia su ciudad natal, que sólo visitaba en las vacaciones y fin de semanas largos.

A pesar de haber sido criada en el campo, no era una amante de la naturaleza, ni mucho menos. Ella era más de ciudad.

Le encantaba la ciudad que estudiaba Concepción, una ciudad llena de actividad, con mucha gente, muchos edificios, variedad de ambientes y variedad de universidades.

Concepción quedaba a una hora y media en auto a Valdivia, así que esa misma tarde comenzó a preparar su equipaje, llamó a su papá para que no olvidara el camión que llevaría sus cosas a la hacienda. Su relación "Padre e hija" no era de las mejores, pero hacía lo que podía para no discutir en cada ocasión con él. Sus padres se habían separado cuando era muy pequeña, apenas tenía catorce años. Ya de eso eran diez años, en que su hermana había huido de casa y los dejó a todos destrozados, sin saber a dónde había ido. Ocho meses después llamó diciendo que estaba estudiando y trabajaba a medio tiempo.

Pero aún así todo había cambiado en su hogar, nada había vuelto a ser igual. Con su hermano Marco se acostumbraron al tira y afloja de su padre. Al menos habían contado con el apoyo del tío Eliseo, el hermano de su madre. Y jamás tuvieron necesidad de dinero, o comida, o vestuario. Pero con la ayuda de Antonella, demandaron a su padre y tuvo que por obligación pagar por todos los años separados, y además pagarles una mensualidad hasta que salieran de la universidad.

Eleonor, su madre dio todo por sus hijos y su bienestar fue pospuesto por darles lo mejor a ellos.

Ya era tarde y estaba agotada arreglando todo para su marcha, cuando tocaron el timbre, creía que era el camión que había pedido, pero cuando abrió vio a Mauricio apoyado en el marco de la puerta con una mueca de tristeza que no alcanzaba a creer.

-Estoy ocupada...- Dijo Elisa, entrando. Él hizo lo mismo y cerró la puerta.

- Lo lamento.- Otra vez el mismo cuento, la noche anterior habían salido a bailar y beber algo, pero un hombre al acercarse un poco, la comenzó a tratar mal y decir que era una provocadora. No era la primera vez que le daba ese tipo de espectáculos frente a sus amigos, que se levantaban para defenderla. Lamentablemente volvía a hacer lo mismo, y la situación se había salido del control. Así que había terminado con él, por décima vez.

- Yo lo lamento mucho más, Mau. Creí que cambiarías tu actitud, pero vuelvo a ver esa prepotencia y agresividad que sinceramente odio. Odio a los hombres con sus aires de grandeza, queriendo demostrar que con un tono de voz más fuerte, pueden intimidar a una mujer. Pues te recuerdo que no estamos en el siglo pasado, y yo no quiero tener un hombre así a mi lado.

- Cachorrita... no digas eso... yo te quiero a mi lado.- Le habló como un bebé, algo que le pareció ilógico. Ya que su comportamiento celópata de la noche anterior, no era para nada infantil. Era de una persona insegura de sí mismo, y lleno de temores. No era nada bueno una situación igual, siempre había escuchado que si había violencia de ese tipo cuando la relación recién comenzaba, significaba que en el matrimonio volaban los platos, y los maltratos eran continuos. No podía simplemente cerrar los ojos y hacer caso omiso, no con una situación tan peligrosa como esa.

Sin Fronteras [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora