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Pedro Garay

Tomó las riendas del caballo, y lo dirigió a los corrales, acarició su pelaje y besó la coronilla. Pasó la mano por el cuello, y se dispuso a limpiar el pura sangre, ese caballo era uno de los que representarían al Criadero en el rodeo de vacas. Estaba en eso, cuando vio caminar a Javiera que iba en su dirección, deseaba poder saltar de felicidad junto a ella, pero sólo la estaba utilizando para provocar celos en Óscar, pero no había conseguido eso. Todo lo contrario, la relación entre Elisa y su "Ex" amigo se había afianzado con más intensidad. De hecho la noche anterior había visto como se dirigía a la casa de ella, quería volver a conversar con él, pero ya la había cagado. Y había metido la pata bien al fondo, no había forma de retroceder o hacer que nada pasaba.

Su recelo y envidia, había causado una reacción que jamás se esperó de él mismo, su madre la noche anterior habló con él sobre los rumores que corrían, y trató de no hacer demasiado realce al asunto. Pero su madre era muy insistente, y logró sacarle su pelea con Óscar. La nueva relación con Javiera, y sus sospechas sobre la persona que ha matado a los animales.

-Hola.- Le dijo Javiera besando su mejilla. Y acariciando maliciosamente su cuello, algo que no le produjo nada.

- Hola. ¿Cómo estás?- le contestó sin darle mayor atención, estaba en eso cuando levantó la mirada y vio a sus personas favoritas. Elisa parecía irradiar felicidad y encanto, trabajaba como uno más del grupo. Si alguna vez había pensado que era la hija consentida de papá, se había convencido de lo contrario completamente. En la distancia vio a Óscar galopar en su dirección, por primera vez vio brillar al que era su amigo con una mujer, con un rápido movimiento vio cómo la montó detrás de él, y se dirigieron al río. Parecía que nadie se percataba de ellos, pero su mirada no los abandonó hasta que desaparecieron de vista.

- Veo que esos dos ya ni se esconden, creo que deberíamos darle una lección.- Dijo Javiera sorprendiéndolo. Esa muchacha siempre había llamado su atención, pero por primera vez una mujer no era suficiente dicha para él.

- ¿A qué mierda te refieres? No me digas que eres tú la que está haciendo eso a los animales, porque te mato yo a ti.

- ¡Estás loco! No sería capaz de matar ni a una mosca, me refiero a contarle a Maritza, me gustaría verle la cara de decepción al decirle lo que hace su hijito, si pareciera que lo tiene en un altar.- Dijo mirando asqueada.

Sin Fronteras [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora