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Óscar

Su cuerpo y mente, no soportaban tanta presión, no quería más problemas, ni más dramas, ni muertes... estaba harto. Por último Pedro no se la hacía fácil con Javiera, veía sus rostros cargados de recelo y si no fuera por la amistad de tantos años los hubiese despedido a ambos. Su madre habló con él al respecto, y se llevó la sorpresa de la Relación entre esos dos. Le preguntaba a cada rato su estado anímico, pero lo que ella no sabía era que se encontraba así por una morena que ahora ni le hablaba, ni siquiera le había saludado esa mañana.

Había creído que no escuchaba, pero no. Le había ignorado deliberadamente, y eso le impacientó. Su relación se había afianzado, hasta el día anterior, cuando le dijo eso pareció que su cuerpo completo temblaba de pura anticipación, si el sólo hecho que sus trabajadores la miraran le subía el calor al rostro. Le daban deseos de insultar a unos cuántos, algo que jamás le pasaba. Por primera tenía ese sentimiento que le oprimía, le enfurecía y le sacaba completamente de sus cabales. Tanto que estuvo a punto de caerse por andar mirando a otro lado, pisó dos veces las heces de las vacas, por quedarse pegado mirando el lindo trasero que pasaba frente a él, cada una de las actitudes de Elisa fueron transformando su ánimo, tanto que su madre que escuchó como gritoneaba a algunos trabajadores, le llevó una "Agüita de melisa".

-No es necesario, madre.- Le dijo serio.

- Claro que es necesario, mi niño.- Le dijo acariciando su hombro, y pasándole la taza con el líquido. Cuando se volvió todos sus trabajadores incluida Elisa se reían disimulando, jamás dejaría a su madre con la mano estirada, así que bebió el agua mirando a todos, no podía decir que sería muy amigable con ellos, frunció cada vez más el ceño.

- Ni siquiera le echaste azúcar, mamá. Está amargo.- Le dijo murmurando, pero era obvio que todos escuchaban, y provocó la risa colectiva de todos.- ¿Tienen algún problema?- Dijo con la voz más firme de lo que acostumbraba.

-Tranquilo mi niño.- Dijo su madre y se fue de ahí.

-Bien, ahora que se han reído lo suficiente de mí, comenzaremos a trabajar. Hay que preparar los animales para el rodeo del fin de semana, los caballos corredores deben descansar dos días, Julián y Pedro como siempre son los encargados del entrenamiento.- Uno a uno fue delegando las responsabilidades y todos, asentían. Llegó a su persona favorita y quiso sonreír levemente.- Elisa, tú sabes... lo de siempre.

Sin Fronteras [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora