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Roberto Aguilera

Dos días antes

Miró a Verónica, y no pudo decir nada. Algo ilógico le pasaba, no podía pronunciar una palabra, pero sus pensamientos parecían un torbellino, miles de imágenes, circunstancias, experiencias y momentos se le venía a la vista. Como si lo estuviera viviendo en realidad.

-Jefe, me estaba llamando.- Dijo ella, sin volver a mirarlo.

- Sí, Salinas. Me imagino recuerdas al subprefecto Aguilera...

- Claro, trabajamos juntos.- Dijo haciendo una mueca despectiva, le estiró la mano y estrechó su mano levemente.

- Creo que deberíamos conversar algunas cosas...- Dijo Roberto con el ceño fruncido, realmente confundido.

- Sí, por supuesto.- Dijo asintiendo, ella estiró la mano indicando la salida, para poder conversar. Salió y la siguió cuando pasó por su lado, Verónica le llegaba apenas al hombro, pero su tamaño no daba con su personalidad y actitud avasalladora. Se notaba por la postura que ocupaba que tenía peso entre los que trabajaban a su alrededor, todos los miraban mientras caminaban por el pasillo, y se sintió extraño.

- ¿Por qué todos nos miran?- Le preguntó cuando entraron a la oficina de ella.

- No les prestes atención, siempre lo hacen. Hoy me ascienden.

- ¡Qué bien!

- Porque acabo de meter preso al que era mi pareja.- Dijo seria, sin un dejo de broma, y algo dentro de él comenzó a entenderla. Se creía experto en mujeres, en saber evaluar sus sentimientos, sus gestos y características importantes, pero con ella la situación era diferente. No había nada que le anunciara qué pasaba por su mente, ni gesto que delatara su estado anímico.

- Lo lamento...- Dijo sincero. Verónica sólo levantó los hombros y se sentó frente a él.

- Ahora dime, que necesitas.- Dijo ella mirando unas carpetas, entonces se dio cuenta que ella tenía los expedientes que el jefe le había mostrado anteriormente.

Sin Fronteras [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora