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Al llegar al colegio todo parecía estar en orden, normal. Pero mi mente internamente era un lío, un caos, un oleaje de mares salvajes.

Todo yo era un desastre y pedía con todo mi alma poder resistir a lo que sea que estuviera por venir, deseaba que nada empeorará más.

Este día suponía el último en el que te harían daño Clara ¿Verdad?

El último en que te vería.

Te veías nerviosa, más inquieta que nunca y el pavor se acentuaron en tus bellos ojos cuando me viste acercarme a ti, pero la sirena ganó a todas mis inconscientes acciones y pasé largo hasta llegar al aula.

Hoy preferí llegar a la hora puntual y no antes porque entonces de todas formas no estarías.

Además de que me sentía muy confundido, con tantas cosas en la cabeza, la misma me dolía mucho.

Palpitaba.

Y tú intuias ciertas anomalías, parecías ser consciente de que algo cambiaría en esa mañana.

¡Todo cambiaría!... Todo acabaría.

Tu infierno acabaría de cualquier forma y ellos no podrían evitarlo.

Ubicaste tu celular encima de la banca, jamás me miraste Clara y yo quería que lo hicieras, tu celular vibró justo en el instante que yo me debatía entre acercarme a como dé lugar, y estaba por hacerlo.

Quería primeramente abrazarte y decirte lo mucho que sentía haberte dejado sola, lo mucho que contabas conmigo. Que te quería ¡Que eras todo para mí! ¡Te extraño Mi Clara!

No estabas sola. Jamás lo estuviste.

Todos sabían lo que pasaría, lo que vendría, tú lo presentias...todos menos yo.

Perdóname Clara.

Anhelaba — sin medida alguna—  tener devuelta a mi Clara desconectada.

Aunque ya estaba lejos de que sea de esa forma.

No sabes el dolor que callaba bajo el ala de mi alma.

— Señor Parkinson— la voz desconocida de un tono grueso retumbó en el sitio, la mayoría nos sobresaltamos, yo giré en busca del lugar donde provenía la voz. Allí estaba aquel hombre alto, vestido formal y elegante, con aire pulcro e intelectual.

Gafas cubriendo sus ojos.

El profesor al escuchar su apellido ser mencionado dio la vuelta, y como si supiera de antemano la razón por la que era llamado, asintió dirigiendo su vista hasta donde Clara se encontraba hecha un manojo de miedo.

Sus ojos eran puro terror y ya estaban irritados.

¿De qué me estaba perdiendo? ¿Qué estaba pasando?

— señorita Hadid, acompañe al señor Aniston por favor — ¿Cómo? ¿Aniston?. Con una fuerza involuntaria mis ojos dieron directo hasta donde una Norma Anistón palidecía pero con rostro serio asentía despacio al tener la vista fija en Clara. De pronto al sentir seguramente mi mirada, se dirigió hasta a mí y la culpa me hizo entender todo.

Era un familiar suyo. ¿Su padre quizá?.

Seguro que era así. ¿Por qué? ¿Qué me ocultabas Norma?

Todo, todo era lo que me ocultaba. La verdad. Tú verdad.

Le fruncí las cejas y me tensé devolviéndole la mirada más interrogante que pude tener alguna vez.

Todo en mi se volvía un torbellino de confusión y pavor. Los susurros, cuchicheos empezaron a alzarse a medida que Clara caminaba recelosa hasta el Señor Anistón.

Quería levantarme y detenerla, abrazarla y alejarla de toda la situación que suponía esos momentos.

Tenía miedo, y supe por su semblante, que ella estaba incluso peor, sin embargo tus hombros se relajaron en cuanto estuviste frente al hombre y este te tomó por los mismos.

Te relajaste como si liberaras algo de ti tan pesado.

— CLARA — Mi voz alta fue el causante del silencio, uno agonizante estaba de pie y con los pasos  dirigidos hacia  a ti. Me ignoraste y miraste en su lugar al trajeado elegante continuando con tu salida mientras con mi corazón cabalgando presuroso intenté alcanzarte, tanto el profesor como Norma me detuvieron.

— ¡No Santiago! — la miré receloso, molesto y me solté de su agarre varias veces hasta que por fin pude safarme en definitiva y salir a por ti.

Ansioso, dolorido, temeroso y con angustia destilando.

¡No Clara! ¡Vuelve!

Y luego todos los acontecimientos que desmoronarían nuestras vidas, la patrulla, el señor Aniston mirando a su hija agradecido, yo corriendo detrás de ti y tu soltando mi mano como si no desearas que estuviera cerca de ti, porque en realidad no me querías cerca de ti.

— L-lo siento — tu voz rota era lo que faltaba para romperme.

Y te ibas de mi vista, de mi vida, de mi lado por un tiempo dolorosamente indefinido.

¿Qué realmente llegaste a sentir Clara?

¿Sentías dejarme por completo destrozado? ¿Haberte dejado llevar por ese aparato?

O el que todo se estaba derrumbando frente a nuestros ojos y ya nada se podía hacer.

¿Voy a perderte para siempre? ¿Ya lo hice?

Solo hay una forma de saberlo.

Clara ¿y si te desconectas? (TERMINADA)✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora