Mi última noche a lado de Caden no fue una noche muy tranquila, varias veces despertaba abriendo mis ojos de golpe recordando lo que me esperaba por la mañana y esta vez ni siquiera su presencia a mi lado podía hacerme sentir tranquilidad. Mi pobre estómago me dolía tanto que me hacía permanecer en la cama como un ovillo para poder mermar la sensación, mi espalda y mis manos sudaban y por momentos una que otra lágrima furtiva recorría mi rostro. No podía dormir, necesitaba un respiro para poder conciliar el sueño nuevamente, me levanté de la cama y envolví mi cuerpo desnudo en una capa, me senté en la silla dándole la espalda a la cama y con la mirada fija a la nada, comencé a llorar nuevamente en silencio, si algún día me lo proponía ¿dónde encontraría a Caden? Si regresaba a Ilydford algún día y decidía venir a su encuentro lo único que encontraría sería una cabaña vacía donde lo único que viviría serían los recuerdos, ¿cómo podría soportar toda una vida apartada del hombre a quien amo? ¿cómo pude pensar alguna vez que los recuerdos serían lo único que me mantendría viva? ¡Dios! Me estaba ahogando en mis propios pensamientos, las penas me estaban consumiendo y la incertidumbre de la vida que estaba por venir sustraía todo rastro de vitalidad de mi cuerpo. En este punto me preguntaba ¿qué había hecho para merecer esto? ¿qué mal pude haber causado para ser castigada encontrando el amor, pero no pudiéndolo tener? No lo sabía, tal vez nunca lo sabría.
Puse mi cabeza sobre la mesa, derramando lágrimas silenciosas cuando sentí los brazos de Caden envolverme por detrás.
- ¿Qué sucede amor mío? – Preguntó Caden con preocupación en su voz.
- No puedo dormir. –
- ¿Es todo el asunto de tu boda? –
- Sí, no quería eso en mi vida, ¿qué va a ser de mí? –
- Te lo he dicho, debes aprender a sobrevivir. –
- Lo sé, te lo prometí y lo haré, pero será tan difícil, no estarás ahí, no se si vuelva a verte algún día. –
- Lo haremos, lo prometo. –
- No quiero que me prometas cosas que no sabemos si se podrán cumplir. –
- Una promesa es lo que nos mantendrá vivos y con esperanza, tu me hiciste muchas promesas y eso es lo que me hace mantener la calma este día porque sé que harás lo posible para cumplirla y yo haré lo mismo. –
- Caden, solo quiero que recuerdes algo y hagas algo por mí. –
- Lo que sea. – Dijo limpiando con su dedo una lágrima que estaba por escurrir de mi ojo.
- Recuerda que te amo, más que a nada y nadie en este mundo, que te amaré por el resto de mi existencia, no importa que tan lejos esté, ni el destino de mi vida, mi corazón es y siempre será tuyo y solo te pido que por favor nunca me olvides, nunca dejes de amarme y nunca olvides tus promesas porque todos los días estaré esperando ver tu rostro una vez más. –
- Elise, jamás podría olvidar ese rostro cargado de ternura, ni esos ojos que siempre me miran apacibles, tampoco podré olvidar la suavidad de tu cabello ni la forma en que se mueve con el viento recordándome el suave movimiento del pasto; jamás olvidaré el olor de tu cuello cuando poso mis labios en él para besarlo, ni el tacto de tu tersa piel cuando estás cerca de mí, ni tampoco la suavidad de tus caricias y el sabor de tus labios o incluso tu melodiosa voz. No podré olvidar nunca a la mujer que me ha vuelto loco de amor, quien me mostró que mi vida tenía más sentido que cargar un hacha en mi espalda cuando toqué su delicada mano, jamás olvidaré a la dueña de mi corazón, jamás olvidaré a la mujer a quien amo tan fervientemente, pues mi amor por ti es más profundo que el océano, más grande que la extensión del cielo, más intenso que el fuego mismo; mi amor por ti no tiene fin, jamás lo tendrá, viviré cada día con el propósito de tocar nuevamente tus manos, de besar tus labios y estrecharte cerca de mí, aunque muera en el intento. –
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Perdida en mi destino.
Ficción histórica¿Qué es lo que puedes hacer cuando toda tu vida ya está planeada? ¿y cuando no tienes elección? Creí que todo estaba arruinado...hasta que lo conocí.