Prólogo

20K 1.2K 400
                                    

Respiro bajito y sigo escuchando con suma concentración el lento tic tac del reloj colgado en la pared principal y no, no es porque me aburra la clase de latín, tampoco es que me desagrade la maestra Miranda, es solo que estoy cansado, ayer por la noche llegó mi celo, fue lamentable y desgarrador. Mi alfa, que a decir verdad no sé si pueda decir "mi", porque nunca ha sido realmente mío, incluso ayer, durante mi celo estuvo mucho más ocupado con su nueva conquista como para venir a mí, en realidad hace muchos celos que no se encarga de mí, solo me usa para tener una fuente segura en todo momento.

Mi vista decae al suelo en cuanto lo pienso más a fondo, mi alfa ni siquiera ha querido reclamarme como suyo, si me soy sincero, eso es algo que hace que mi omega se sienta solo y desprotegido, intento callar la voz de mi interior en cuanto mis ojos comienza a aguarse, escucho que una mano cae fuerte sobre el pupitre, frente a mis ojos, la maestra ha dejado caer su gran mano ahí, sus ojos imponentes me miran con dureza, trago saliva duramente y agachó aún más la mirada, cuando su olor, malditamente fuerte, entra por mis fosas nasales tan rápido que logra hacer que me encoja, porque sé que está enfurecida.

-Joven, Tomlinson ¿Acaso soy una simple atracción a la que se le puede ignorar? - su voz arde en mis oídos y niego rápidamente. - muy bien, salga de mi clase.

Tomo mis libros con sumo cuidado y salgo lo más rápido que puedo del salón, mi teléfono vibra como loco en mi bolsa trasera, lo tomó con la mano aún temblando y descuelgo a pesar de que es un número desconocido.

-¿Bueno? - pregunto bajo.

-Buenos días, ¿Estoy hablando con Louis Tomlinson?

-Sí, soy yo. -digo lentamente mientras camino por el largo pasillo que me rodea.

-Hablo del hospital central, lamento informarle que Johanna Tomlinson ha sufrido un accidente, se encuentra en emergencias.

En ese momento los pájaros a mi alrededor dejan de oírse claros en mis oídos y a cambio solo percibo un eco insesante en ellos, la voz distorsionada de la señorita al teléfono está diciendo algo con insistencia pero no logro escucharlo, no logro entender nada de lo que está diciendo, ni siquiera sé cómo es que me encuentro sentado en mi auto, tampoco tengo idea de dónde demonios a quedado mi celular solo soy consciente de ciertas cosas cuando llego a recepción y pregunto por mi madre.

-Se encuentra en cirugía debe pasar a sala de espera. - alguien dice.

Ni siquiera soy capaz de sentarme en las butacas que se encuentran ahí, solo me digno a mirar la gran puerta que está frente a mí, en la parte de arriba con letras mayúsculas y rellenas tiene grabada la palabra "emergencias". Mi corazón late furioso contra mi pecho, y mi voz interior trata de calmarme diciendo que ella estará bien, que nada malo pasará porque ella es fuerte, porque es una alfa.

Ha pasado al menos una hora desde que llegué aquí, incluso Niall ya está sentado a mi lado. La puerta de la sala se abre y brinco como un resorte de mi lugar a pesar de que probablemente no sean noticias de mi madre. Observo que el hombre que sale de ahí retira un gorro blanco de su cabeza y descubre su boca, preparándose para hablar.

-¿Familiares de Johanna Tomlinson? - sus ojos barren la habitación lentamente hasta que caen en mi acercándome a él.

-¿Cómo está ella? - el doctor me mira y suspira bajo, mi corazón da un giro enorme, casi puedo asegurar que se ha detenido porque entiendo esa mirada, estoy entendiendo perfectamente lo que quiere decirme.

-Ella falleció, tuvo una hemorragia muy grande, no pudimos detenerla a tiempo. - musita en voz baja, su rostro denota tristeza pero su olor es normal como si no estuviera dando una de las peores noticias en la vida de una persona.

Siento que mis piernas intentan correr y alcanzar la puerta en donde se supone que ella está, pero Niall y seguridad son mucho más rápidos que yo, incluso dos enfermeras llegan corriendo cuando me dispongo a soltar golpes de aquí para allá, en un intento desesperado de que me suelten, una de ellas carga una aguja, puedo verla de reojo y mi cuerpo entero vibra porque sé lo que van a hacerme, yo mismo lo he visto en clase, me han enseñado a controlar no solo a los pacientes, sino también a los familiares y por supuesto, yo no quiero ser sedado, así que grito, pataleo y me niego rotundamente a que lo hagan, pero como tengo previsto se lo pasan por los cojones y lo hacen, me doy cuenta por el mareo y la debilidad que me abrazan en ese momento.

El olor a desinfectante es lo único que me hace saber que estoy despierto, que me encuentro en un hospital, en una habitación que es pulcra y blanca, digna de una película, observo para todos lados, buscando algún incidió de alguien a mi lado pero no hay nadie aquí, los flashes de lo ocurrido acuden a mi cómo golpes en el rostro, literalmente así se siente, como si me estuvieran golpeando el rostro tan fuerte que llega un punto en el que ni siquiera soy capaz de sentirlo.

-Lou, tienes que... Tienes que reconocerla. -Niall habla en una esquina de la habitación, apenas notó su presencia, mi corazón se encoge de nuevo y las lágrimas llegan a mi tan rápido que soy incapaz de detenerlas. - Lo haré yo sí así lo quieres. - ofrece, acercándose a mí lento y cuidadoso.

-No, quiero verla. - pronunció como puedo mientras limpio con poca delicadeza las lágrimas que se han dignado a abandonar mis ojos.

Mis piernas no tardan en acercarse al borde de la camilla y enseguida Niall me toma entre sus brazos, y me ayuda a pararme sobre el piso, su mano viaja a mi espalda baja para guiarme hasta afuera, una vez en el pasillo el doctor nos observa por unos momentos, la misma mirada tristona y desentonada que nos regalo hace un rato, posteriormente nos pide que lo sigamos, nos guía por un largo pasillo blanco, parece interminable y más aún cuando la temperatura comienza a bajar un poco más con cada paso que damos, hasta llegar a un cuarto frío, helado, casi en congelación a mi parecer, observo a mi alrededor, está repleto de camas y bultos tapados con sábanas blancas, un escalofrío me recorre el cuerpo entero porque sé que no son bultos, sé que son cuerpos inertes, sin vida alguna dentro, el mero pensamiento me hace querer vomitar, demasiado irónico, nunca pensé que al ser estudiante de medicina, esto me daría tanto pánico como ahora lo está haciendo.

El alfa de bata blanca, destapa una cama, observo a mamá, su rostro en perfectas condiciones a excepción de pequeños cortés pero sigue siendo ella, con sus bellos cabellos castaños a cada lado de su rostro y su fina nariz intacta, el blanco de su piel aun más pálido, pero de su estómago para abajo todo era un desastre, lleno de raspones y cortes profundos que ni con limpieza lograron verse más sutiles.

El tacto cálido del doctor me envuelve y yo solo atino a llorar, porque sé  y soy consciente que desde el día de hoy ya nada será igual para mí.

Lev Eller Dø. (L.S, terminada SIN editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora