Día número nueve

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Pareja: Bunny y Blitz.

9.

Bunny subía las escaleras con miles de papeles encima, rogando a Dios o a quien sea que estuviera arriba que la ayude en su tarea.

–¿Por qué diablos no podía dejar algunas y después volver a traerlas?– suspiró cansada. No entendía que se le había cruzado por la cabeza al tonto de su jefe Brick Him.

Ya estaba en la mitad, podía lograrlo.

Unos cinco escalones más y llegaría a su destino, declarándose como la campeona de las campeonas.

–Ya falta poco, Bunny. Tú puedes hacerlo.

Subió un peldaño asustada, una hoja casi se le caía.

Las gotas de sudor bajaban por su frente, si una sola hoja era arruinada la despedirían.

–Vamos, solo faltan cuatro escalones Bunny...

Subió el próximo con muchísimo cuidado, cabe mencionar que la joven era tan torpe como ella sabía.

Faltaban dos.

–¡Tú puedes!– gritó.

Llegó al último escalón y sonrió con la victoria plasmada en su rostro.

Lo había logrado.

No la despedirían, no tendría que decirle a su jefe Brick que había arruinado los expedientes, no pasaría vergüenza frente a todos.

Y lo subió. Ya no tenía más escaleras que subir.

Avanzó hacia la mesa de la secretaría y todos sus sueños cayeron en picada.

Su trasero tocó el suelo, y las hojas fueron esparcidas por todos lados, causando que algunas fueran pisadas.

–¡Oh lo siento tanto!– escuchó una voz que no conocía– déjame ayudarte, soy bueno arreglando cosas.

–Pero estas hojas solo se pueden arreglar haciéndolas de nuevo– quiso llorar de la frustración. Toda una semana de su trabajo desperdiciada en unos segundos.

–Escucha... Emm...

–Bunny.

–Bunny, déjame hablar con Brick– le sonrió–. Diré que fue todo mi culpa, y tú solo estabas pasando con tus hojas.

Levantaron todas las hojas y fueron hacia la oficina de su jefe.

–Debes tocar antes– dijo la muchacha–, si no te despedirá.

–¿Tocar? ¿Que estará haciendo mi hermanito, eh?

¿Hermano? ¡Le había hablado mal al hermano de Brick Him!

Estaba aún más asustada que antes.

Estaba despedida.

Se veía pidiendo trabajo en todos lados y cobrar una miseria.

–¡Escucha Brick yo quería decir que...!– el desconocido abrió la puerta rápidamente y lo que vio lo dejó sin habla.

Su hermano estaba besandose con su secretaria Buttercup.

Se separaron al instante.

–¿Qué diablos crees que haces?– gritó.

–El trabajo no es lugar para estar haciendo esas cosas, ¿No hermanito?

–¿Me estás amenazando?

–Lo único que diré, es que tú dejarás que Bunny presente estos papeles caídos en el suelo, y no volverá a hacerlos. Si no, el viejo sabrá esto.– sonrió.

–¡Bien! ¡Pero no se te ocurra volver a entrar!

Cerró la puerta riéndose y miró a su compañera de ojos morados.

–No volverás a hacer tu trabajo. Lo siento mucho por lo que pasó...

–No hay problema– sonrió–. Muchas gracias.

–Soy Blitz

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–Soy Blitz.

–Bueno... Creo que ya sabes mi nombre.

30 días de azúcar, flores y muchos colores.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora