Día número veintidós

765 50 12
                                    

Pareja: Buttchercup.

|Famoso y fan|

inspirado en la película Be Somebody

22.

Aquella gasolinera estaba más vacía de lo habitual. Un frío viento congeló su cuerpo haciendo que se aferre aún más a su campera de jean.

Buttercup no sabía que más podía salir mal.

Desde ese último entrenamiento en el que tiró todo afuera, hasta ir a dejar la comida china en la casa de princesa.

Salió del local y se subió al auto lentamente, sin escuchar los gritos que provenían hacia ella.

A punto de arrancar el auto un desconocido golpeó la ventana.

–¡Por favor déjame entrar!– gritó.

Negó con la cabeza, ¿Y si fuera alguien con malas intenciones?

>>Ayúdame por favor– miró hacia atrás.

El grupo de chicas que lo perseguía ya estaba cerca de él.

La chica agarró el bate que tenía y lo dejó cerca de ella para después abrirle la puerta al chico del que solo pudo notar unos hechizantes ojos verdes.

–Gracias por dejarme pasar, pero... ¡Arranca!

Y así lo hizo. 

–Ahora sí, me dirás quién diablos e...– lo miró bien: Butch Him, el cantante revelación de ese año– ¿Tu eres Butch...?

–Oh por dios, por favor no grites. Haré lo que sea, pero no grites.

–¿Por qué gritaría?– preguntó.

–¿No eres mi fan?– le sonrió.

–No.

–Gracias al cielo. ¿Me podrías llevar a mi autobús?

–¿Me ves cara de chófer o que?

–Por favor. Tendrás una gran anécdota que contar a tus nietos o hijos.

–100 dólares.

–Hecho.

–Pero, ¿Que haces en un lugar tan pequeño como este?

–Digamos que... Quería desenchufarme un poco de mi mundo.




El autobús no estaba. No había siquiera un rastro de él.

–Bien, si quieres te llevo a un hotel– ofreció ella.

–El hotel hará propaganda de que estoy ahí y creo que sabes que no tengo mi equipo de seguridad, ¿No?

–Buen punto. ¿Un hostal?

–¿Me estás diciendo en serio?

–Mal chiste, disculpa. Te llevo a un parque y duermes ahí.

–¿De verdad me harías eso?– se asustó. De tan solo pensar en la discusión que tendría si dormía en ese contexto, palideció.

–No sé que otra opción hay.

La miró sonriendo.

–¿Puedo dormir en tu casa?

–¿¡Estás loco!?– gritó– ¿¡Cómo piensas dormir en mi casa!? ¿¡Donde!? No tengo una casa que sea grande por así decirlo.

–En el sofá.

–¿Y mis padres?

–Buen punto... Te ofrezco otros 100 dólares.

–No.

–200 dólares.

–No.

–500 dólares y me voy a primera hora de la mañana.

–Trato hecho. Pero, dormirás en el suelo.

Asintió feliz.

Su plan de desenchufarse un poco de su trabajo estaba saliendo muy bien.

Lo único que no estaba en sus planes, era dormir en casa de una chica tan bonita como lo era ella.

30 días de azúcar, flores y muchos colores.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora