3. Newt's letter

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—Thomas...— Me giré para observar una vez más el deteriorado cuerpo de mi amigo. —Gracias...

Apreté los labios y me eché la mochila a la espalda dándome la vuelta para marcharme de aquel horrible lugar. El desierto siempre me traía malos recuerdos. Se oyó un disparo a lo lejos. Sabía que Winston acababa de suicidarse. Era lo mejor. Evitaría transformarse en un crank sediento de sangre y constantemente hambriento, un ser violento y despreciable. Evitaría volverse loco.

Abrí los ojos. Ese era siempre el sueño más corto de entre todos los que tenía. Siempre se repetían en el mismo orden. Primero Alby. Después Chuck, Winston, Teresa y finalmente Newt. Noté que no habían lágrimas surcando mi rostro como solía ocurrir. ¿Era algo bueno o debía preocuparme? Negué con la cabeza. Me había quedado dormido en la playa. Suspiré cansado. No sé cuánto tiempo había dormido pero no había conseguido descansar en absoluto. Había perdido el apetito y solo quería hacer una cosa. Algo que me haría llorar pero al mismo tiempo me haría sentir bien. Algo que llevaba haciendo a escondidas durante los últimos meses.

—Thomas, ya está la comida.La voz de Brenda interrumpió mis pensamientos. Me detuve y giré sobre mí mismo para mirarla.

—Gracias Brenda, la verdad es que no me apetece nada comer, necesito estar un rato a solas si no te importa. Esperaba que no se preocupara y que no les contase a los demás sobre la actitud sospechosa que estaba adoptando durante los últimos días.

—Sí, no te preocupes. ¿Tú estás bien? Te noto cansado.— Dijo ella acercándose un poco a mí.

—Sí, tranquila. Aseguré con una sonrisa forzada que esperaba que fuese creíble. —La verdad es que estoy agotado. He andado un par de horas por el invernadero hoy y realmente siento que necesito dormir.— No era del todo mentira pero tampoco era verdad. Una mentira a medias no es mentira, ¿no?

—Vale, sabes que si necesitas hablar o cualquier cosa estoy para escucharte, ¿verdad?-

—Sí, lo sé y te lo agradezco pero en este momento solo pienso en mi almohada y mi manta.Era verdad aunque no fuese a dormir precisamente. Ella soltó una risa leve antes de golpearme el hombro amistosamente.

—Está bien, nos vemos después entonces.— Y tras decir aquello me despedí de ella y volví a emprender mi marcha. Me sacudí la arena que seguía pegada a mi ropa y entré a mi cabaña dejando los zapatos en el suelo. Rápidamente me despojé de toda la ropa y me metí en la ducha. Repetí el mismo proceso de siempre relajándome al sentir las gotas de agua caliente bañar mi piel. Finalmente ya estaba listo. Me había puesto un pantalón y una camiseta cómoda y estaba algo más tranquilo. Me senté en mi cama y abrí el cajón de la mesita de noche sacando una caja verde con dos letras escritas en la tapa. N & T. Había hecho aquello para guardar en un lugar seguro el collar que Newt me entregó aquel día. Lo saqué y lo observé durante unos segundos. Recordé el momento en el que la desesperación y el dolor se apoderaron de ambos. Cuando él estaba transformándose en una de esas criaturas y yo no sabía qué hacer para salvarle. Hice girar la tapa y saqué dos papeles del interior del collar dejándolo después dentro de la caja en el cajón de la mesita de noche. Suspiré. Dolería pero era lo único que conseguía calmarme. El recuerdo de Newt era algo que siempre tendría y a lo que siempre me aferraría.

Querido Thomas,

Esta es la primera carta que recuerdo haber escrito. Obviamente no recuerdo si he escrito alguna antes del laberinto. Pero aunque no sea la primera, es probable que sea la última.

Quiero que sepas que no tengo miedo. Al menos, no de morir. Es más bien el olvido. Perderme a mí mismo por culpa del virus. Eso es lo que me asusta.

Así que cada noche he pronunciado sus nombres en voz alta. Alby, Winston, Chuck.

Y los repito y una otra vez como una oración y todos los recuerdos me inundan.

Son solo los pequeños detalles como cuando el sol solía iluminar el área en ese momento perfecto justo antes de ocultarse tras los muros.

Y recuerdo el sabor del estofado que hacía Sartén. Jamás creí que lo iba a echar de menos.

Y te recuerdo a ti.

Recuerdo la primera vez que llegaste en la caja, solo eras un pequeño novato asustado que no podía siquiera recordar su propio nombre.

Desde el momento en el que te adentraste en el laberinto, supe que te seguiría a cualquier parte. Y lo hice. Todos lo hicimos.

Y si pudiese volver a hacer todo, lo haría. Y no cambiaría nada.

Mi deseo para ti es que cuando mires atrás, dentro de unos años, seas capaz de decir lo mismo.

El futuro está ahora en tus manos, Tommy. Y sé que encontrarás la forma de hacer lo correcto. Siempre lo haces.

Cuida de todos por mí. Y cuidate tú también. Mereces ser feliz.

Gracias por ser mi amigo.

Hasta siempre, compañero.

Newt.

Las lágrimas empapaban el papel. No sé en qué momento habían empezado a surcar mi rostro pero ya no había forma de retenerlas. No importa cuánto tiempo pasara, el dolor en el pecho y la sensación de vacío jamás se irían. Necesito a Newt. Jamás me di cuenta de lo mucho que significa para mí y ahora ya no está. Guardé la carta en su sitio y me recosté en la cama. Mentiría si dijera que era la primera vez que lloraba por aquello. Era algo que ocurría normalmente, no podía superarlo. Newt era una parte de mí y cuando se fue, esa parte de mí se fue con él. Cerré los ojos cansado de pensar y de sentir tanto dolor. Cansado de seguir aguantando en silencio. Cansado de sufrir.

Abrí los ojos. Vince se encontraba de pie a mi lado y me miraba algo preocupado. —¿Todo bien Thomas?

Miré alrededor. Estábamos debajo de los árboles donde quería comenzar su proyecto. El cuál consistía en construir una serie de casas de madera en los árboles conectadas por tirolinas y puentes colgantes. El lugar sin duda era perfecto para aquella tarea pues los árboles eran muy grandes y altos ofreciendo un mayor terreno de construcción. Ya teníamos los materiales y solo faltaba crear los planos exactos. En cuanto los tuviésemos nos pondríamos manos a la obra. Vince ya había conseguido a las personas que ayudarían con la construcción y había dicho que la semana que viene comenzarían. Reparé en que aún no había contestado a su pregunta. —Sí, claro. Dije cruzándome de brazos. —Todo genial.Añadí una sonrisa forzada a aquella afirmación para después notar cómo Vince relajaba los hombros despreocupado.

—Yo digo que dividamos el sector en cuatro partes iguales y así será más fácil de organizar, ¿te parece bien? Propuso él trazando unas líneas sobre los futuros planos.

—Sí, perfecto.Y dicho esto nos pusimos manos a la obra.

— Y dicho esto nos pusimos manos a la obra

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You Are My Gravity | NewtmasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora