CAPITULO XIII: UNA FLAUTA DULCE Y UNA HOJA TRISTE

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Cuando Yan Da abrió los ojos se encontró en las afueras del palacio de hielo, vio que estaba debajo de un hermoso árbol de cerezo, el cual dejaba caer sus flores pintando el suelo de un hermoso color rosado.

"¿Qué tal el servicio que te brindo?, ahora estamos cerca de donde se puede sentir la siguiente parte de su alma" le habló la voz juguetonamente.

- ¿Dónde estamos?, le pregunto Yan Da.

"Estamos en las afueras del palacio de hielo, es el Cerezo Eterno este es el lugar favorito del príncipe Ying Kong Shi", respondió la voz.

- ¿Por qué me trajiste aquí? ¿Quién eres tú?, le volvió a preguntar.

"Creí que me dijiste que no tenías tiempo para mis tonterías, respondió la voz cerca de su oído.

- También sino recuerdas te dije que no me gustan las bromas, respondió Yan Da Molesta. - Así que responde a mis preguntas, ¿Qué interés tienes tú en que Shi recupere su alma?.

"Solo puedo decir que en eso tienes razón estoy muy interesado que el príncipe recupere su alma, por eso te ayudo nos beneficiará a los dos", término por decir la voz.

- Sigo sin confiar en tus intenciones, no se puede confiar en alguien a quien ni siquiera puedo ver, contesto Yan Da.

"¿Quieres verme?, está bien cumpliré tu deseo princesita", respondió.

Yan pudo ver materializarse a un hombre alto, de contextura delgada pero formado con músculos, vestido con una camisa roja sin mangas con bordes dorados, pantalones negros y botas altas, al fijarse en su rostro se dio cuenta que llevaba una máscara dorada que le cubría parte de la frente hasta arriba de la nariz, solo dejándole ver sus ojos los cuales eran de color dorados, su cabello era largo atado en una cola alta de caballo, tenía dos espadas a su espalda, ella se quedó observando fijamente sus ojos, eran tan parecidos como los que a veces podía ver en Shi, pero este hombre derramaba una presencia muy poderosa, lejos de la débil presencia que tenía su esposo.

Al verla mirándolo fijamente el hombre le dijo – Te gusta lo que ves, sonriéndole de lado.

Yan Da salió de sus pensamientos, respondiéndole: - La mascará quítatela, no puedo confíar en ti con esa máscara.

- De eso nada princesa, tendrás que confiar en mí así, termino por decirle el hombre.

- Al menos dime tu nombre, el mío es Yan Da, contesto entre dientes Yan Da.

- Eso claro que lo se dulce princesa, le respondió el hombre acercándose mucho a ella estirando un brazo para tocarla, mirándola a los ojos.

Yan Da lo empujo para atrás invocando su látigo, gritándole, - Atrás respeta tu espacio y no te atrevas a tocarme a menos que quieras perder tu brazo en el intento.

- Tranquila, tranquila dulce princesa levantó las manos en señal de rendición, no te tocaré a menos que me lo pidas, respondió socarronamente el hombre.

- Esto es una mala idea, dijo ella guardando su látigo volteando, creo que aquí nos separamos, empezó a caminar, siendo impedida en su camino por la aparición del hombre de la voz delante de ella.

- Esta bien, de acuerdo no más juegos, ¿Qué necesitas para confiar un poco en mí? y lo de la mascará no está en discusión. Le pregunto el hombre.

Yan Da lo miró fijamente sopesando las opciones, este hombre extraño parecía saber más de lo que quería decir, pero tenía que tomar en cuenta que la había ayudado una vez con la primer parte del alma de Shi y conocía mejor el camino que debía seguir, podría buscar las otras dos partes con él y cuando fuera necesario lo desecharía.

FRAGANCIA DE AMBROSIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora