Capítulo XIII. Mariposa Elevando El Vuelo

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Antes.

-... así que ahora tengo que cuidar del perro- explicó, mostrándome a través de la cámara de su computadora al cachorro de caniche color chocolate, regalo atrasado de navidad que le había dado su familia al llegar a casa.

Sonreí ante la cara adormilada del perro y la mirada medio aturdida de Yuuri.

Llevábamos separados poco más de una semana y, cada día, habíamos aparecido a nuestra cita diaria para conversar de... cualquier cosa.

Resultaba extremadamente cómodo, descubrir lo bien que podíamos estar cuando no nos preocupábamos por quién podía vernos o escuchar lo que decíamos; sencillamente mantener una conversación normal, como cualquier otra pareja.

Durante esas vídeo-llamadas, no éramos maestro y alumno; sólo estábamos Yuuri y Víctor. Y era grandioso.

-parece un buen perro- dije, recordando a Makkachin que había tenido que dejar en San Petersburgo -. De hecho, se parece al perro que me dieron cuando cumplí quince.

-¿tienes un perro?- preguntó, volviendo a colocar al pequeño animal sobre sus piernas, aunque era una parte del cuerpo que alcanzaba a ver gracias al ángulo de la cámara.

-sí, ha sido mi fiel compañero durante estos dos años.

Yuuri sonrió, acariciando la cabeza del perrito que parecía buscar enterrarse de a poco en su pecho.

-¿cómo se llama?

-Makkachin... ¿qué nombre le pondrás al tuyo?- cuestioné, acomodándome la frazada que tenía sobre los hombros; la noche parecía estarse volviendo más fría y sin Chris alrededor, en ese momento, calaba un poco más.

Le vi sonrojarse, un bonito color rojizo comenzando en sus mejillas y extendiéndose hasta sus orejas; eso sólo hizo que mi curiosidad picara más.

-¿cómo se llama, Yuuri?- insistí, poniendo lo que mi madre denominaba "ojos de bebé" y que siempre funcionaba.

-ah, pues verás... su nombre es Vicchan.

Parpadeé una vez y luego otra y otra más, completamente sorprendido. Una sonrisa boba dibujándose en mi rostro hasta casi partir mi cara en dos.

-¿es en serio?

Yuuri rascó su cabeza con vergüenza, pero terminó por afirmar con un gesto de cabeza.

-eso es como... demasiado lindo...

-eso es como... demasiado vergonzoso- soltó él, encogiéndose de hombros con incomodidad -, así que agradecería que jamás se lo mencionaras a nadie.

Reí, sin poder –o intentar- frenarme.

-no lo haré, lo prometo- dije, levantando la mano derecha en juramento solemne.

-bien...

Sonreí a la cámara, sólo para él -aprovechando que Chris andaba por ahí con su novio, podía poner toda la cara boba que deseara sin temor a la burla-; dejando incluso que mis dedos se movieran por la imagen de su rostro.

-te extraño, Yuuri.

Fue una declaración sin pensar, una de esas cosas que simplemente brotaban.

El sonrojo de Yuuri se atenuó un poco, pero se mantuvo, sus ojos evadiendo la cámara.

-Víctor, tal vez deberías ocupar estos días en repensar esto...- inició, sus dedos jugando nerviosamente con el cabello del cachorro.

-¿de verdad?, ¿quieres ir ahí de nuevo?- refunfuñé, cruzándome de brazos y dejándome caer contra el respaldo de la silla.

El tsunami al otro lado del mundo - (Victuuri)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora