Antes.
-... así que ahora tengo que cuidar del perro- explicó, mostrándome a través de la cámara de su computadora al cachorro de caniche color chocolate, regalo atrasado de navidad que le había dado su familia al llegar a casa.
Sonreí ante la cara adormilada del perro y la mirada medio aturdida de Yuuri.
Llevábamos separados poco más de una semana y, cada día, habíamos aparecido a nuestra cita diaria para conversar de... cualquier cosa.
Resultaba extremadamente cómodo, descubrir lo bien que podíamos estar cuando no nos preocupábamos por quién podía vernos o escuchar lo que decíamos; sencillamente mantener una conversación normal, como cualquier otra pareja.
Durante esas vídeo-llamadas, no éramos maestro y alumno; sólo estábamos Yuuri y Víctor. Y era grandioso.
-parece un buen perro- dije, recordando a Makkachin que había tenido que dejar en San Petersburgo -. De hecho, se parece al perro que me dieron cuando cumplí quince.
-¿tienes un perro?- preguntó, volviendo a colocar al pequeño animal sobre sus piernas, aunque era una parte del cuerpo que alcanzaba a ver gracias al ángulo de la cámara.
-sí, ha sido mi fiel compañero durante estos dos años.
Yuuri sonrió, acariciando la cabeza del perrito que parecía buscar enterrarse de a poco en su pecho.
-¿cómo se llama?
-Makkachin... ¿qué nombre le pondrás al tuyo?- cuestioné, acomodándome la frazada que tenía sobre los hombros; la noche parecía estarse volviendo más fría y sin Chris alrededor, en ese momento, calaba un poco más.
Le vi sonrojarse, un bonito color rojizo comenzando en sus mejillas y extendiéndose hasta sus orejas; eso sólo hizo que mi curiosidad picara más.
-¿cómo se llama, Yuuri?- insistí, poniendo lo que mi madre denominaba "ojos de bebé" y que siempre funcionaba.
-ah, pues verás... su nombre es Vicchan.
Parpadeé una vez y luego otra y otra más, completamente sorprendido. Una sonrisa boba dibujándose en mi rostro hasta casi partir mi cara en dos.
-¿es en serio?
Yuuri rascó su cabeza con vergüenza, pero terminó por afirmar con un gesto de cabeza.
-eso es como... demasiado lindo...
-eso es como... demasiado vergonzoso- soltó él, encogiéndose de hombros con incomodidad -, así que agradecería que jamás se lo mencionaras a nadie.
Reí, sin poder –o intentar- frenarme.
-no lo haré, lo prometo- dije, levantando la mano derecha en juramento solemne.
-bien...
Sonreí a la cámara, sólo para él -aprovechando que Chris andaba por ahí con su novio, podía poner toda la cara boba que deseara sin temor a la burla-; dejando incluso que mis dedos se movieran por la imagen de su rostro.
-te extraño, Yuuri.
Fue una declaración sin pensar, una de esas cosas que simplemente brotaban.
El sonrojo de Yuuri se atenuó un poco, pero se mantuvo, sus ojos evadiendo la cámara.
-Víctor, tal vez deberías ocupar estos días en repensar esto...- inició, sus dedos jugando nerviosamente con el cabello del cachorro.
-¿de verdad?, ¿quieres ir ahí de nuevo?- refunfuñé, cruzándome de brazos y dejándome caer contra el respaldo de la silla.
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El tsunami al otro lado del mundo - (Victuuri)
Romance|AU Maestro-alumno| Existe una teoría donde se dice que el simple aleteo de una mariposa puede provocar desastres al otro lado de la Tierra. Yuuri Katsuki, maestro en un internado para los hijos de la crema y nata de Michigan -o mucho más lejos- no...