Ahora.
Sus dedos hábiles se movían entre los botones y ojales de su camisa, acomodando cada uno en su lugar; podía ver la forma en que los rayos del sol entraban por la ventana y chocaban contra su blanca piel, provocando pequeños chispazos de luz en ellos. Su cabello estaba desordenado y mojado, después de haber tomado una ducha.
Diminutas gotas permanecían suspendidas de algunos de ellos, como cristales reflectando la luz. La ventana de mi habitación estaba abierta, por primera vez en meses, dejando que una onda pequeña de aire helado se colara hasta el sitio donde me encontraba sentado. Mirando.
Y me estaba convirtiendo en un idiota mientras le miraba, con pensamientos estúpidos. Por ese motivo era que había evitado cualquier relación -aunque sólo fuese sexual- que implicara la convivencia prologada; el tiempo siempre confunde a la mente, convirtiendo sencillos encuentros en cosas significativas... que te hacen tener pensamientos necios y convertirte en idiota.
-mañana saldré hacia Vancouver- dijo, sus ojos azules clavados en el otro lado de la ventana, levantándose de la cama -, tendremos ahí filmación por un par de semanas...
Me mordí la lengua cuando todas las preguntas se arremolinaron y amenazaron con escurrirse entre mis labios -sobre ese proyecto que le hacía ir de una locación a otra, perder horas dentro de un set cuya ubicación desconocía y parecía ser una de las principales razones por las que había vuelto al país-.
Víctor se giró para observarme, la toalla todavía envuelta en mis caderas.
-te llamaré cuando regrese a la ciudad.
-correcto.
Afirmó con un gesto vago y, tomando sus cosas, salió del lugar.
Suspiré y comencé a cambiarme, preguntándome cuánto duraría esta vez; cada ausencia anterior había sido sólo de un par de días y siempre volvía con un mensaje, ahora suponía sería más tiempo y eso era... bueno.
Eso me daría el tiempo que necesitaba para procesar lo que estaba ocurriendo -de esta forma de acostumbrarme a su presencia y de cómo me faltaba durante sus ausencias-, de blindarme contra los anhelos que se filtraban entre las costuras de mi realidad actual. Volver a dejarme, a mí mismo, muy claros los límites que ya se habían establecido.
Terminé de secarme el cabello, mirándome al espejo. Sí, ese momento de pausa era lo necesitaba, lo mejor que podía pasarme. Era perfecto.
Los días transitaron en un borrón, gracias al trabajo; había estado ocupado entre reuniones de academia con mis compañeros y trabajos de término de parcial. Llegaba muy tarde como para hacer algo más que dormir y me tenía que ir demasiado temprano, como para darme tiempo de pensar en otra cosa.
Bueno, al menos era así cuando me mantenía en movimiento; había momentos, en los que estaba en medio de un salón callado o, en mi oficina después de terminar un cuadro de evaluación... cuando me era imposible no pensar y todo me golpeaba -nuestro reencuentro después de años, mis memorias de nuestros días felices, nuestra extraña relación actual-.
-necesito salir a beber- soltó Yuri, dejándose caer a mi lado, en la banca en medio de uno de los jardines adyacentes del edificio principal. Su rostro parecía agotado, igual que el mío, aunque no comprendía del todo qué estaba haciendo en mi trabajo.
-¿de verdad?
-sí... ha sido- dudó, frunciendo el ceño y observando a los estudiantes a nuestro alrededor -una semana dura, culpa de los profesores imbéciles.
-¿en serio?- sonreí, presintiendo hacia dónde iba esa conversación.
-¿a qué hora estás libre hoy?- miró su reloj -¿no deberías estar atendiendo tus horas de oficina?
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El tsunami al otro lado del mundo - (Victuuri)
Romansa|AU Maestro-alumno| Existe una teoría donde se dice que el simple aleteo de una mariposa puede provocar desastres al otro lado de la Tierra. Yuuri Katsuki, maestro en un internado para los hijos de la crema y nata de Michigan -o mucho más lejos- no...