Fruncí el ceño a la pantalla.
Podía verme a mí mismo sonriendo a las cámaras, con una de esas sonrisas nerviosas que siempre terminaba por esbozar en ese tipo de situaciones. De esas que las sentía frágiles, pero que no quedaban del todo mal en las fotografías y no ponía en vergüenza al famoso hombre que en ese momento me había tenido agarrado por la cintura.
La voz de la presentadora principal del programa quedó en segundo plano, ante mi escrutinio a mis propios gestos; no quería estudiar más de lo necesario lo que había hecho o no en esa alfombra roja, pero todavía era difícil.
-no debes prestarles tanta atención- gruñó Víctor, recogiendo el control remoto de mis manos y cambiando el canal.
Enarqué una ceja, preguntándome qué era lo que habrían estado comentando sobre nosotros –o sobre mí- que había obligado a Víctor a hacer algo así. Usualmente se encogía de hombros y desestimaba todo...
-¿por qué...?
Él hizo un gesto con la mano para dejarlo pasar, lo que sólo me hizo preocupar más.
-¿qué estaban diciendo, Víctor?- pregunté, tratando de quitarle el control de las manos; quizá, si me daba prisa, podría alcanzar a ver el final de ese programa.
-nada, un rumor idiota... nada más.
Me quedé congelado en mi sitio, todo intento por recuperar el aparato, olvidado.
-¿qué cosa estaban diciendo, Víctor?- cuestioné, esta vez con menos ahínco. Había comenzado a comprender que ninguna de las noticias sobre Víctor, yo o nuestra relación, debía ser tomada como real si la escuchaba en la televisión o la leía en alguna revista o tabloide; sin embargo, todavía existía una parte de mí que quería saber.
No sólo era por simple morbo, era supervivencia; ellos preguntaban y no tenían la mínima pisca de tacto, lo que menos quería, era quedar como un idiota.
-Víctor... tendremos esa horrible alfombra roja para los Oscar dentro de nada- gruñí, arrodillándome sobre el sofá a su lado, las manos empuñando los faldones de mi suéter -, si es algo grande, no dudarán en preguntarnos sobre ello... por favor.
-en primer lugar, el año pasado disfrutaste ir a los Oscar- contestó, apagando la televisión y dándome toda su atención –y, en segundo lugar, dudo mucho que vayan a abordar rumores tan burdos...
Mi única respuesta fue una mirada fija y una ceja arqueada.
-¡bien! El rumor es que mi reciente esposo está engañándome con el nuevo coreógrafo del Tokyo Ballet- finalizó, bufando sonoramente y llevándose las manos al cabello en un movimiento exasperado -. ¿Lo ves? Nada que ninguno de los medios en la alfombra roja vaya a mencionar si nos ven juntos y felices...
-¿creen que te engaño con Kenjirou?- sentí mi cuerpo relajarse y mis manos se soltaron del mortal agarre en que las había obligado, para caer sobre mi regazo.
La sonrisa de Víctor era agria.
-no siempre el que engaña soy yo...- torció los labios y se cruzó de brazos –aparentemente, no les fue indiferente que viajaste hace poco a Japón y te reuniste con él. Lo que parecen ignorar a propósito es que yo llegué a la ciudad sólo dos días después... y que me retrasé sólo por el final de las grabaciones.
Solté una risilla nerviosa y me acomodé de mejor forma sobre el sillón, una de mis manos buscando la suya. Ese tipo de chismes nos habían rodeado durante mucho tiempo, no parecía importar que –después de mi presentación al mundo en medio de la gala de los Emmy- nos caracterizáramos por ser una pareja más bien sosa para las medios. Al contrario, eso parecía incentivarlos para buscar cosas turbias dónde fuese.
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El tsunami al otro lado del mundo - (Victuuri)
Romansa|AU Maestro-alumno| Existe una teoría donde se dice que el simple aleteo de una mariposa puede provocar desastres al otro lado de la Tierra. Yuuri Katsuki, maestro en un internado para los hijos de la crema y nata de Michigan -o mucho más lejos- no...