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Kim Yerim es una chica bonita, demasiado bonita para su propio bien; no era de estatura pequeña pero tampoco era muy alta, delgada y comparada a la mayoría de las coreanas promedio tenía pechos "grandes", su cabello corto estaba decolorado en un rubio platinado que le quedaba muy bien a su tono claro de piel. Su rostro alegre siempre atraía miradas de los chicos que la encontraban encantadora, de hecho, lo era tanto físicamente como de carácter, algunas chicas; sin embargo, la miraban con envidia y criticaban su cuerpo llamándola "cuadrada", "Yerim la cuadrada".

Probablemente cualquiera diría que Yerim tenía suerte por ser una chica bonita, popular e inteligente, de buena posición económica, su padre era el CEO de una empresa relacionado con enlatados y su madre era profesora de idiomas, una familia de la cual se sentía orgullosa.

Sin embargo, Yerim creía que estaba lejos del concepto de "chica con buena suerte".

Paso saliva por la garganta y con nervios terminó de ponerse la bata azul que le había dado una vieja enfermera; estaba mordiéndose los labios, sus piernas temblaban como gelatinas y sus ojos le picaban amenazando con llorar.

Pero tenía que ser fuerte, por su bien y el bien de su relación. Suspiró y se acostó en la cama que le habían indicado momentos antes, miro al techo, con sus manos sobre su vientre, abrió ligeramente las piernas.

—Será rápido pequeña —le dijo el cirujano que la estaba atendiendo, ella asintió confiada, pero no segura de su decisión.

Fue un procedimiento rápido, demasiado rápido para su gusto. En tan poco tiempo se había deshecho de una vida. Y eso le comenzaba a pesar.

De regreso a casa, iba recargada en el asiento del copiloto, sólo mirando el paisaje de la ciudad de Seúl, nada había cambiado, los autos que iban y venían eran del mismo porcentaje que esa mañana, los grandes edificios de Seúl, seguían en el mismo lugar y el cielo azulado, apenas y se había oscurecido. Luego miró a Hoseok, manejando con concentración, con sólo una mano al volante, él tenía el entrecejo arrugado mientras fumaba y sacaba el humo por la ventana del coche. Su perfil era él más hermoso que Kim Yerim había visto en su corta vida, él era el amor de su vida.

Pero, no había ni una pizca de arrepentimiento en su mirada, ¿Entonces por qué ella se sentía como la mierda?

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Eran apenas las siete de la mañana cuando Kim Taehyung bajo corriendo por las escaleras de su casa, con su hermano mayor detrás de él siguiéndolo.

—¡Mamá, mamá, mamá! —el menor de los hijos Kim, se refugió detrás de su madre, su respiración estaba agitada por haber bajado las escaleras de forma apresurada—. Seokjin quiere golpearme.

Él mayor de los hermanos Kim, puso los ojos en blanco y alzó su puño.

—No quiero golpearte, voy a golpearte.

—¿Por qué? — preguntó la mujer, sonriente, guapa, de piel bronceada, cabellera corta castaña, nariz puntiaguda y alta.

—Taehyung es la vergüenza de nuestra familia, mamá —dijo sin pena Seokjin—. Todos en la universidad creen que soy gay, sólo porque somos hermanos y compartimos los mismos genes, que me guste el rosa no ayuda mucho a mi imagen. Estoy desesperado.

Se quejaba el castaño siendo demasiado dramático para el gusto de Minhyuk, su madre, que lo miraba como si creyera que su hijo mayor se había vuelto loco.

—Deja de comportarte como un gilipollas. Taehyung es tu hermano y debes respetarlo sin importar sus gustos, yo jamás me queje de tus gustos por las chicas de pocas caderas que no van a servir para darme nietos, así que cálmate Seokjin.

Dijo la mujer empezando a servir el desayuno, sus hijos eran unos tontos.

—Pero mamá, no entiendes.

—Oh si lo entiendo, yo también fui a la universidad y créeme, antes era mucho peor. En mis tiempos esa cosa del Bull ying no existía; si alguien le hacía algo a otro, la respuesta era "Nos vemos a la hora de la salida hijo de puta", mientras le enseñabas el dedo de en medio —ella casi gruño—. Sean hombrecitos y enfrenten sus problemas, pero nada de peleas entre hermanos.

—¿Estas insinuando que los golpee? —le preguntó Seokjin, creyendo que su madre estaba loca, todos en su familia lo estaban, excepto por él, por supuesto, él era perfecto.

—Si tu padre pregunta que quede claro que yo nunca hable de golpear a alguien —dijo ella sarcásticamente terminando de acomodar los platos en la mesa para el desayuno.

Taehyung suspiró, lo que su madre decía, era fácil de decir, pero, hacerlo era un jodido suicidio.

Mi abusador homofóbico | VHOPE-FINALIZADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora