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Jung cayó de espalda al piso, antes de poder levantarse y tratar de ponerse a salvo, Taehyung ya estaba encima de él, amarrándolo con una cuerda impidiendo su escape. La situación era como un dejavú, no mentiría si dejara que estaba algo asustado. Kim parecía un chico completamente diferente.

—¡No jodas Kim Taehyung! —le grito, pero el menor puso su mano en su mandíbula y apretó, intentando ahorcarlo.

—Tú aún no entiendes tu posición, ya no eres nadie aquí, no tienes derecho a gritar. Mantén esa boca cerrada o cortare tu lengua hasta que dejes de fastidiar.

Tal vez era el tono de voz, demasiado tétrico que Kim había usado, o la expresión macabra, la que hizo que Hoseok creyera en lo que estaba diciendo. Aún así no se rindió.

—Cortar, cortar, sólo hablas de cortar —Taehyung, harto de escucharlo lo golpeó en la cara, usando su puño, lo hizo una y otra vez, hasta que la boca de Jung empezó a desprender un líquido rojo.

—Por fin te callaste —mencionó, rápidamente terminó por amarrar sus brazos y piernas, impidiendo que pudiera forcejear o intentará cualquier cosa—. No te duermas, tendrás visitas más tarde y quiero que estés despierto, será divertido, al menos para mí. Te haré recordar viejos tiempos, pero esta vez no serás tu el abusador.

Hoseok lo miró salir de la pequeña bodega donde lo había encerrado, observó el lugar, no debía medir más de cinco metros cuadrados y aunque la luz era escasa, logró observar algunas latas de cervezas vacías por los alrededores y empeques de comida chatarra.

Quiso cerrar sus ojos, pero no quería dormir, teniendo de las palabras que Taehyung le había dicho. No podía creerlo, Taehyung se había vuelto loco, definitivamente estaba loco; era un psicópata enfermo y no podía bajar la guardia, dormir le podría costar la muerte.

Su cara ardía, se sentía pegajoso, la sangre aún estaba escurriendo de su boca y su nariz. Probablemente si escapara ya no se podría reconocer si se viera en un espejo, se sentía patético. Si Taehyung queria darle una lección, lo estaba consiguiendo.

Más tarde cuando Kim Taehyung volvió, no venía solo, unos chicos lo acompañaban, se veían bastante drogados como para poder razonar con ellos y pedirles ayuda, tampoco es que creyera que esos chicos fueran buenos samaritanos, Hoseok no pudo identificar a ninguno.

—Espero que disfrutes de tus nuevos amigos —Taehyung sonrió, de forma burlona, los chicos a su alrededor le siguieron y después estaban golpeado a Jung.

Todos al mismo tiempo lanzaron golpes con sus puños, patadas a sus costados, lo pisotearon y maltrataron su cuerpo hasta que apenas podia mantenerse consciente, al mismo tiempo que le gritaban cosas como:

"¿Quién es él que llora ahora?", "Sólo los maricas lloran Hoseok, eres un marica"

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Había perdido la cuenta de cuantos días llevaba, en la pequeña bodega, pero debía de llevar poco más de una semana. Tenía hambre y sed, estaba adolorido por todas partes, se encontraba sólo. Después de aquella paliza que le habían dado, ni Taehyung, ni ninguno de los otros chicos había vuelto.

Probablemente Kim estaba dejando que se muriera ahí, Hoseok se había orinado y defecado en los pantalones así que él también prefería eso a seguir aguantando el dolor.

Tal vez se lo merecía, no tal vez, lo hacía, se había portado como un gilipollas, siempre altanero y demandante con sus compañeros, seguramente nadie lo extrañaba, ni siquiera Namjoon, nunca fueron precisamente amigos.

"¡Destruyes todo lo que tocas!"

Recordó las palabras que le había gritado Yeri, el último día que estuvo en la escuela. Ella había sido muy linda, pero él solo había jugado con los sentimientos de la chica, hasta el punto en el que ella lo odiaba. Él le había arrebatado la oportunidad de ser madre en un futuro.

Ella tenía razón, Hoseok no podía recordar a un verdadero amigo y uno que estuviese con él por ser él y no, él hijo de sus padres, de hecho la mayoría a su alrededor estaban asustados de él y su familia. Así que tarde o temprano, iba a quedarse solo.

Seguramente ahora que había desaparecido, ellos podían respirar tranquilamente. Seguramente ellos desearían que estuviera muerto.

Dentro de esas cuatro paredes y la oscuridad recordó cuando tenía diez años.

Era como un dejavú. Su cuerpo atado a un poste, magullado a golpes y las manos de aquellos hombres sobre su cuerpo.

Las lágrimas se acumularon en sus ojos, pero esta vez ya no era un niño, esta vez, no podía quedarse a esperar a que sus padres pagarán por el secuestro, porque estaba seguro que Taehyung no hacía esto por dinero sino por venganza, por culpa de los propios actos inhumanos que Hoseok había realizado en su contra, por mera envidia y su homofobia.

Así que, como pudo, se puso de pie. No iba a quedarse ahí sin hacer nada, estaba dispuesto a escapar así muriera intentando.


Mi abusador homofóbico | VHOPE-FINALIZADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora