12©- Wedding

342 47 1
                                    

Cuando camino hacia lo más profundo del parque de Seattle, me siento un poco más relajada.

La rabia que sentí hace media hora al pensar en que me había utilizado como una puta, se fue desbaneciendo poco a poco al ir pensando en Hannah. La verdad, en el fondo, agradezco que ese beso haya caído en mi y no en otra persona.

La razón.... desconocida.

Me siento en un banco que está delante de la fuente con patos y solamente respiro y me relajo, intentando no pensar en las locuras que hice o hicimos en las horas anteriores.

Intento convencerme de que hubiese sido mejor que Hannah me hubiese dado una misión individual, pero mi corazón sigue mirándome con los ojos entrecerrados.

Cuando algo suena detrás mío, ni me doy la vuelta. Pocas personas son tan dementes para estar en este parque pasadas las doce de la noche. Cuando su cuerpo pesado se deslizó hasta quedar sentado a mi lado, no digimos nada.

Y así permanecimos durante minutos.

Sacó la libreta de Hannah de su bolsillo y la dejó entre nosotros, encima del banco. Yo la observé de reojo.

Yo observando a los patos mover sus cabezas y sus alas en el agua, y él sentado, fumando, y observando la fuente.

-Lo siento.

Esas castas dos palabras fueron suficientes para dibujar en mis labios una sonrisa.

Aunque suene descabellado, sigo sintiéndome especial cada vez que se disculpa conmigo. Y ya van dos veces. No lo hace con todo el mundo, y eso, en cierto modo, me hace sentir que soy alguien.

-Sé que lo sientes- susurro y se me borra la sonrisa de la boca- Pero no estoy enfadada- finalizo.

Ésta vez capto su atención, ya que se gira para mirarme. Mi cabeza gira automáticamente para encontrarme con su mirada y tras darle una calada a su cigarrillo, entrecierra los ojos, examinándome.

Cojo la libreta y empieza a jugar con ella para disimular mis mejillas sonrojadas.

Quise darle la misma charla que le di a mi hermana el día en que la encontré fumando. Gracias a esa charla -que ocasionó varios gritos por mi partes- ahora no lo quiere ver ni en pintura.

Pero obvié ese hecho, ya que es su decisión, y también está el hecho de que le sudaba la polla mi opinión. Por lo que decidí cerrar la boca, que así estaba más bonita.

-En el fondo, sé que lo hiciste por tu hermana- digo pasando las páginas de las misiones ya cumplidas- Y aunque me haya sentado como una patada en el estómago, creo que debemos de olvidarlo y terminar cuanto antes esto.

¡Zás!

Hubo un silencio tan incómodo entre nosostros que hasta tiró el cigarrillo todavía sin consumir al completo al suelo. Lo pisó hasta que la colilla se apagó y le observé jugar con sus manos.

Repasé cada tatuaje que tenía en su cuello descubierto. Era muy difícil el saber o distinguir algunos, ya que estaban todos muy juntos. Disntiguí una rosa negra y unas iniciales raras.

Asiente y aprieta los labios. En ese momento, sentí algo raro recorrerme el cuerpo entero. Y juro que me mordí la lengua para no dejar salir un quejido.

Era una sensación agobiante y desconocida a la vez.

-¿Era verdad?- pregunta de pronto y yo levanto mi vista de la libreta- Lo de que era tu primer beso.

Vuelvo a bajar la mirada hacia la libreta mientras el calor inunda mi cara.

En mi campo de visión apareció de pronto un dedo bajo mi barbilla. Me la alzó despacio y mi cara sonrojada quedó al descubierto. Medio sonrió al darse cuenta y yo giré la cabeza para desacerme de su tacto.

-¿Qué?- me encojo de hombros?- ¿Con 18 tengo que haber estado con 15 y haber perdido mi virginidad a los 12 o qué?- digo a la defensiva.

Ocasiono una sonrisa de dientes relucientes y completos en su cara.

-No. Pero haber tenido tu primer beso, sí- dice echándose el flequillo negro hacia atrás- No me lo puedo creer- ríe y se echa hacia atrás, rascándose la nuca.

Frunzo el ceño y su reacción me provoca una sonrisa.

-¿Por qué?

Me mira de una manera irónica y burlona, como si la respuesta fuese obvia.

-Joder, Grace... ¡¿Tú te has visto?!- alzo las cejas y una sonrisa completa se plasma en mis labios- Estás... demasiado buena y me sorprende que ningún degenerado se haya acercado a ti antes- suspira tras soltar todo aquello y niega con la cabeza.

Mis mejillas se vuelven a teñir de rojo.

¿Así que pensaba que estaba buena? Aprieto los labios y siento una satisfacción rara pero a la vez maravillosa.

-Ha habido muchos- digo encogiéndome de hombros y observando las hojas de la libreta- Pero nunca le he permitido a ninguno sobrepasar las barreras.

Se me queda mirando fijamente y yo me vuelvo a sonrojar.

Maligo por lo bajo y agacho más la cabeza para que el pelo me caiga por los lados y que no pueda verme, pero me gira letamente la cabeza hacia él.

-Estás más hermosa aún cuando te sonrojas, creeme, no intentes ocultarlo- susurra.

Nos quedamos mirando fijamente.

Yo, sorprendida por oír palabras como aquellas de este rompecorazones, él... pues no tengo ni idea. A saber en qué estará pensando para tener esa expresión de póquer en su cara.

De pronto da una palmada y se levanta.

-Bueno, creo que invitarte a una pizza recompensará lo sucedido esta noche, ¿no?- asiento sin pensármelo. La pizza es mi debilidad- Te espero en el coche.

Se gira, para echarse la capucha de la sudadera negra encima de la cabeza y se dirige con su andar masculino hacia su AUDI.

Elevo las cejas, fijándome en su andar. Andaba malditamente bien, creo que en una pasarela, sería el más demandado. Suspiro, negando con la cabeza y vuelvo a dirigir mi mirada hacia la libreta.

Se me pasó el preguntarle sobre un detalle que noté en la libreta, pero decidí guardármelo para mí.

El detalle era, que habíamos decidido empezar a cumplir las misiones por turnos. Empezó él con la primera misión, y a partir de allí, por turnos.

El caso es que miré la última misión, la del beso, y esa me tocaba a mí. Es decir, debería haber sido yo la que hubiese decidido a quién besar, y no él.

Mi mirada se fijó durante unos segundos de más en la misión tachada, y tras negar con la cabeza, sin entender nada, miré el cielo estrellado.

Seguro que no será nada.

-Mira, si acabamos en comisaría, diré que esto fue idea tuya- jadeo- Diré que me raptaste para violarme y que tienes antecedentes penales. Acabarás en prisión con cadena perpetua...

-¡¿Quieres dejar de hablar?! Me estás poniendo nervioso hasta a mí- dice enfadado mientras observa por la esquina del pasillo cómo el cantante de la boda habla en el pasillo con un personal de limpieza.

Me subo más el escote del vestido, ya que un poco y enseña toda mi teta derecha.

No sé qué se le pasó por la maldita mente a Dante para traerme y meterme en esto. Al fin y al cabo, ésta era su misión. 

Yo ahora podría estar leyendo un libro o viendo la tele.

Pero no, no había nada mejor que estar aquí, colándonos en una boda y al parecer, hacer una de las más grandes locuras de la historia.


LA LISTA DE HANNAH✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora