25©-Couple

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Se me escapó la risa al ver su mirada fulminante puesta en la lista de Hannah.

Chúpate esa, por fin le tenía que tocar algo desagradable a él, ya que si no hubiese sido así, hubiese pensado que Hannah hizo ésta lista para tomarme el pelo.

Pero no, la buena de Hannah nunca habría hecho eso.

-No te rajes, cariño- ronronee dándome un lametón en la mejilla, causándole más enfado- Solo será algo corto, además, hoy tenemos que ponernos la lista con la lista, si queremos acabar antes de la fecha dada.

Eso pareció espabilarle, ya que inspiró hondo.

-Deberíamos estar ahora en casa de tu abuela- susurró, bajándose del sofá mientras yo me quitaba los zapatos- Ella seguro que te diría que me dejes en paz de una vez.

Ambos reímos al recordar las palabras de mi abuela ésta mañana, cuando empecé a regañar a mi querido novio por no comerse el baicon.

¿A qué hombre normal no le gusta el baicon? A Dante, señoras y señores.

Cuando me quité los calcetines y se los puse encima de las rodillas, éste fingió una arcada, causándole un pellizco por mi parte.

-¡Oh vamos! ¿Te da asco hacer esto y no te da asco hacerme el sexo oral?- le dije en un ronroneo.

Su mirada celestial se dirigió a mí, cortándome la respiración como cada vez que me miraba con esa mirada.

Chasqueó la lengua.

-No te ofendas, morena, pero yo viviría entre tus piernas si tuviera esa opción- a pesar del enrojecimiento de mis mejillas, le di una patada, sin borrar la sonrisa de mi rostro- Recibir un masaje en los pies por parte de tu novio debe de ser muy satisfactorio, ¿eh?

Le lancé un beso mientras él seguía haciendo movimientos angelicales con esos dedos.

Eché la cabeza hacia atrás, soltando un gemido de satisfacción. Desde luego, necesitaba ésto después de haberme obligado a cruzar el parque a trote con él.

De repente, llegó a mi punto débil, que era la parte abajo del talón. Di un respingo y me mordí el labio para no reírme y hacerle saber que tenía varios talones de Aquiles ridículos.

Pero supe que por su divertida sonrisa, lo supo.

Cuando volvió a hacerlo, no pude contener y retiré mi pie, para carcajearme.

-Creo que fue suficiente- digo sentándome.

-Ah, no, señorita- di un grito cuando me tiró de pie, volviendo a tumbarme y volviendo a poner mis pies encima de su regazo- Un masaje debe de durar minutos, no segundos.

Iba a contradecirle cuando volvió a repetir sus movimientos y lo que se suponía que tendría que ser un masaje de pies...

Acabó siendo una terapia de risa.





Decidimos hacer un descanso para pedir comida del burguer y comérnosla en casa.

Me encontraba dándole un sorbo a mi fanta y viendo la televisión cuando un ruido estruendoso y ajeno a la voz de la película de Guillermo del Toro, se hizo eco en el salón.

Fue girar el cuello para mirarle, y tener una arcada.

Su risa estruendosa retumbó mientras yo soltaba todo lo que estaba en mi mano y corría al baño, para dejar salir toda la comida que antes estaba ingiriendo.

LA LISTA DE HANNAH✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora