LA LISTA DE HANNAH✓

39©- Oven

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Era un poco irónico.

Y no el que siempre acabamos discutiendo por culpa de los dos, sino el que parece ser que todo lo que hacemos, nos a sido antes programado.

Compartimos varias exclamaciones al día siguiente al abrir la libreta de Hannah y ver que la siguiente cosa en su lista, la número treinta y dos, era Dar un beso bajo la lluvia.

Bueno al menos ya hay una cosa menos que hacer.

Llamé ésta mañana a Stacy, mientras yacía en la cama desnuda con Dante acariciándome la espalda en suaves círculos.

Ha empezado hoy a trabajar como secretaria y la sonrisa no se me borra del rostro cada vez que recuerdo la verdadera felicidad en su voz, ya que ha logrado cumplir con el objetivo que Hannah le asignó.

Mientras estábamos decidiendo a quién le tocaba hacer la siguiente cosa en la lista, mi teléfono volvió a sonar.

Lo cogí, fulminando divertida a Dante, que seguía intentando convencerme de que me tocaba a mí.

-A ver, cierra la boca- digo firme, apoyando el teléfono contra mi pecho- Lo vas a hacer tú, porque cocinar algo en el horno, es algo que yo ya se hacer y sería ridículo que lo hiciese una persona que ya sabe hacerlo. Así que inténtalo cariño.

Y antes de que me diga algo, me meto en la habitación y cierro con pestillo.

Suspirando, contesto.

-Hola, Nick- digo en un susurro.

-Hola.

Se queda un rato en silencio.

-¿Pasa algo? - pregunto intentando sentarme y no caminar del nerviosismo.

Sobre todo de que Dante se entere de que he hablado con él a escondidas.

-Mañana por la noche dicen los ganadores del concurso del diseño de puentes- suelta de golpe y escucho que coge aire.

Sonrío.

-¡Eso es genial! - me quedo callada cuando no me corresponde a la exclamación, y entonces es cuando caigo en la cuenta- ¿Quieres que... Quieres que este allí?

Se queda en silencio.

-He hablado con Stacy y con Cam. Estarán allí... Creo que tu no puedes faltar. Y si, me molestará que traigas al gamberro de tu novio, pero no queda otra- suspira.

No puedo evitar sonreír.

-Allí estaremos, Nick.

Y tras eso cuelgo, porque no quiero que salgan otros temas.

Inspiro hondo y cierro los ojos, relajándome. Aunque había algo raro en el ambiente.

Vuelvo a inspirar, y es cuando me doy cuenta de que huele a quemado. Cuando abro la puerta de mi habitación, que da al pasillo, ahogo una exclamación al ver el pasillo lleno de humo.

-¡DANTE! ¡DANTE LLAMA A LOS BOMBEROS, SE ESTÁ...! - me callo al llegar a la cocina.

Casi no puedo ver con el humo y mis ojos pican a sobremanera, pero puedo distinguir al imbécil que tose y agita un paño dentro del horno abierto.

Mi boca abierta hace que me mire con los ojos llorosos y rojos.

-Puedo explicarlo.

Dos horas más tarde, ya había oscurecido y los vecinos volvieron tranquilos a sus hogares.

Subieron corriendo y alarmados, pensando que algo estaba ardiendo. Digamos que ahora mismo, la única cosa que arde es la nuca de Dante.

La vieja del piso de abajo le ha dado una buena paliza. Menuda energía que tiene la jodía.

Mientras daba un mordisco a las uvas que tenía en una taza en mi regazo, intentaba no reír.

Le miraba allí, sentado e indignado y se me dificultaba el esta seria.

-Eso le puede haber pasado a cualquiera, Dante. No hay que tomárselo tan...

-¿El que una vieja te pegue no hay que tomárselo muy a pecho? - es entonces que rompo a carcajadas.

Acaba dándome sin cesar con el cojin, llamándome la peor novia del mundo.

Al final, acaba sentado encima de mi a horcajadas. Baja la cabeza lentamente y nuestras narices se rozan tímidamente.

Entonces, cuando nuestras miradas se rozan, ambos sabemos cómo va a acabar esto.

Tumbados desnudos en la cama, hablábamos sobre tonterías.

Alargué el brazo para coger la libreta y arranqué la última actividad que hicimos.

Observé la siguiente y maldije. Dante gruñó de satisfacción contra mi cuello y di un brinco cuando me mordió la mandíbula sin cuidado alguno.

-Ya era hora de que sufrieras un rato, morena.

Le miro divertida y cierro la libreta. Miro el techo.

34-Contarle algo íntimo a alguien.

Sentía que me miraba de reojo desde su sitio.

Curioso y listo. Sinceramente él sabía todo sobre mi, hasta las cosas más íntimas, menos una.

-¿Cómo es posible que una voz pueda convertirse en tortura psicológica?- giro la cabeza hacia él lentamente- Cuando murieron mis padres, me distancié de todo. Era muy joven cuando se fueron, pero eso me afecto más en la adolescencia. No tenía amigos, no me juntaba con nadie. Y dado que ningún chico se había acercado a mi antes por amor, ninguno me había atraído. Salvo uno. Se me acercó en el baile de fin de curso. Una cosa llevó a la otra y acabamos teniendo una relación extraña- observo su ceño fruncido- Yo le quería. O eso puedo recordar, pero él no quería nada serio. No teníamos sexo, por la razón de que yo no quería, y que él tenia novia- abrió los ojos como platos.

>>No me mires así, era otra entonces. No era consciente de lo que hacía. El dolor tenía control sobre mí. Solamente nos tocábamos. Yo le dejaba masturbarme en los baños y yo le masturbaba a él en su furgoneta- tengo incluso una arcada y tengo que sentarme para respirar hondo. Me sorprendo cuando me atrae hacia sí y no me rechaza, como yo pensé que lo haría- El día que nos perdimos, dejaron de girar los planetas, el universo sabía que todo era distinto. Y es cuando conocí a Hannah. En parte fue gracias a ella que reaccioné- sonrío melancólica y mis ojos se llenan de lágrimas- Fue ella la que me puso los pies en la tierra y la que me sacó de la cama de aquel tipo a tiempo, antes de que cometiera una locura.

Me abraza y yo suspiro contra su cuello, aspirando su olor. Desde que conocí a Dante, me sentía más segura, más estable, más... Feliz.

Daban igual las discusiones que teníamos a cada minuto, estaba segura de que podríamos sobrellevarlo y enfrentarlo.

Mi mano se deslizó hacia la suya y observé cómo lentamente sus dedos se envolvieron alrededor de los míos, encajando perfectamente.

No podía estar más completa.