LA LISTA DE HANNAH✓

46©-Sushi

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Cuatro.

Cuatro cosas faltaban para terminar la lista de Hannah.

Yo me quedé igual de sorprendida cuando quité la última acción acabada. Miraba a Dante desde su altura con la boca abierta.

Y nos faltaba una semana para acabar el mes. Tendríamos tiempo de sobra.

-Será mejor acabar antes, así tendremos más tiempo de relajarnos- ríe tendiéndome el mando de la televisión.

Concuerdo, evitando la rara sensación que se adueñó de mi cuerpo.

-Pues en la próxima misión, nos toca a ambos cariño- sonreí mirando la hoja con una sonrisa de oreja a oreja.

Me mira con el ceño fruncido.

-Me cago en la madre que lo parió.

-¡Dante, ten más respeto, por favor!

Mi risa se mezcla con mis gritos, mientras le tapo las orejas al pequeño James.

Éste me mira con una sonrisa de tres dientes y lo siento a mi lado, sin fiarme de Dante, que miraba al niño como si quisiera matarle.

-Déjala en el cesto de la ropa, no es nada que un poco de detergente no pueda eliminar- le digo observando cómo se quita la camisa blanca, manchada por el puré del niño.

Cuando desaparece, aún gruñendo, me concentro de nuevo en el pequeño castaño.

La cosa número 47 en la lista de Hannah era cuidar a un niño. Tuvimos que preguntar más de cinco veces a lo largo del edificio de apartamentos hasta que encontramos a una pareja joven que sólo buscaba tener una noche a solas para celebrar su aniversario.

Y cuando nos ofrecimos, les alegramos el año.

Bueno, más bien, me ofrecí...

-¿Puedo ayudarles?

-¡Hola! ¿Tienen un hijo o una hija?

El que parece ser el padre me mira raro.

-Ehmm, tenemos un niño de dos años...

-¡Perfecto! Mire, nos estamos preparando para ser padres y nos preguntamos si nos dejarían cuidar a su hijo- mi sonrisa de buena actriz hizo aparecer la madre.

-Ow, ¡pero que adorables! - me miró la mujer a mi al ver la cara de perro de Dante- ¿de cuánto estás, cariño?

-De tres semanas.

-De cinco meses.

Mis ojos miraron abiertos al gilipollas de al lado mío. Forcé una risa.

-Disculpadle, es muy gracioso- entonces todos nos reímos, menos él, que al parecer no entendió su error- Si queréis podéis dejarnos a vuestro hijo para cuidarlo ésta tarde.

-Sí no queréis no pasa nada- dice Dante interrumpiéndome.

-No habrá problema alguno, me encantan los niños.

-Aunque si no queréis no pasa nada, de verdad.

Se callo cuando le clavé la punta de mi zapato de tazón en la punta de sus deportivas.

Carraspeo para no soltar un alarido.

-Pues a decir verdad hoy cumplimos cinco años casados y nos encantaría que nos cuidaseis a nuestro pequeño James- sonríe el padre.