II. El descubrimiento

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El padre de Brad Davis, de nombre homónimo a él, salió de su hogar con una sonrisa dibujada en aquel rostro arrugado, esperando que al llegar al laboratorio sus colegas tuvieran buenas noticias sobre aquel experimento que llevaba más de veinte años en realizarlo. Cuyo objetivo era: acabar con la radioactividad.

Brad, desde pequeño, siempre quiso saber la razón por la cual la gente fue evacuada de aquella ciudad que llamaban inhabitable: Pripyat. Quería saber cómo la central nuclear explotó aquella noche, deseaba saber las causas. Esa fue su motivación para lanzarse a estudiar bioquímica con una especialidad en física y medicina nuclear.

Después de tanto investigar sus expectativas cambiaron y sus deseos se enfocaron en otro objetivo que nadie en el mundo, ni siquiera Pierre y Marie Curie lograron descubrir: una sustancia que afecte a la radiación. A pesar de que muchos científicos reconocidos mundialmente habían asegurado que la radiación era lo único invencible en el planeta tierra –y probablemente en la galaxia- para Davis, era diferente.

Basándose en la tercera ley de Newton: "a cada acción le corresponde una reacción igual y en sentido contrario" supuso que a la radiación le correspondía una reacción igual y contraria, la cual debería atacarla –y en el perfecto caso, destruirla- como ella destruía toda vida.

El hombre, viajó a Ucrania dos años después de haber egresado con honores de la especialidad. Ahí, intentó entrar a Pripyat, pero la guardia rusa se lo impidió y en cambio llegó hasta la ciudad de Ivankiv, donde conoció a Courtney.

La mujer, de escasos veintidós años, se enamoró del hombre y tras varios meses de relación, Courtney resultó embarazada. Davis accedió a casarse con ella y fue entonces cuando Davis volvió a su España natal con una familia, donde nació su único hijo.

Davis tuvo un amigo de nombre Santiago Murillo, quien fue conejillo de indias para las pruebas de Brad en sus intentos de hallar la cura contra la radiación. Sin embargo, Murillo falleció de una intoxicación sanguínea donde nadie supo quién fue el culpable.

Tras eso, Davis necesitaba encontrar un suplente de Murillo, y optó por su hijo ya que al pequeño le encantaba jugar con su padre. Davis le mentía a su esposa cuando él salía con su hijo, diciéndole que iban al parque cuando en realidad no era así. Lo llevaba a su laboratorio.

Cuando Courtney se enteró le propuso a su esposo que dejara de experimentar con su hijo y en cambio, lo hiciera con ella. Además, le pidió que alejara toda sustancia de su hijo. Davis, descarado, aceptó el trato. Una vez al mes inyectaba a su esposa con cualquier tipo de sustancia y la exponía a dosis fuertes de radiación, pero ninguna parecía hacer efecto.

Años más tarde, tras haberse relacionado con algunos profesores de su antigua escuela, ellos acordaron que los jóvenes estudiantes hicieran sus prácticas profesionales en su laboratorio. Así, los experimentos con Courtney cesaron, su cuerpo reaccionaba igual por lo que concluyeron que salió ilesa de los experimentos. Aunque no visualizaron el futuro.

Tras observar el desempeño de todos los jóvenes que pasaban por su laboratorio, Davis decidió quedarse con tres de ellos. En cada uno notó una característica especial pero los tres tenían algo en común: la sumisión.

Clark Richardson, George Black y Steven Jefferson eran sus colegas o esclavos, ya que siempre acataban las órdenes de Davis y nunca le contradecían. Los tres tenían habilidades diferentes y contaban con la inteligencia sobresaliente para el experimento que Davis llevaba a cabo. Gracias a ellos, resultó más rápido, aunque se demoró otros tres años.

Brad llegó a su laboratorio y se colocó la bata blanca. Se preparó para comenzar las actividades que había analizado una noche anterior, pero se llevó una sorpresa al ingresar al área de investigación radiológica.

— ¿Qué ocurre? —preguntó con ansias de saber la respuesta, al notar la enorme sonrisa de Steven.

—Ha funcionado señor, ¡Ha funcionado! —recalcó Steven muy emocionado.

—Es sorprendente —comentó Clarck—. Todos los ratones del grupo de control murieron en un corto período, más tarde, los ratones que recibieron la proteína estaban en buenas condiciones. ¡Estaban vivos! ¡Sobrevivieron! —explicó saltando de emoción.

Los tres chicos traían una sonrisa de oreja a oreja y estaban llenos de una alegría indescriptible. Después de tantos años, de tantas experiencias y frustraciones, lograron un gran avance que podía salvar la vida de millones de personas y, sobre todo, obtener una entrada a la realeza del mundo superior que es lo que le interesaba a Davis.

Siempre había anhelado ser un famoso bioquímico y en poco tiempo lograría ser reconocido a nivel mundial en el mundo de la física y, por otra parte, ser millonario.

La proteína de las bacterias que usó para proteger a las células del cuerpo contra la radiación había funcionado. Pero, el sujeto o animal inyectado necesitaba pasar por lo que todos temen en el mundo: la muerte. Para luego renacer con las células, los órganos y cada porción del cuerpo resistente a la radiación.

— ¿Qué piensa hacer señor Davis? —preguntó Steven colocando la jaula de ratones en su lugar.

—Anunciar nuestro triunfo ante la sociedad y probarlo ante el mundo —respondió.

—Creo que debemos esperar los efectos que puede causar la proteína a largo plazo, señor —sugirió Clark—. Los ratones sobrevivieron, pero deberíamos observar su comportamiento o su apariencia física por unos días. Si continúa siendo y haciendo lo mismo que antes.

— ¿Para qué esperar Clarck? —Preguntó palmeando su espalda—. Todo está comprobado y listo. Así que, preparen sus maletas porque nos vamos a Ucrania.

— ¡¿Ucrania?! —preguntaron los tres en coro frunciendo el ceño.

—Ahí es donde probaremos la proteína en los humanos —aseguró—. Tenemos que partir lo más pronto posible, reservaré los boletos del siguiente vuelo a Ucrania.

—Pero señor, ¿Y si no podemos o no queremos ir? —interrumpió George.

—George no seas tonto —respondió—. No fui el único que encontró la proteína, ustedes son parte importante del descubrimiento. ¿No quieres ser parte de esto? —persuadió—. Te lo mereces, tú lo hiciste.

El chico meditó unos segundos para sí con los labios torcidos.

—Iré —mencionó convencido fácilmente, pues esa era una cualidad de Davis.

—Chicos, este es el inicio de la nueva era, de la nueva civilización.

A pesar de que a su hijo le atormentaba el hecho de que la muerte lo seguía, Davis padre estaba lleno de felicidad por su nuevo descubrimiento, creyendo que sería el inicio de algo bueno, aunque sería todo lo contrario ya que no visualizó el futuro a largo plazo, aunque tampoco tomó en cuenta muchos factores.

Primero, no sabía si el ser humano resistiría a las dosis de radiación antes de fallecer; segundo no corroboró si siempre se regresaría a la vida; y tercero, tampoco comprobó si la sustancia tenía efectos consecuenciales de alto riesgo como cambios en la apariencia física o celular, o cambios en los estilos de vida.

Brad tenía la pauta para iniciar algo catastrófico, tenía el poder en la palma de su mano y lo usó a su favor, aunque otros lo usarían como conveniencia. Todo estaba listo para iniciar el experimento final: la comprobación en humanos. Aquel que fuera parte de eso estaría condenado a morir.

Radioactivos I: Génesis.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora