La campana de salida retumbó en todos los rincones de la Universidad de Barcelona dando aviso a los miles de estudiantes que era la hora de la salida. La multitud de alumnos se retiraba por los cuatro accesos de aquel edificio emblemático de la ciudad.
Aimee caminó al estacionamiento donde, en la mañana se hubo aparcado su novio. Al acercarse notó que el auto estacionado ahí no correspondía con el de Davis, se detuvo observando lo que había ocurrido. Pero no tenía que pensar tanto, estaba claro: Davis se había ido sin ella.
Contuvo el llanto pues no sentía el apoyo de su novio, ya no sentían el amor mutuo y sus problemas familiares no ayudaban a sentirse mejores. Cada uno tenía que enfrentar sus problemas solos, ella lo tenía claro. Así que se secó las lágrimas y se dirigió a la salida más cercana.
—¿A dónde vas? —interceptó Billy Blake, compañero suyo—. Te han dejado sola, ¿necesitas compañía? —preguntó coqueto.
—No me caería mal —dijo sin más.
La chica no quería regresarse pronto a su casa, lugar donde le lloverían los problemas como granizo. Pidió a Billy que fuesen por un helado y el chico aceptó de inmediato, contento.
*****
El joven Davis había salido para dar una vuelta al parque más cercano a su hogar, ubicado a dos cuadras por el norte. Lo cierto es que ni el aire fresco le ayudaba a calmarse, se sentía abrumado por dentro y, cansado por fuera, como si los años ya lo degastasen, aunque apenas y cumpliría los veintidós.
De regreso, se llevó una gran sorpresa: tenía visitas. Y eso no solía suceder en el hogar de los Davis.
—Que bueno que regresas pronto —mencionó su madre dándole un abrazo. Abrazo que sintió hipócrita—. Te presentaré a tu tía Betty y a tu tío Jeremy —aclaró sonriente enseñando a aquellas dos personas sentadas sobre el sofá.
— ¡Mira cómo has crecido! —Expresó sonriente la tía Betty ofreciéndole un abrazo—. La primera y última vez que te vimos apenas llevabas unas semanas de nacido.
— ¿Por qué no me habían mencionado sobre ellos? —preguntó extrañado Brad.
—La tía Betty es hermana de tu papá y a él no le gusta hablar de su familia —respondió.
—Ella es tu prima Kenia —presentó la tía Betty a una niña de aproximadamente diez años, cabello laceado y castaño, tez morena clara y simpática de cara, como cualquier niña.
—Mucho gusto —saludó y caminó a zancadas hacia su habitación. El chico se preguntaba por qué sus padres mantuvieron un secreto como ese pues si son su familia debería conocerlos.
En su infancia, en lugar de jugar con niños, jugaba con su papá al científico. Brad era hijo único y sin conocer a primos, tuvo una infancia solitaria ayudando a su padre con sustancias tóxicas radioactivas que, para él, parecía un juego mientras que su padre intentaba otra cosa. Hasta que Brad conoció a Kevin, pero para entonces ya tenía quince años.
Su madre en cambio no tenía familia, la mujer nunca conoció a sus padres y las personas que la recogieron le adoptaron el nombre de Courtney porque en las sábanas con las que estaba envuelta rezaba el nombre, bordado: "Courtney Nedorada". Sin embargo, la mujer adoptó el apellido de su esposo desde el día en que contrajo matrimonio.
Después de descansar unos cuántos minutos en su habitación, su padre llegó del trabajo con una inmensa alegría que nadie podía acabar con ella.
—Betty nos está visitando —informó Courtney con una sonrisa nerviosa al ver entrar a su esposo.
Pero a Davis no le encantó la idea de encontrarse con su hermana y aquella sonrisa que traía desde el laboratorio se esfumó en un par de segundos.
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Radioactivos I: Génesis.
Mystery / ThrillerUna proteína permitirá a los seres humanos vivir en la radioactiva Pripyat, la ciudad fantasma del norte de Ucrania que se mantuvo deshabitada por años debido al accidente de la planta nuclear de Chernóbil, la cual regresará a lo que fue en 1986: un...